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“He aquí que el temor del Señor es la sabiduría”. (Job 28:28).-

Reflexiones de unos científicos

 Newton, matemático, físico, astrónomo y filósofo, célebre por su descubrimiento de las leyes de la gravedad universal, sufrió en los últimos años de su vida una gran debilitación de la memoria. Soportó esa prueba con paciencia y dijo, cierto día: “Que me sea dado poder conservar por lo menos el recuerdo de dos cosas: que yo soy un muy grande pecador y que Jesús es un muy grande Salvador”.
 Cauchy, gran matemático, dijo: “Soy cristiano, es decir, creo en la divinidad de Jesucristo como todos los grandes astrónomos, físicos y geómetras de los siglos pasados. Mis convicciones son el resultado, no de prejuicios debidos a la educación, sino de un examen profundo”.
 Jaime Simpsori, quien descubrió el cloroformo, aseveró: “Mi más grande descubrimiento fue el de mi condición de pecador ante Dios y el de Jesucristo como mi Salvador”.
 Linneo, botánico sueco, al hablar de Dios, dijo: “Cuando escudriñé sus obras, le vi pasar ante mí y quedé confundido de admiración”.
 Henri Fabre, entomólogo francés, manifestó: “No puedo decir que creo en Dios, <Le veo>”.
 Faraday, físico y químico, expresó: “Si piensan con bastante fuerza, ustedes estarán obligados por la ciencia a creer en Dios”.
 El astrónomo John Herschell aseguró: “No es cierto que la ciencia induzca a los que la cultivan a dudar de la inmortalidad del alma y a rechazar la Revelación”.
 El astrónomo Kepler dijo: “¡Tú, alma mía, alaba a tu Creador! Es para El y en El que todo existe”,
 Maedler, director del Observatorio de Dorpat, sentenció: “Un verdadero naturalista no, puede ser ateo”.-
 Y nosotros, que diremos??, Diremos junto con el Salmista:
145:9 Bueno es Jehová para con todos,
    Y sus misericordias sobre todas sus obras.
145:10 Te alaben, oh Jehová, todas tus obras,
    Y tus santos te bendigan.
145:11 La gloria de tu reino digan,
    Y hablen de tu poder,
145:12 Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,
   Y la gloria de la magnificencia de su reino.
145:13 Tu reino es reino de todos los siglos,
   Y tu señorío en todas las generaciones.

Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo





LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-


En el camino a Emaús   (Mr. 16.12-13)


Luc.24:13 Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios  de Jerusalén.  
Luc.24:14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.  
Luc.24:15 Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.  
Luc.24:16 Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen.  
Luc.24:17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?  
Luc.24:18 Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?  
Luc.24:19 Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;  
Luc.24:20 y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron.  
Luc.24:21 Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.  
Luc.24:22 Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro;  
Luc.24:23 y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive.  
Luc.24:24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.  
Luc.24:25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!  
Luc.24:26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?  
Luc.24:27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.  
Luc.24:28 Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos.  
Luc.24:29 Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos.  
Luc.24:30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.  
Luc.24:31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista.  
Luc.24:32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?  
Luc.24:33 Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos,  
Luc.24:34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón.  
Luc.24:35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.  


Jesús se aparece a los discípulos  (Mt. 28.16-20; Mr. 16.14-18; Jn. 20.19-23)  


Luc.24:36 Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.  
Luc.24:37 Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.  
Luc.24:38 Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?  
Luc.24:39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
Luc.24:40 Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.  
Luc.24:41 Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
Luc.24:42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.  
Luc.24:43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos.  
Luc.24:44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Luc.24:45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;  
Luc.24:46 y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
Luc.24:47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.  
Luc.24:48 Y vosotros sois testigos de estas cosas.  
24:49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.


La ascensión   (Mr. 16.19-20)


Luc.24:50 Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo.  
Luc.24:51 Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo.
Luc.24:52 Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo;  
Luc.24:53 y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén.  

Capítulo 44


La copa de José


Gen.44:1 Mandó José al mayordomo de su casa, diciendo: Llena de alimento los costales de estos varones, cuanto puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal.  
Gen.44:2 Y pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. Y él hizo como dijo José.  
Gen.44:3 Venida la mañana, los hombres fueron despedidos con sus asnos.  
Gen.44:4 Habiendo ellos salido de la ciudad, de la que aún no se habían alejado, dijo José a su mayordomo: Levántate y sigue a esos hombres; y cuando los alcances, diles: ¿Por qué habéis vuelto mal por bien? ¿Por qué habéis robado mi copa de plata?  
Gen.44:5 ¿No es ésta en la que bebe mi señor, y por la que suele adivinar? Habéis hecho mal en lo que hicisteis.  
Gen.44:6 Cuando él los alcanzó, les dijo estas palabras.  
Gen.44:7 Y ellos le respondieron: ¿Por qué dice nuestro señor tales cosas? Nunca tal hagan tus siervos.  
Gen.44:8 He aquí, el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán; ¿cómo, pues, habíamos de hurtar de casa de tu señor plata ni oro?  
Gen.44:9 Aquel de tus siervos en quien fuere hallada la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi señor.  
Gen.44:10 Y él dijo: También ahora sea conforme a vuestras palabras; aquel en quien se hallare será mi siervo, y vosotros seréis sin culpa.  
Gen.44:11 Ellos entonces se dieron prisa, y derribando cada uno su costal en tierra, abrió cada cual el costal suyo.
Gen.44:12 Y buscó; desde el mayor comenzó, y acabó en el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín.  
Gen.44:13 Entonces ellos rasgaron sus vestidos, y cargó cada uno su asno y volvieron a la ciudad.  
Gen.44:14 Vino Judá con sus hermanos a casa de José, que aún estaba allí, y se postraron delante de él en tierra.  
Gen.44:15 Y les dijo José: ¿Qué acción es esta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo sabe adivinar?  
Gen.44:16 Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos, o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos; he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros, y también aquel en cuyo poder fue hallada la copa.  
Gen.44:17 José respondió: Nunca yo tal haga. El varón en cuyo poder fue hallada la copa, él será mi siervo; vosotros id en paz a vuestro padre.  


