“Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas y dijo: ¿Dónde está El Señor Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado”. (2 Reyes 2:14).-
¿Dónde está el Dios de Elías?
A una isla cercana a la costa de China había arribado un grupo de creyentes para predicar el Evangelio. Era el 9 de enero. Al final de una reunión, el predicador preguntó: “¿Por qué nadie quiere creer?” Alguien le replicó: “¡Tenernos un dios, un dios único,! Ta Wang, y nunca nos abandonó”. “¿Cómo saben ustedes que pueden confiar en él?”. “Cada año, desde hace 286 años, hacemos una procesión para él en el mes de enero. El día es revelado por medio de una predicción y cada año, sin falta, no hay lluvia ni nubes ese día”, “¿Cuándo tendrá lugar la procesión este año?”. “El 11 de enero a las 8 de la mañana”. “Entonces —repuso el predicador—, les aseguro que lloverá el 11. Gritos hostiles e incrédulos estallaron de todas partes: “Si llueve el 11, entonces es el Dios de ustedes el verdadero Dios”.
La situación era muy seria. Como un fuego de leña seca, la noticia se difundió por toda la aldea. Los creyentes se reunieron, preocupados. ¿No se acababa de cometer una falta grave con mucha temeridad? ¿Debían abandonar la isla? ¿Tenían el derecho de imponer a Dios una voluntad personal? ¿O debía aceptarse el desafío del Enemigo?
Era necesario orar, orar con urgencia, orar con fervor e insistencia. Y la contestación llegó. Uno de los evangelizadores escuchó una voz interior que le decía: “¿Dónde esté el Dios de Elías?” El se incorporó y dijo a los demás aún arrodillados: “Tengo la respuesta. El Señor enviará lluvia el 11”. Con acciones de gracias bendijeron a Dios. Nos recuerda cuando el Apóstol Pablo dijo en una ocasión difícil “Tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho”.- (Hechos 27:25).-
Se hizo notar a los cristianos que, efectivamente, desde tiempo inmemorial nunca había llovido el día de la procesión. Tal vez los habitantes de la isla, pescadores perspicaces, fueran capaces de prever el tiempo con algunos días de anticipación.- El hecho era innegable y turbador. Pero la voz seguía haciéndose oír: “Dónde está el Dios de Elías? ¿No sería más el mismo?”.
Los creyentes confesaron al Señor su falta de fe y le dijeron: “Señor, no necesitamos lluvia antes del 11 a la mañana”. Y salieron a predicar la buena nueva de la salvación por Jesucristo.
El 11 a la mañana, el sol despertó a nuestros amigos. Eran las siete. Ni una nube en el cielo. Se pusieron a comer su arroz después de haber dado gracias. Uno de ellos propuso: “Pienso que ha llegado el momento. La lluvia debe venir ahora. Recordémoselo al Señor. Antes que se hiciera oír el “Amén”, algunas gotas de lluvia golpearon las tejas secas. Pronto cayó un chaparrón. Alentados, los creyentes pidieron una fuerte lluvia, la que se produjo en abundancia.
La procesión estaba a punto de salir cuando cayeron las primeras gotas. La estatua del dios se hallaba colocada en una silla de manos. ¿Qué hacer? ¿Reconocerse vencidos? No. Se iba a sacar el dios, el que detendría la lluvia y obtendría la victoria. La procesión salió, siguió en las calles inundadas hasta que los silleteros, no pudiendo avanzar más, dieron un tropezón.
La silla de manos osciló en el camino y Ta-Wang, el dios de los pescadores, cayó. Se rompió su quijada y uno de sus brazos. La procesión prosiguió, no obstante; los pescadores iban con la cabeza descubierta bajo la violenta lluvia. Finalmente tuvieron que detenerse y la procesión se disolvió.
¿Cómo se iba a explicar semejante desastre?. Se habían equivocado de fecha… la fiesta debía tener lugar el 14 de enero. Los hombres no son rectos ante Dios; no quieren creer. Cuando los judíos pedían milagros y Jesús los hacía, ellos se apartaban de El. Decían que se arrepentirían si oyesen el testimonio de un hombre que resucitara de “entre los muertos”, pero cuando Lázaro salió de la tumba, “los principales sacerdotes acordaron darle muerte”.
El 14 de enero, mientras los aldeanos preparaban la procesión, el grupo de creyentes presentaba su petición con fe y confianza ante Dios. Y el Dios de Elías respondió de nuevo con una lluvia torrencial como la primera vez.
