Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí. (Isaías 44:22).-
Algo esta pasando con la juventud.-
Hay una gran cantidad de jóvenes creyentes que están dejando de congregar, les anunciamos ardientemente que “¡Están en un grave peligro! ¡Vuélvanse al Señor, inmediatamente!”. Sin embargo, nuestra proclama, por desesperada que sea, no logra infundir el temor que se debe tener ante un peligro así; a lo más haría que nos creyesen locos.
Pero, ¿qué haríamos frente a un hombre ciego que camina derecho hacia un precipicio? ¿qué haríamos ante un automovilista que corre, en una noche oscura de temporal, en dirección a un puente cortado? podemos decir que el peligro que enfrenta un joven creyente que se ha alejado de Dios no es menor; al contrario.
No se trata simplemente de que alejándose de Dios pierde el gozo y la paz, sino se trata de que está en peligro de perder la Vida y el alma
Hay ríos de deshielo cordilleranos que algunos jóvenes en la época de primavera usan por diversión y deporte para bajar por ellos, se les llaman ríos rápidos. Muchos van a disfrutar la emoción de lanzarse en unas pequeñas embarcaciones por una corriente avasalladora, evadiendo a duras penas las rocas y el peligro de volcamiento. La emoción es fuerte, y quienes las buscan, sin duda que las encuentran allí. Sin embargo, estos rápidos no revisten mayor peligro, porque los participantes llevan puestos los equipos de emergencia, y porque al final de la ruta están las aguas mansas y tibias, que reciben a los excitados aventureros.
La corriente del mundo es –especialmente para los jóvenes– como uno de estos ríos rápidos. Ofrece fuertes emociones y están muy ‘en la onda’. Sin embargo, a diferencia de los rápidos de estos ríos cordilleranos, la corriente del mundo no tiene resguardos para un cristiano, no hay allí chalecos salvavidas, ni hay un remanso al final del camino. Los ‘rápidos’ de la corriente del mundo tienen un final abrupto y violento, más parecido al de las cataratas del Igüazú con su garganta del diablo, que a las de aquellos ríos...
No caen como sobre una alfombra de aguas mansas, sino se estrellan violentamente sobre las rocas duras de la vida secular, en las puertas mismas del infierno.
¿Por que decimos que si se apartan de Dios están en peligro de perder la vida? La juventud es, amado creyente, la edad de las grandes decisiones. Lo que ellos elijan ahora le seguirá para toda la vida. Sea en el plano sentimental, sea en el plano laboral. En casi todo lo que hagan cuando sean adultos, estará determinado por lo que se hace (o deje de hacer) cuando se es joven.
Miremos aquí una cosa asombrosa: a la inexperiencia de la juventud, la vida actual exige la sabiduría de la vejez para la toma de decisiones atinadas. ¿Quién aconsejará en los momento de juventud? ¿Los padres? No, y aunque lo hicieran, si la sabiduría no está en el corazón del joven, los padres poco podrán hacer para suplirla. Los consejos de los padres, por sabios que sean, no hallarán eco en el joven a menos que dentro de él esté la Sabiduría. ¿Aconsejarán los Siervos? Si el joven está lejos de Dios no buscará el consejo de un Siervo. Su círculo de amigos le parecerá mejor que el más sabio consejero, aunque su fin sea la muerte misma.
Si elige mal la esposa (o el esposo); si elige mal la profesión, y después quisiera servir al Señor, encontraría un estorbo difícil de superar. La única posibilidad que tienen de no equivocarse en estos importantes asuntos es volviéndose al Señor (antes de que sea tarde) para que Él sea la sabiduría guiadora. Hemos conocido jóvenes que amaban al Señor y tempranamente quisieron servirle; sin embargo, fueron estorbados más tarde, en forma permanente, por una esposa o esposo incrédulos o por un trabajo asfixiante.
Hay otro peligro, no menos grave que el anterior: Es la vuelta al pecado y a la inmundicia.
