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"Y los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de él y le golpeaban; " 
"y vendándole los ojos, le golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que te golpeó?"  
"Y decían otras muchas cosas injuriándole".  (Lucas 22:63-65).-

Jesús escarnecido y azotado  (Mt. 26.67-68; Mr. 14.65)  

 No soy capaz de hablar dignamente de un tema como este, y estoy seguro que nunca lo seré mientras viva. No está al alcance de labios de barro, usando palabras hechas de mi pobre aliento, poder describir los sufrimientos condescendientes de Aquel que, aunque era llamado con justicia "Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz," se humilló tanto que permitió ser escarnecido, golpeado, vendado y golpeado de nuevo por nosotros.
 Toda esta triste escena representa lo que hizo el pecado cuando se le presentó la oportunidad, cuando todas las ataduras restrictivas fueron soltadas, y pudo actuar de conformidad a su perversa voluntad. También representa lo que el pecado todavía sigue haciendo, en la medida de sus posibilidades, y lo que el pecado siempre haría, si no fuera restringido por el poder todopoderoso de Dios.
 Igual de salvajes, son aquellos jueces de nuestro Señor que le abandonaron en manos de esos hombres que eran utilizados para desempeñar los trabajos sucios, perversos individuos que cumplieron muy bien su cometido, tratándolo con esa mezcla de crueldad y de escarnio ¿No le podían haber concedido un tiempo de descanso?, que va si eran unos cobardes desalmados, por que la crueldad extrema es uno de los distintivos de la cobardía dondequiera que se manifiesta. Ellos le vendaron también los ojos, La esposa en el Cantar de los Cantares dice: "Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, que se lavan con leche, y a la perfección colocados," Esos ojos que sobrepasando a las mismas estrellas del cielo en su esplendor, Esos ojos ardían de amor, y resplandecían como brillantes diamantes de piedad y de misericordia por todos los dolores de humanidad; sin embargo, ellos ocultaron sus ojos preciosos.- Y "le golpeaban el rostro." "¡¡¡Oh, si nosotros hubiésemos estado allí!!!," decimos, "¡nuestra indignación habría ardido en contra de ellos por golpear ese rostro amado!" Sin embargo, debemos hacer a un lado nuestra indignación y hacer mucha penitencia en su lugar, pues nosotros también hemos golpeado algunas veces sino muchas, ese rostro amado de Jesús, que es como el sol del cielo, mucho más resplandeciente que el sol que alumbra al mundo. Todas las otras bellezas en el cielo y en la tierra congregadas todas juntas no pueden igualar los encantos maravillosos de ese rostro, que fue desfigurado más que el de cualquier otro hombre. No hay nada bajo el cielo, ni en el cielo mismo, que pueda rivalizar con el rostro del Bienamado; sin embargo, ¡esos hombres lo golpearon! Pienso que los ángeles se estremecieron de horror al ver por primera vez, que los hombres golpeaban el rostro del Señor. Quizá digamos, No era sino Su rostro humano, es verdad; pero allí golpearon a toda la Deidad que podían alcanzar. Se trataba literalmente del hombre golpeando a Dios en el rostro. 
 Ahora nosotros, muchas veces haciendo pecados a escondidas, creemos que tapamos el rostro del Señor, que sus ojos no nos ven y atacamos a toda la deidad que tenemos a mano, contra la Iglesia, (cuerpo de Cristo), contra los hermanos o contra los siervos... Creemos que no estamos tentando al Señor, mintiendo al Espíritu Santo, y en vez de mostrar un espíritu compunjido, nos revestimos de orgullo y decimos, Yo? Cuando?, profetiza... profetiza... ¿Quien es el que te golpeó?... Pero Él como en ese instante continúa siendo paciente, permanece en silencio y su silencio es muy elocuente y en mi caso se mostró victorioso, pues ese silencio compunje mi alma... Siii ese silencio me quebranta, puesto que los muchos golpes, los muchos desprecios, los muchos escarnios, las muchas aguas no pudieron apagar el amor, ni lo ahogaron los ríos de pecado...
 Creamos de todo corazón en el Señor Jesucristo, en este mismo Señor que se humilló desde las alturas de la gloria hasta las profundidades de la vergüenza y del sufrimiento, y descubramos también que nuestra confianza en Él será recompensada incluso en esta vida. Y en el mundo venidero, ¡ah!, en aquel momento cuando Él no tendrá los ojos vendados, cuando no habrá burla ni escarnio ni golpes para Él, sino que todo será gloria por siempre, entonces ustedes y yo, si creemos de todo corazón en Él, participaremos eternamente de Su gloria. ¡Que Dios nos lo conceda, por Jesucristo nuestro Señor! Amén. 

Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo





LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-


Jesús ora en Getsemaní  (Mt. 26.36-46; Mr. 14.32-42)

Luc.22:39 Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron.  
Luc.22:40 Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.
Luc.22:41 Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,  
Luc.22:42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Luc.22:43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.  
Luc.22:44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.  
Luc.22:45 Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza;  
Luc.22:46 y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.  

Arresto de Jesús   (Mt. 26.47-56; Mr. 14.43-50; Jn. 18.2-11)  

Luc.22:47 Mientras él aún hablaba, se presentó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; y se acercó hasta Jesús para besarle.  
Luc.22:48 Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?  
Luc.22:49 Viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada?  
Luc.22:50 Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha.  
Luc.22:51 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó.  
Luc.22:52 Y Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos?  
Luc.22:53 Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de la tinieblas.  

Pedro niega a Jesús  (Mt. 26.57-58, 69-75; Mr. 14.53-54, 66-72; Jn. 18.12-18, 25-27)  

Luc.22:54 Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos.  
Luc.22:55 Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos.  
Luc.22:56 Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él.  
Luc.22:57 Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco.  
Luc.22:58 Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy.  
Luc.22:59 Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo.  
Luc.22:60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó.  
Luc.22:61 Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.  
Luc.22:62 Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.  

Jesús escarnecido y azotado  (Mt. 26.67-68; Mr. 14.65)  

Luc.22:63 Y los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de él y le golpeaban;  
Luc.22:64 y vendándole los ojos, le golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que te golpeó?  
Luc.22:65 Y decían otras muchas cosas injuriándole.  

Jesús ante el concilio  (Mt. 26.59-66; Mr. 14.55-64; Jn. 18.19-24)  

Luc.22:66 Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio, diciendo:  
Luc.22:67 ¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis;  
Luc.22:68 y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis.  
Luc.22:69 Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios.  
Luc.22:70 Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy.
Luc.22:71 Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.  


Capítulo 40

José interpreta dos sueños  

Gen.40:1 Aconteció después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto.  
Gen.40:2 Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos,  
Gen.40:3 y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso.  
Gen.40:4 Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión.  
Gen.40:5 Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado.  
Gen.40:6 Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes.  
Gen.40:7 Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes?  
Gen.40:8 Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.  
Gen.40:9 Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí,  
Gen.40:10 y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas.  
Gen.40:11 Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón.  
Gen.40:12 Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días.  
Gen.40:13 Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero.  
Gen.40:14 Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa.  
Gen.40:15 Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.  
Gen.40:16 Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza.  
Gen.40:17 En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza.  
Gen.40:18 Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son.  
Gen.40:19 Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti.  
Gen.40:20 Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores.  
Gen.40:21 E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón.  
Gen.40:22 Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José.  
Gen.40:23 Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.  


Capítulo 31

Declaración de confianza
Al músico principal. Salmo de David.

Sal.31:1 En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás;
Líbrame en tu justicia.
Sal.31:2 Inclina a mí tu oído, líbrame pronto;
Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme.
Sal.31:3 Porque tú eres mi roca y mi castillo;
Por tu nombre me guiarás y me encaminarás.
Sal.31:4 Sácame de la red que han escondido para mí,
Pues tú eres mi refugio.
Sal.31:5 En tu mano encomiendo mi espíritu;
Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.
Sal.31:6 Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias;
Mas yo en Jehová he esperado.
Sal.31:7 Me gozaré y alegraré en tu misericordia,
Porque has visto mi aflicción;
Has conocido mi alma en las angustias.
Sal.31:8 No me entregaste en mano del enemigo;
Pusiste mis pies en lugar espacioso.
Sal.31:9 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.
Sal.31:10 Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;
Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.
Sal.31:11 De todos mis enemigos soy objeto de oprobio,
Y de mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos;
Los que me ven fuera huyen de mí.
Sal.31:12 He sido olvidado de su corazón como un muerto;
He venido a ser como un vaso quebrado.
Sal.31:13 Porque oigo la calumnia de muchos;
El miedo me asalta por todas partes,
Mientras consultan juntos contra mí
E idean quitarme la vida.
Sal.31:14 Mas yo en ti confío, oh Jehová;
Digo: Tú eres mi Dios.
Sal.31:15 En tu mano están mis tiempos;
Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.
Sal.31:16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;
Sálvame por tu misericordia.
Sal.31:17 No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado;
Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol.
Sal.31:18 Enmudezcan los labios mentirosos,
Que hablan contra el justo cosas duras
Con soberbia y menosprecio.
Sal.31:19 ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen,
Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!
Sal.31:20 En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre;
Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas.
Sal.31:21 Bendito sea Jehová,
Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada.
Sal.31:22 Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos;
Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.
Sal.31:23 Amad a Jehová, todos vosotros sus santos;
A los fieles guarda Jehová,
Y paga abundantemente al que procede con soberbia.
Sal.31:24 Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová,

Y tome aliento vuestro corazón.

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