No nos toca desafiar. Pero si un “filisteo” como Goliat se nos acerca y ofende a nuestro Dios, cualesquiera sean su aparente fuerza y nuestra real flaqueza, avancemos hacia el enemigo con la fuerza que Dios confiará a las piedras del torrente puestas entre nuestras manos por su gracia, como lo hizo por David (Véase 1 Samuel 17). Elías, solo ante 450 falsos profetas, no tenía temor alguno: hizo derramar agua a cántaros llenos sobre la leña del altar, sabiendo que el fuego caería del cielo y consumiría el sacrificio (Véase 1 Reyes 18). “Pida con fe no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”. (Santiago 1:6).-
¿Dónde está el Dios de Elías?
A una isla cercana a la costa de China había arribado un grupo de creyentes para predicar el Evangelio. Era el 9 de enero. Al final de una reunión, el predicador preguntó: “¿Por qué nadie quiere creer?” Alguien le replicó: “¡Tenernos un dios, un dios único,! Ta Wang, y nunca nos abandonó”. “¿Cómo saben ustedes que pueden confiar en él?”. “Cada año, desde hace 286 años, hacemos una procesión para él en el mes de enero. El día es revelado por medio de una predicción y cada año, sin falta, no hay lluvia ni nubes ese día”, “¿Cuándo tendrá lugar la procesión este año?”. “El 11 de enero a las 8 de la mañana”. “Entonces —repuso el predicador—, les aseguro que lloverá el 11. Gritos hostiles e incrédulos estallaron de todas partes: “Si llueve el 11, entonces es el Dios de ustedes el verdadero Dios”.
La situación era muy seria. Como un fuego de leña seca, la noticia se difundió por toda la aldea. Los creyentes se reunieron, preocupados. ¿No se acababa de cometer una falta grave con mucha temeridad? ¿Debían abandonar la isla? ¿Tenían el derecho de imponer a Dios una voluntad personal? ¿O debía aceptarse el desafío del Enemigo?
Era necesario orar, orar con urgencia, orar con fervor e insistencia. Y la contestación llegó. Uno de los evangelizadores escuchó una voz interior que le decía: “¿Dónde esté el Dios de Elías?” El se incorporó y dijo a los demás aún arrodillados: “Tengo la respuesta. El Señor enviará lluvia el 11”. Con acciones de gracias bendijeron a Dios. Nos recuerda cuando el Apóstol Pablo dijo en una ocasión difícil “Tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho”.- (Hechos 27:25).-
Se hizo notar a los cristianos que, efectivamente, desde tiempo inmemorial nunca había llovido el día de la procesión. Tal vez los habitantes de la isla, pescadores perspicaces, fueran capaces de prever el tiempo con algunos días de anticipación.- El hecho era innegable y turbador. Pero la voz seguía haciéndose oír: “Dónde está el Dios de Elías? ¿No sería más el mismo?”.
Los creyentes confesaron al Señor su falta de fe y le dijeron: “Señor, no necesitamos lluvia antes del 11 a la mañana”. Y salieron a predicar la buena nueva de la salvación por Jesucristo.
El 11 a la mañana, el sol despertó a nuestros amigos. Eran las siete. Ni una nube en el cielo. Se pusieron a comer su arroz después de haber dado gracias. Uno de ellos propuso: “Pienso que ha llegado el momento. La lluvia debe venir ahora. Recordémoselo al Señor. Antes que se hiciera oír el “Amén”, algunas gotas de lluvia golpearon las tejas secas. Pronto cayó un chaparrón. Alentados, los creyentes pidieron una fuerte lluvia, la que se produjo en abundancia.
La procesión estaba a punto de salir cuando cayeron las primeras gotas. La estatua del dios se hallaba colocada en una silla de manos. ¿Qué hacer? ¿Reconocerse vencidos? No. Se iba a sacar el dios, el que detendría la lluvia y obtendría la victoria. La procesión salió, siguió en las calles inundadas hasta que los silleteros, no pudiendo avanzar más, dieron un tropezón.
La silla de manos osciló en el camino y Ta-Wang, el dios de los pescadores, cayó. Se rompió su quijada y uno de sus brazos. La procesión prosiguió, no obstante; los pescadores iban con la cabeza descubierta bajo la violenta lluvia. Finalmente tuvieron que detenerse y la procesión se disolvió.
¿Cómo se iba a explicar semejante desastre?. Se habían equivocado de fecha… la fiesta debía tener lugar el 14 de enero. Los hombres no son rectos ante Dios; no quieren creer. Cuando los judíos pedían milagros y Jesús los hacía, ellos se apartaban de El. Decían que se arrepentirían si oyesen el testimonio de un hombre que resucitara de “entre los muertos”, pero cuando Lázaro salió de la tumba, “los principales sacerdotes acordaron darle muerte”.