Cuando un ser humano se acerca a Dios se aleja del pecado, pero cuando se aleja de Dios se acerca peligrosamente al pecado. Siendo un hijo de Dios, y habiendo conocido la santidad, se ve envuelto en las costumbres de los que no conocen a Dios. ¿Cuál será allí su satisfacción? Allí se sentirá muy desdichado. Una oveja y un cerdo reaccionan de manera diferente en el lodazal. Un cerdo que se mete en él barro gruñe de satisfacción y se enoja si intentan sacarlo. Una oveja, en cambio, no va a estar feliz allí, porque no está en su elemento. Va a luchar hasta que logre salir de él.
Un joven creyente lejos de Dios está muy próximo a caer en el barro, a ensuciar sus ropas. Allí no va a disfrutar del sucio placer mundano, porque el Espíritu Santo le redargüirá. No está bien con Dios, pero tampoco estará bien en el mundo. Su suerte será muy desdichada mientras no vuelva a Dios.
Las Escrituras afirman: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gál. 6:7). La juventud es una época de siembra. Muchos pecados cometidos en la juventud tienen su cosecha de muerte el resto de la vida. Un hijo concebido en la soltería, un accidente físico, un exceso moral, etc, todo ello es una siembra que traerá inevitablemente una cosecha.
Muchos traumas sicológicos que llevan los adultos son el efecto de una dura experiencia juvenil, de un pecado largamente acariciado. Sin embargo, hoy los jóvenes pueden sembrar también una buena semilla. La sensatez, la cordura y la sabiduría de Dios pueden guiarles eficazmente para no errar el camino. La vida adulta puede tener la paz y el reposo que dan las decisiones sabiamente tomadas cuando se está en paz con Dios.
¿Cuál es, entonces, la palabra para los jóvenes que creen en Dios, pero se han alejado de sus caminos? Es, fundamentalmente, una palabra de advertencia. Pero no es sólo eso. Es también una palabra de invitación.
La Palabra de Dios dice: “Buscad a Dios mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Is. 55:6). Y también dice: “Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb.4:16). En otro lugar dice: “Acerquémonos con corazón sincero…” (Heb.10:22).
Que sepan que no necesitan hacer méritos antes de acercarse a Dios. Dios sabe que no pueden mejorarse a si mismos, ni tampoco acercarse a él cuando su corazón está frío y duro.
Pero le pueden hablar sinceramente y decir lo que realmente sienten. Que le digan que han pecado, que no pueden con ellos mismos, que si Él no le ayuda, estarán perdidos. Que le digan a Dios sin rodeos todo lo que pasa en sus vidas y supliquen su ayuda. La sangre de Jesucristo está a favor de ellos, y el Abogado que tenemos en los cielos defenderá la causa. (1ª Juan 2:1).
Si lo hacen con sinceridad, recibirán socorro. Dios es tan misericordioso y fiel a su Palabra, que la única manera de no ser ayudado es no pidiendo ayuda.
Con todo, han de recordar: Si dejan fuera de sus vidas a Dios, entonces las consecuencias pueden ser muy trágicas, y sobre todo, perderán la seguridad, el gozo y la paz que sólo Dios puede dar.
Un siervo de Dios, C.H. Spurgeon dijo: “Si no estás buscando al Señor, el diablo te está buscando a ti.” Y el diablo, viene para hurtar, matar y destruir, no les busca para hacerles ningún bien. El Señor Jesús, sin embargo, vino para darnos Vida, y vida en abundancia. (Juan 10:10).
El Salmo 91:1: dice: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”. ¿Estarás tú bajo el alero de Dios o estás a la intemperie, expuesto a todos los peligros?