Judá intercede por Benjamín  


Gen.44:18 Entonces Judá se acercó a él, y dijo: Ay, señor mío, te ruego que permitas que hable tu siervo una palabra en oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues tú eres como Faraón.  
Gen.44:19 Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: ¿Tenéis padre o hermano?  
Gen.44:20 Y nosotros respondimos a mi señor: Tenemos un padre anciano, y un hermano joven, pequeño aún, que le nació en su vejez; y un hermano suyo murió, y él solo quedó de los hijos de su madre; y su padre lo ama.  
Gen.44:21 Y tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, y pondré mis ojos sobre él.  
Gen.44:22 Y nosotros dijimos a mi señor: El joven no puede dejar a su padre, porque si lo dejare, su padre morirá.  
Gen.44:23 Y dijiste a tus siervos: Si vuestro hermano menor no desciende con vosotros, no veréis más mi rostro.  
Gen.44:24 Aconteció, pues, que cuando llegamos a mi padre tu siervo, le contamos las palabras de mi señor.
Gen.44:25 Y dijo nuestro padre: Volved a comprarnos un poco de alimento.  
Gen.44:26 Y nosotros respondimos: No podemos ir; si nuestro hermano va con nosotros, iremos; porque no podremos ver el rostro del varón, si no está con nosotros nuestro hermano el menor.  
Gen.44:27 Entonces tu siervo mi padre nos dijo: Vosotros sabéis que dos hijos me dio a luz mi mujer;  
Gen.44:28 y el uno salió de mi presencia, y pienso de cierto que fue despedazado, y hasta ahora no lo he visto.  
Gen.44:29 Y si tomáis también a éste de delante de mí, y le acontece algún desastre, haréis descender mis canas con dolor al Seol.  
Gen.44:30 Ahora, pues, cuando vuelva yo a tu siervo mi padre, si el joven no va conmigo, como su vida está ligada a la vida de él,  
Gen.44:31 sucederá que cuando no vea al joven, morirá; y tus siervos harán descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor al Seol.  
Gen.44:32 Como tu siervo salió por fiador del joven con mi padre, diciendo: Si no te lo vuelvo a traer, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre;  
Gen.44:33 te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos.  
Gen.44:34 Porque ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre.

Capítulo 35
Plegaria pidiendo ser librado de los enemigos
Salmo de David.


Sal.35:1 Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden;
Pelea contra los que me combaten.
Sal.35:2 Echa mano al escudo y al pavés,
Y levántate en mi ayuda.
Sal.35:3 Saca la lanza, cierra contra mis perseguidores;
Di a mi alma: Yo soy tu salvación.
Sal.35:4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida;
Sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan.
Sal.35:5 Sean como el tamo delante del viento,
Y el ángel de Jehová los acose.
Sal.35:6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo,
Y el ángel de Jehová los persiga.
Sal.35:7 Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo;
Sin causa cavaron hoyo para mi alma.
Sal.35:8 Véngale el quebrantamiento sin que lo sepa,
Y la red que él escondió lo prenda;
Con quebrantamiento caiga en ella.
Sal.35:9 Entonces mi alma se alegrará en Jehová;
Se regocijará en su salvación.
Sal.35:10 Todos mis huesos dirán: Jehová, ¿quién como tú,
Que libras al afligido del más fuerte que él,
Y al pobre y menesteroso del que le despoja?
Sal.35:11 Se levantan testigos malvados;
De lo que no sé me preguntan;
Sal.35:12 Me devuelven mal por bien,
Para afligir a mi alma.
Sal.35:13 Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio;
Afligí con ayuno mi alma,
Y mi oración se volvía a mi seno.
Sal.35:14 Como por mi compañero, como por mi hermano andaba;
Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba.
Sal.35:15 Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron;
Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía;
Me despedazaban sin descanso;
Sal.35:16 Como lisonjeros, escarnecedores y truhanes,
Crujieron contra mí sus dientes.
Sal.35:17 Señor, ¿hasta cuándo verás esto?
Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones.
Sal.35:18 Te confesaré en grande congregación;
Te alabaré entre numeroso pueblo.
Sal.35:19 No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos,
Ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo.
Sal.35:20 Porque no hablan paz;
Y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas.
Sal.35:21 Ensancharon contra mí su boca;
Dijeron: ¡Ea, ea, nuestros ojos lo han visto!
Sal.35:22 Tú lo has visto, oh Jehová; no calles;
Señor, no te alejes de mí.
Sal.35:23 Muévete y despierta para hacerme justicia,
Dios mío y Señor mío, para defender mi causa.
Sal.35:24 Júzgame conforme a tu justicia, Jehová Dios mío,
Y no se alegren de mí.
Sal.35:25 No digan en su corazón: ¡Ea, alma nuestra!
No digan: ¡Le hemos devorado!
Sal.35:26 Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran;
Vístanse de vergüenza y de confusión los que se engrandecen contra mí.
Sal.35:27 Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa,
Y digan siempre: Sea exaltado Jehová,
Que ama la paz de su siervo.
Sal.35:28 Y mi lengua hablará de tu justicia

Y de tu alabanza todo el día.

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