El 14 de enero, mientras los aldeanos preparaban la procesión, el grupo de creyentes presentaba su petición con fe y confianza ante Dios. Y el Dios de Elías respondió de nuevo con una lluvia torrencial como la primera vez.
No nos toca desafiar. Pero si un “filisteo” como Goliat se nos acerca y ofende a nuestro Dios, cualesquiera sean su aparente fuerza y nuestra real flaqueza, avancemos hacia el enemigo con la fuerza que Dios confiará a las piedras del torrente puestas entre nuestras manos por su gracia, como lo hizo por David (Véase 1 Samuel 17). Elías, solo ante 450 falsos profetas, no tenía temor alguno: hizo derramar agua a cántaros llenos sobre la leña del altar, sabiendo que el fuego caería del cielo y consumiría el sacrificio (Véase 1 Reyes 18). “Pida con fe no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”. (Santiago 1:6).-
Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo
LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año
Hec.7:23 Cuando hubo cumplido
la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los
hijos de Israel.
Hec.7:24 Y al ver a uno que era
maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido.
Hec.7:25 Pero él pensaba que sus
hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo
habían entendido así.
Hec.7:26 Y al día siguiente, se
presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones,
hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro?
Hec.7:27 Entonces el que
maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por
gobernante y juez sobre nosotros?
Hec.7:28 ¿Quieres tú matarme,
como mataste ayer al egipcio?
Hec.7:29 Al oír esta palabra,
Moisés huyó, y vivió como extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos
hijos.
Hec.7:30 Pasados cuarenta años,
un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de
una zarza.
Hec.7:31 Entonces Moisés,
mirando, se maravilló de la visión; y acercándose para observar, vino a él la
voz del Señor:
Hec.7:32 Yo soy el Dios de tus
padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés,
temblando, no se atrevía a mirar.
Hec.7:33 Y le dijo el Señor:
Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra
santa.
Hec.7:34 Ciertamente he visto
la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he
descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.
Hec.7:35 A este Moisés, a quien
habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste
lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le
apareció en la zarza.
Hec.7:36 Este los sacó,
habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en
el desierto por cuarenta años.
Hec.7:37 Este Moisés es el que
dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre
vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis.
Hec.7:38 Este es aquel Moisés
que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el
monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que
darnos;
Hec.7:39 al cual nuestros
padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se
volvieron a Egipto,
Hec.7:40 cuando dijeron a
Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que
nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.
Hec.7:41 Entonces hicieron un
becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus manos se
regocijaron.
Hec.7:42 Y Dios se apartó, y
los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está escrito en
el libro de los profetas:
¿Acaso me ofrecisteis víctimas
y sacrificios
En el desierto por cuarenta años,
casa de Israel?
Hec.7:43 Antes bien llevasteis el tabernáculo de
Moloc,
Y la estrella de vuestro dios
Renfán,
Figuras que os hicisteis para
adorarlas.
Os transportaré, pues, más allá
de Babilonia.
Hec.7:44 Tuvieron nuestros
padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios
cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto.
Hec.7:45 El cual, recibido a su
vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué al tomar posesión de la
tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros
padres, hasta los días de David.
Hec.7:46 Este halló gracia
delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob.
Hec.7:47 Mas Salomón le edificó
casa;
Hec.7:48 si bien el Altísimo no
habita en templos hechos de mano, como dice el profeta:
Hec.7:49 El cielo es mi trono,
Y la tierra el estrado de mis
pies.
¿Qué casa me edificaréis? dice
el Señor;
¿O cuál es el lugar de mi
reposo?
Hec.7:50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas?
Hec.7:51 ¡Duros de cerviz, e
incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu
Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
Hec.7:52 ¿A cuál de los
profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de
antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores
y matadores;
Hec.7:53 vosotros que
recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis.
Hec.7:54 Oyendo estas cosas, se
enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él.
Hec.7:55 Pero Esteban, lleno
del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a
Jesús que estaba a la diestra de Dios,
Hec.7:56 y dijo: He aquí, veo
los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.
Hec.7:57 Entonces ellos, dando
grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él.
Hec.7:58 Y echándole fuera de
la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un
joven que se llamaba Saulo.
Hec.7:59 Y apedreaban a
Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Hec.7:60 Y puesto de rodillas,
clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho
esto, durmió.
Capítulo 31
Josué es instalado como sucesor
de Moisés
Deut.31:1 Fue Moisés y habló
estas palabras a todo Israel,
Deut.31:2 y les dijo: Este día
soy de edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar; además de esto
Jehová me ha dicho: No pasarás este Jordán.