Hemos de saber que Dios nos ama. Esto es una verdad preciosa para nosotros. Sin embargo, si le damos vuelta la espalda, ¿cómo podrá Él defendernos? Si no quisiéremos ponernos bajo el abrigo del Altísimo, ¿cómo moraremos bajo su sombra? De nosotros depende el lugar donde estar. Que el Señor nos conceda la gracia para buscar refugio siempre en el Señor Jesucristo e ilumine a los jóvenes obnubilados por las corrientes mundanales .
La Iglesia desea que cuando sean adultos, ellos puedan decir con el rey David: “Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud. En ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; de ti será siempre mi alabanza.” (Salmo 71:5-6).
Un siervo de Dios tuvo una revelación de la Palabra en 2 Reyes cap. 2 donde unos jóvenes se burlaron del profeta Eliseo, de la palabra y del testimonio menospreciándolo por su calvicie. El profeta les maldijo, y saliendo dos osos mataron cuarenta y dos jóvenes... y decía el siervo: cuarenta y dos son los meses que durará la Gran Tribulación en que será raída la tercera parte de la población mundial, por lo que entendía que un alto porcentaje de los mas de dos mil quinientas millones de almas que encontrarán la muerte en ese periodo de tiempo, son jóvenes... Y que digo de la gran tribulación... si ahora mismo caen por la violencia, accidentes de transito, vicios y tantos otros fenómenos, vidas jóvenes con un futuro por delante son segados en lo mejor de sus años, dejando un terrible desconsuelo y casos de luto de por vida... Dios eterno, ten misericordia de nuestros jóvenes en los tiempos presentes... Por Jesucristo que pago por ellos... Amen....
Algo esta pasando con la juventud.-
Hay una gran cantidad de jóvenes creyentes que están dejando de congregar, les anunciamos ardientemente que “¡Están en un grave peligro! ¡Vuélvanse al Señor, inmediatamente!”. Sin embargo, nuestra proclama, por desesperada que sea, no logra infundir el temor que se debe tener ante un peligro así; a lo más haría que nos creyesen locos.
Pero, ¿qué haríamos frente a un hombre ciego que camina derecho hacia un precipicio? ¿qué haríamos ante un automovilista que corre, en una noche oscura de temporal, en dirección a un puente cortado? podemos decir que el peligro que enfrenta un joven creyente que se ha alejado de Dios no es menor; al contrario.
No se trata simplemente de que alejándose de Dios pierde el gozo y la paz, sino se trata de que está en peligro de perder la Vida y el alma
Hay ríos de deshielo cordilleranos que algunos jóvenes en la época de primavera usan por diversión y deporte para bajar por ellos, se les llaman ríos rápidos. Muchos van a disfrutar la emoción de lanzarse en unas pequeñas embarcaciones por una corriente avasalladora, evadiendo a duras penas las rocas y el peligro de volcamiento. La emoción es fuerte, y quienes las buscan, sin duda que las encuentran allí. Sin embargo, estos rápidos no revisten mayor peligro, porque los participantes llevan puestos los equipos de emergencia, y porque al final de la ruta están las aguas mansas y tibias, que reciben a los excitados aventureros.
La corriente del mundo es –especialmente para los jóvenes– como uno de estos ríos rápidos. Ofrece fuertes emociones y están muy ‘en la onda’. Sin embargo, a diferencia de los rápidos de estos ríos cordilleranos, la corriente del mundo no tiene resguardos para un cristiano, no hay allí chalecos salvavidas, ni hay un remanso al final del camino. Los ‘rápidos’ de la corriente del mundo tienen un final abrupto y violento, más parecido al de las cataratas del Igüazú con su garganta del diablo, que a las de aquellos ríos...
No caen como sobre una alfombra de aguas mansas, sino se estrellan violentamente sobre las rocas duras de la vida secular, en las puertas mismas del infierno.
¿Por que decimos que si se apartan de Dios están en peligro de perder la vida? La juventud es, amado creyente, la edad de las grandes decisiones. Lo que ellos elijan ahora le seguirá para toda la vida. Sea en el plano sentimental, sea en el plano laboral. En casi todo lo que hagan cuando sean adultos, estará determinado por lo que se hace (o deje de hacer) cuando se es joven.
