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“He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad… En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”. (Hebreos 10:9-10).-
“El mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. (1 Tesalonicenses 5:23)

Leer la Biblia en 1 Tesalonicenses 3:11-13 y 4:1-8

 ¡No son nuestras pruebas las que deben movernos a esperar al Señor: es nuestro amor hacia El, su venida “con todos sus santos” es el gran pensamiento que debe regir todo nuestro comportamiento. “Santos”, lo somos ante Dios por medio de la perfecta obra de Cristo. Pero al mismo tiempo somos exhortados a afirmar nuestros corazones en la santidad práctica; ella es la expresa voluntad de Dios para cada uno de los suyos. Un creyente deberá particularmente cuidarse para permanecer puro. Al considerar su cuerpo como un instrumento de placer, peca primeramente contra si mismo; arruina a veces su salud, siempre su conciencia (ésta pierde su sensibilidad frente al mal y se desarregla como un cuenta kilómetros que ha sido violentado).
 También puede perjudicar grandemente a otra persona. ¿Cuántas vidas destrozadas, espíritus y cuerpos mancillados y hogares comprometidos han pagado el precio de la vanidad de una conquista de fornicación o adulterio por el placer de unos momentos? (Véase Hebreos 13:4).
 Finalmente, la impureza, bajo todas sus formas, es un pecado contra Dios, como lo dice David en el Salmo 51:4: “Contra ti, contra ti sólo he pecado”. Nuestro cuerpo no nos pertenece más; ha llegado a ser el templo del Espíritu que Dios nos dio” (véase 1 Corintios 6:18-20). El Espíritu Santo reclama una morada santa. Conservar nuestro cuerpo sin reproche es honrar a Aquel que lo habita.

Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo





LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-


Capítulo 11


1ºCor.11:1 Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.  


Atavío de las mujeres  


1ºCor.11:2 Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.  
1ºCor.11:3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.  
1ºCor.11:4 Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza.  
1ºCor.11:5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado.  
1ºCor.11:6 Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra.  
1ºCor.11:7 Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.
1ºCor.11:8 Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón,  
1ºCor.11:9 y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.
1ºCor.11:10 Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.  
1ºCor.11:11 Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón;  
1ºCor.11:12 porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.  
1ºCor.11:13 Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?  
1ºCor.11:14 La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?  
1ºCor.11:15 Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.  
1ºCor.11:16 Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.  


Capítulo 4


El aceite de la viuda  


2°Rey.4:1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.  
2°Rey.4:2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.  
2°Rey.4:3 El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.  
2°Rey.4:4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.  
2°Rey.4:5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite.  
2°Rey.4:6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.  
2°Rey.4:7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.  


Eliseo y la sunamita  


2°Rey.4:8 Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer.  
2°Rey.4:9 Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios.  
2°Rey.4:10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.  
2°Rey.4:11 Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió.  
2°Rey.4:12 Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él.  
2°Rey.4:13 Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo.  
2°Rey.4:14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo.  
2°Rey.4:15 Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta.  
2°Rey.4:16 Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva.  
2°Rey.4:17 Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.  
2°Rey.4:18 Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores;  
2°Rey.4:19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre.  
2°Rey.4:20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.  
2°Rey.4:21 Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió.  
2°Rey.4:22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese.  
2°Rey.4:23 El dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo. Y ella respondió: Paz.  
2°Rey.4:24 Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere.  
2°Rey.4:25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita.  
2°Rey.4:26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.  
2°Rey.4:27 Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.  
2°Rey.4:28 Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?  
2°Rey.4:29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño.  
2°Rey.4:30 Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.  
2°Rey.4:31 El entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.   2°Rey.4:32 Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama.  
2°Rey.4:33 Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová.  
2°Rey.4:34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.  
2°Rey.4:35 Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.  
2°Rey.4:36 Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo.  
2°Rey.4:37 Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.  


Milagros en beneficio de los profetas  


2°Rey.4:38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas.  
2°Rey.4:39 Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.  
2°Rey.4:40 Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer.  
2°Rey.4:41 El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.  
2°Rey.4:42 Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma.  
2°Rey.4:43 Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará.  
2°Rey.4:44 Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.


Capítulo 9


Los juicios de Jehová son ineludibles  


Am.9:1  Vi al Señor que estaba sobre el altar, y dijo: Derriba el capitel, y estremézcanse las puertas, y hazlos pedazos sobre la cabeza de todos; y al postrero de ellos mataré a espada; no habrá de ellos quien huya, ni quien escape.  
Am.9:2 Aunque cavasen hasta el Seol, de allá los tomará mi mano; y aunque subieren hasta el cielo, de allá los haré descender.  
Am.9:3 Si se escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque se escondieren de delante de mis ojos en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente y los morderá.  
Am.9:4 Y si fueren en cautiverio delante de sus enemigos, allí mandaré la espada, y los matará; y pondré sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien.  
Am.9:5 El Señor, Jehová de los ejércitos, es el que toca la tierra, y se derretirá, y llorarán todos los que en ella moran; y crecerá toda como un río, y mermará luego como el río de Egipto.  
Am.9:6 El edificó en el cielo sus cámaras, y ha establecido su expansión sobre la tierra; él llama las aguas del mar, y sobre la faz de la tierra las derrama; Jehová es su nombre.  
Am.9:7 Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de etíopes, dice Jehová? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y de Kir a los arameos?  
Am.9:8 He aquí los ojos de Jehová el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová.
Am.9:9 Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra.  
Am.9:10 A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos alcanzará el mal.  


Restauración futura de Israel  


Am.9:11 En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado;  
Am.9:12 para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto.
Am.9:13 He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán.  
Am.9:14 Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos.  
Am.9:15 Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo.

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