Miremos aquí una cosa asombrosa: a la inexperiencia de la juventud, la vida actual exige la sabiduría de la vejez para la toma de decisiones atinadas. ¿Quién aconsejará en los momento de juventud? ¿Los padres? No, y aunque lo hicieran, si la sabiduría no está en el corazón del joven, los padres poco podrán hacer para suplirla. Los consejos de los padres, por sabios que sean, no hallarán eco en el joven a menos que dentro de él esté la Sabiduría. ¿Aconsejarán los Siervos? Si el joven está lejos de Dios no buscará el consejo de un Siervo. Su círculo de amigos le parecerá mejor que el más sabio consejero, aunque su fin sea la muerte misma.
Si elige mal la esposa (o el esposo); si elige mal la profesión, y después quisiera servir al Señor, encontraría un estorbo difícil de superar. La única posibilidad que tienen de no equivocarse en estos importantes asuntos es volviéndose al Señor (antes de que sea tarde) para que Él sea la sabiduría guiadora. Hemos conocido jóvenes que amaban al Señor y tempranamente quisieron servirle; sin embargo, fueron estorbados más tarde, en forma permanente, por una esposa o esposo incrédulos o por un trabajo asfixiante.
Hay otro peligro, no menos grave que el anterior: Es la vuelta al pecado y a la inmundicia.
Cuando un ser humano se acerca a Dios se aleja del pecado, pero cuando se aleja de Dios se acerca peligrosamente al pecado. Siendo un hijo de Dios, y habiendo conocido la santidad, se ve envuelto en las costumbres de los que no conocen a Dios. ¿Cuál será allí su satisfacción? Allí se sentirá muy desdichado. Una oveja y un cerdo reaccionan de manera diferente en el lodazal. Un cerdo que se mete en él barro gruñe de satisfacción y se enoja si intentan sacarlo. Una oveja, en cambio, no va a estar feliz allí, porque no está en su elemento. Va a luchar hasta que logre salir de él.
Un joven creyente lejos de Dios está muy próximo a caer en el barro, a ensuciar sus ropas. Allí no va a disfrutar del sucio placer mundano, porque el Espíritu Santo le redargüirá. No está bien con Dios, pero tampoco estará bien en el mundo. Su suerte será muy desdichada mientras no vuelva a Dios.
Las Escrituras afirman: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gál. 6:7). La juventud es una época de siembra. Muchos pecados cometidos en la juventud tienen su cosecha de muerte el resto de la vida. Un hijo concebido en la soltería, un accidente físico, un exceso moral, etc, todo ello es una siembra que traerá inevitablemente una cosecha.
Muchos traumas sicológicos que llevan los adultos son el efecto de una dura experiencia juvenil, de un pecado largamente acariciado. Sin embargo, hoy los jóvenes pueden sembrar también una buena semilla. La sensatez, la cordura y la sabiduría de Dios pueden guiarles eficazmente para no errar el camino. La vida adulta puede tener la paz y el reposo que dan las decisiones sabiamente tomadas cuando se está en paz con Dios.
¿Cuál es, entonces, la palabra para los jóvenes que creen en Dios, pero se han alejado de sus caminos? Es, fundamentalmente, una palabra de advertencia. Pero no es sólo eso. Es también una palabra de invitación.
La Palabra de Dios dice: “Buscad a Dios mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Is. 55:6). Y también dice: “Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb.4:16). En otro lugar dice: “Acerquémonos con corazón sincero…” (Heb.10:22).
Que sepan que no necesitan hacer méritos antes de acercarse a Dios. Dios sabe que no pueden mejorarse a si mismos, ni tampoco acercarse a él cuando su corazón está frío y duro.
Pero le pueden hablar sinceramente y decir lo que realmente sienten. Que le digan que han pecado, que no pueden con ellos mismos, que si Él no le ayuda, estarán perdidos. Que le digan a Dios sin rodeos todo lo que pasa en sus vidas y supliquen su ayuda. La sangre de Jesucristo está a favor de ellos, y el Abogado que tenemos en los cielos defenderá la causa. (1ª Juan 2:1).
Si lo hacen con sinceridad, recibirán socorro. Dios es tan misericordioso y fiel a su Palabra, que la única manera de no ser ayudado es no pidiendo ayuda.
Con todo, han de recordar: Si dejan fuera de sus vidas a Dios, entonces las consecuencias pueden ser muy trágicas, y sobre todo, perderán la seguridad, el gozo y la paz que sólo Dios puede dar.
Un siervo de Dios, C.H. Spurgeon dijo: “Si no estás buscando al Señor, el diablo te está buscando a ti.” Y el diablo, viene para hurtar, matar y destruir, no les busca para hacerles ningún bien. El Señor Jesús, sin embargo, vino para darnos Vida, y vida en abundancia. (Juan 10:10).
El Salmo 91:1: dice: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”. ¿Estarás tú bajo el alero de Dios o estás a la intemperie, expuesto a todos los peligros?
Hemos de saber que Dios nos ama. Esto es una verdad preciosa para nosotros. Sin embargo, si le damos vuelta la espalda, ¿cómo podrá Él defendernos? Si no quisiéremos ponernos bajo el abrigo del Altísimo, ¿cómo moraremos bajo su sombra? De nosotros depende el lugar donde estar. Que el Señor nos conceda la gracia para buscar refugio siempre en el Señor Jesucristo e ilumine a los jóvenes obnubilados por las corrientes mundanales .
La Iglesia desea que cuando sean adultos, ellos puedan decir con el rey David: “Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud. En ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; de ti será siempre mi alabanza.” (Salmo 71:5-6).
Un siervo de Dios tuvo una revelación de la Palabra en 2 Reyes cap. 2 donde unos jóvenes se burlaron del profeta Eliseo, de la palabra y del testimonio menospreciándolo por su calvicie. El profeta les maldijo, y saliendo dos osos mataron cuarenta y dos jóvenes... y decía el siervo: cuarenta y dos son los meses que durará la Gran Tribulación en que será raída la tercera parte de la población mundial, por lo que entendía que un alto porcentaje de los mas de dos mil quinientas millones de almas que encontrarán la muerte en ese periodo de tiempo, son jóvenes... Y que digo de la gran tribulación... si ahora mismo caen por la violencia, accidentes de transito, vicios y tantos otros fenómenos, vidas jóvenes con un futuro por delante son segados en lo mejor de sus años, dejando un terrible desconsuelo y casos de luto de por vida... Dios eterno, ten misericordia de nuestros jóvenes en los tiempos presentes... Por Jesucristo que pago por ellos... Amen....
Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo
LECTURA BÍBLICA PARA HOY
La Biblia en un Año.-
Capítulo 19
Jesús enseña sobre el divorcio
- (Mr. 10. 1-12; Lc. 16. 18)
Mat.19:1 Aconteció que cuando
Jesús terminó estas palabras, se alejó de Galilea, y fue a las regiones de
Judea al otro lado del Jordán.
Mat.19:2 Y le siguieron grandes
multitudes, y los sanó allí.
Mat.19:3 Entonces vinieron a él
los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer
por cualquier causa?
Mat.19:4 El, respondiendo, les
dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los
hizo,
Mat.19:5 y dijo: Por esto el
hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola
carne?
Mat.19:6 Así que no son ya más
dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
Mat.19:7 Le dijeron: ¿Por qué,
pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?
Mat.19:8 El les dijo: Por la
dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas
al principio no fue así.
Mat.19:9 Y yo os digo que
cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa
con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.
Mat.19:10 Le dijeron sus
discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene
casarse.
Mat.19:11 Entonces él les dijo:
No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado.
Mat.19:12 Pues hay eunucos que
nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por
los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino
de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.
Jesús bendice a los niños -
(Mr. 10. 13-16; Lc. 18. 15-17)
Mat.19:13 Entonces le fueron
presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los
discípulos les reprendieron.
Mat.19:14 Pero Jesús dijo:
Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el
reino de los cielos.
Mat.19:15 Y habiendo puesto
sobre ellos las manos, se fue de allí.
Capítulo 9
Celebración de la pascua
Num.9:1 Habló Jehová a Moisés
en el desierto de Sinaí, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto,
en el mes primero, diciendo:
Num.9:2 Los hijos de Israel
celebrarán la pascua a su tiempo.
Num.9:3 El decimocuarto día de
este mes, entre las dos tardes, la celebraréis a su tiempo; conforme a todos
sus ritos y conforme a todas sus leyes la celebraréis.
Num.9:4 Y habló Moisés a los
hijos de Israel para que celebrasen la pascua.
Num.9:5 Celebraron la pascua en
el mes primero, a los catorce días del mes, entre las dos tardes, en el
desierto de Sinaí; conforme a todas las cosas que mandó Jehová a Moisés, así
hicieron los hijos de Israel.
Num.9:6 Pero hubo algunos que
estaban inmundos a causa de muerto, y no pudieron celebrar la pascua aquel día;
y vinieron delante de Moisés y delante de Aarón aquel día,
Num.9:7 y le dijeron aquellos
hombres: Nosotros estamos inmundos por causa de muerto; ¿por qué seremos
impedidos de ofrecer ofrenda a Jehová a su tiempo entre los hijos de
Israel?
Num.9:8 Y Moisés les respondió:
Esperad, y oiré lo que ordena Jehová acerca de vosotros.
Num.9:9 Y Jehová habló a
Moisés, diciendo:
Num.9:10 Habla a los hijos de
Israel, diciendo: Cualquiera de vosotros o de vuestros descendientes, que
estuviere inmundo por causa de muerto o estuviere de viaje lejos, celebrará la
pascua a Jehová.
Num.9:11 En el mes segundo, a
los catorce días del mes, entre las dos tardes, la celebrarán; con panes sin
levadura y hierbas amargas la comerán.
Num.9:12 No dejarán del animal
sacrificado para la mañana, ni quebrarán hueso de él; conforme a todos los
ritos de la pascua la celebrarán.
Num.9:13 Mas el que estuviere
limpio, y no estuviere de viaje, si dejare de celebrar la pascua, la tal
persona será cortada de entre su pueblo; por cuanto no ofreció a su tiempo la
ofrenda de Jehová, el tal hombre llevará su pecado.
Num.9:14 Y si morare con
vosotros extranjero, y celebrare la pascua a Jehová, conforme al rito de la
pascua y conforme a sus leyes la celebrará; un mismo rito tendréis, tanto el extranjero
como el natural de la tierra.
La nube sobre el
tabernáculo (Ex. 40.34-38)
Num.9:15 El día que el
tabernáculo fue erigido, la nube cubrió el tabernáculo sobre la tienda del
testimonio; y a la tarde había sobre el tabernáculo como una apariencia de
fuego, hasta la mañana.
Num.9:16 Así era continuamente:
la nube lo cubría de día, y de noche la apariencia de fuego.
Num.9:17 Cuando se alzaba la
nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube
paraba, allí acampaban los hijos de Israel.
Num.9:18 Al mandato de Jehová
los hijos de Israel partían, y al mandato de Jehová acampaban; todos los días
que la nube estaba sobre el tabernáculo, permanecían acampados.
Num.9:19 Cuando la nube se
detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel
guardaban la ordenanza de Jehová, y no partían.
Num.9:20 Y cuando la nube
estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban, y al
mandato de Jehová partían.
Num.9:21 Y cuando la nube se
detenía desde la tarde hasta la mañana, o cuando a la mañana la nube se
levantaba, ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se
levantaba, entonces partían.
Num.9:22 O si dos días, o un
mes, o un año, mientras la nube se detenía sobre el tabernáculo permaneciendo
sobre él, los hijos de Israel seguían acampados, y no se movían; mas cuando
ella se alzaba, ellos partían.
Num.9:23 Al mandato de Jehová
acampaban, y al mandato de Jehová partían, guardando la ordenanza de Jehová
como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.
Capítulo 10
Las trompetas de plata
Num.10:1 Jehová habló a Moisés,
diciendo:
Num.10:2 Hazte dos trompetas de
plata; de obra de martillo las harás, las cuales te servirán para convocar la
congregación, y para hacer mover los campamentos.
Num.10:3 Y cuando las tocaren,
toda la congregación se reunirá ante ti a la puerta del tabernáculo de
reunión.
Num.10:4 Mas cuando tocaren
sólo una, entonces se congregarán ante ti los príncipes, los jefes de los
millares de Israel.
Num.10:5 Y cuando tocareis
alarma, entonces moverán los campamentos de los que están acampados al
oriente.
Num.10:6 Y cuando tocareis
alarma la segunda vez, entonces moverán los campamentos de los que están
acampados al sur; alarma tocarán para sus partidas.
Num.10:7 Pero para reunir la
congregación tocaréis, mas no con sonido de alarma.
Num.10:8 Y los hijos de Aarón,
los sacerdotes, tocarán las trompetas; y las tendréis por estatuto perpetuo por
vuestras generaciones.
Num.10:9 Y cuando saliereis a
la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os molestare, tocaréis alarma
con las trompetas; y seréis recordados por Jehová vuestro Dios, y seréis salvos
de vuestros enemigos.
Num.10:10 Y en el día de
vuestra alegría, y en vuestras solemnidades, y en los principios de vuestros
meses, tocaréis las trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los
sacrificios de paz, y os serán por memoria delante de vuestro Dios. Yo Jehová
vuestro Dios.
Los israelitas salen de
Sinaí
Num.10:11 En el año segundo, en
el mes segundo, a los veinte días del mes, la nube se alzó del tabernáculo del
testimonio.
Num.10:12 Y partieron los hijos
de Israel del desierto de Sinaí según el orden de marcha; y se detuvo la nube
en el desierto de Parán.
Num.10:13 Partieron la primera
vez al mandato de Jehová por medio de Moisés.
Num.10:14 La bandera del
campamento de los hijos de Judá comenzó a marchar primero, por sus ejércitos; y
Naasón hijo de Aminadab estaba sobre su cuerpo de ejército.
Num.10:15 Sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Isacar, Natanael hijo de Zuar.
Num.10:16 Y sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Zabulón, Eliab hijo de Helón.
Num.10:17 Después que estaba ya
desarmado el tabernáculo, se movieron los hijos de Gersón y los hijos de
Merari, que lo llevaban.
Num.10:18 Luego comenzó a
marchar la bandera del campamento de Rubén por sus ejércitos; y Elisur hijo de
Sedeur estaba sobre su cuerpo de ejército.
Num.10:19 Sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Simeón, Selumiel hijo de Zurisadai.
Num.10:20 Y sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Gad, Eliasaf hijo de Deuel.
Num.10:21 Luego comenzaron a
marchar los coatitas llevando el santuario; y entretanto que ellos llegaban, los
otros acondicionaron el tabernáculo.
Num.10:22 Después comenzó a
marchar la bandera del campamento de los hijos de Efraín por sus ejércitos; y
Elisama hijo de Amiud estaba sobre su cuerpo de ejército.
Num.10:23 Sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Manasés, Gamaliel hijo de Pedasur.
Num.10:24 Y sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Benjamín, Abidán hijo de Gedeoni.
Num.10:25 Luego comenzó a
marchar la bandera del campamento de los hijos de Dan por sus ejércitos, a
retaguardia de todos los campamentos; y Ahiezer hijo de Amisadai estaba sobre
su cuerpo de ejército.
Num.10:26 Sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Aser, Pagiel hijo de Ocrán.
Num.10:27 Y sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Neftalí, Ahira hijo de Enán.
Num.10:28 Este era el orden de
marcha de los hijos de Israel por sus ejércitos cuando partían.
Num.10:29 Entonces dijo Moisés
a Hobab, hijo de Ragüel madianita, su suegro: Nosotros partimos para el lugar
del cual Jehová ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros, y te haremos bien;
porque Jehová ha prometido el bien a Israel.
Num.10:30 Y él le respondió: Yo
no iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela.
Num.10:31 Y él le dijo: Te
ruego que no nos dejes; porque tú conoces los lugares donde hemos de acampar en
el desierto, y nos serás en lugar de ojos.
Num.10:32 Y si vienes con
nosotros, cuando tengamos el bien que Jehová nos ha de hacer, nosotros te
haremos bien.
Num.10:33 Así partieron del monte
de Jehová camino de tres días; y el arca del pacto de Jehová fue delante de
ellos camino de tres días, buscándoles lugar de descanso.
Num.10:34 Y la nube de Jehová
iba sobre ellos de día, desde que salieron del campamento.
Num.10:35 Cuando el arca se
movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y
huyan de tu presencia los que te aborrecen.
Num.10:36 Y cuando ella se
detenía, decía: Vuelve, oh Jehová, a los millares de millares de Israel.
Capítulo 7
Contraste entre la sabiduría y
la insensatez
Ecl.7:1 Mejor es la buena fama
que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del
nacimiento.
Ecl.7:2 Mejor es ir a la casa
del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los
hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.
Ecl.7:3 Mejor es el pesar que
la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.
Ecl.7:4 El corazón de los
sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa
en que hay alegría.
Ecl.7:5 Mejor es oír la
reprensión del sabio que la canción de los necios.
Ecl.7:6 Porque la risa del
necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es
vanidad.
Ecl.7:7 Ciertamente la opresión
hace entontecer al sabio, y las dádivas corrompen el corazón.
Ecl.7:8 Mejor es el fin del
negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de
espíritu.
Ecl.7:9 No te apresures en tu
espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.
Ecl.7:10 Nunca digas: ¿Cuál es
la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de
esto preguntarás con sabiduría.
Ecl.7:11 Buena es la ciencia
con herencia, y provechosa para los que ven el sol.
Ecl.7:12 Porque escudo es la
ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus
poseedores.
Ecl.7:13 Mira la obra de Dios;
porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?
Ecl.7:14 En el día del bien
goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno
como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.
Ecl.7:15 Todo esto he visto en
los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que
por su maldad alarga sus días.
Ecl.7:16 No seas demasiado
justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte?
Ecl.7:17 No hagas mucho mal, ni
seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo?
Ecl.7:18 Bueno es que tomes
esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme,
saldrá bien en todo.
Ecl.7:19 La sabiduría fortalece
al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.
Ecl.7:20 Ciertamente no hay
hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
Ecl.7:21 Tampoco apliques tu
corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando
dice mal de ti;
Ecl.7:22 porque tu corazón sabe
que tú también dijiste mal de otros muchas veces.
Ecl.7:23 Todas estas cosas
probé con sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de
mí.
Ecl.7:24 Lejos está lo que fue;
y lo muy profundo, ¿quién lo hallará?
Ecl.7:25 Me volví y fijé mi
corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para
conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error.
Ecl.7:26 Y he hallado más
amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos
ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en
ella preso.
Ecl.7:27 He aquí que esto he
hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la
razón;
Ecl.7:28 lo que aún busca mi
alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero mujer entre todas
éstas nunca hallé.
Ecl.7:29 He aquí, solamente
esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas
perversiones.
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