Deut.31:3 Jehová tu Dios, él
pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las
heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho.
Deut.31:4 Y hará Jehová con
ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los amorreos, y con su tierra, a
quienes destruyó.
Deut.31:5 Y los entregará
Jehová delante de vosotros, y haréis con ellos conforme a todo lo que os he
mandado.
Deut.31:6 Esforzaos y cobrad
ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va
contigo; no te dejará, ni te desamparará.
Deut.31:7 Y llamó Moisés a
Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú
entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les
daría, y tú se la harás heredar.
Deut.31:8 Y Jehová va delante
de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te
intimides.
Deut.31:9 Y escribió Moisés
esta ley, y la dio a los sacerdotes hijos de Leví, que llevaban el arca del
pacto de Jehová, y a todos los ancianos de Israel.
Deut.31:10 Y les mandó Moisés,
diciendo: Al fin de cada siete años, en el año de la remisión, en la fiesta de
los tabernáculos,
Deut.31:11 cuando viniere todo
Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere,
leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos.
Deut.31:12 Harás congregar al
pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus
ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de
cumplir todas las palabras de esta ley;
Deut.31:13 y los hijos de ellos
que no supieron, oigan, y aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días
que viviereis sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar
posesión de ella.
Deut.31:14 Y Jehová dijo a
Moisés: He aquí se ha acercado el día de tu muerte; llama a Josué, y esperad en
el tabernáculo de reunión para que yo le dé el cargo. Fueron, pues, Moisés y
Josué, y esperaron en el tabernáculo de reunión.
Deut.31:15 Y se apareció Jehová
en el tabernáculo, en la columna de nube; y la columna de nube se puso sobre la
puerta del tabernáculo.
Deut.31:16 Y Jehová dijo a
Moisés: He aquí, tú vas a dormir con tus padres, y este pueblo se levantará y
fornicará tras los dioses ajenos de la tierra adonde va para estar en medio de
ella; y me dejará, e invalidará mi pacto que he concertado con él;
Deut.31:17 y se encenderá mi
furor contra él en aquel día; y los abandonaré, y esconderé de ellos mi rostro,
y serán consumidos; y vendrán sobre ellos muchos males y angustias, y dirán en
aquel día: ¿No me han venido estos males porque no está mi Dios en medio de
mí?
Deut.31:18 Pero ciertamente yo
esconderé mi rostro en aquel día, por todo el mal que ellos habrán hecho, por
haberse vuelto a dioses ajenos.
Deut.31:19 Ahora pues,
escribíos este cántico, y enséñalo a los hijos de Israel; ponlo en boca de
ellos, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de
Israel.
Deut.31:20 Porque yo les
introduciré en la tierra que juré a sus padres, la cual fluye leche y miel; y
comerán y se saciarán, y engordarán; y se volverán a dioses ajenos y les
servirán, y me enojarán, e invalidarán mi pacto.
Deut.31:21 Y cuando les
vinieren muchos males y angustias, entonces este cántico responderá en su cara como
testigo, pues será recordado por la boca de sus descendientes; porque yo
conozco lo que se proponen de antemano, antes que los introduzca en la tierra
que juré darles.
Deut.31:22 Y Moisés escribió
este cántico aquel día, y lo enseñó a los hijos de Israel.
Deut.31:23 Y dio orden a Josué
hijo de Nun, y dijo: Esfuérzate y anímate, pues tú introducirás a los hijos de
Israel en la tierra que les juré, y yo estaré contigo.
Orden de guardar la ley junto
al arca
Deut.31:24 Y cuando acabó
Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse,
Deut.31:25 dio órdenes Moisés a
los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo:
Deut.31:26 Tomad este libro de
la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté
allí por testigo contra ti.
Deut.31:27 Porque yo conozco tu
rebelión, y tu dura cerviz; he aquí que aun viviendo yo con vosotros hoy, sois
rebeldes a Jehová; ¿cuánto más después que yo haya muerto?
Deut.31:28 Congregad a mí todos
los ancianos de vuestras tribus, y a vuestros oficiales, y hablaré en sus oídos
estas palabras, y llamaré por testigos contra ellos a los cielos y a la
tierra.
Deut.31:29 Porque yo sé que
después de mi muerte, ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino
que os he mandado; y que os ha de venir mal en los postreros días, por haber
hecho mal ante los ojos de Jehová, enojándole con la obra de vuestras
manos.
Cántico de Moisés
Deut.31:30 Entonces habló
Moisés a oídos de toda la congregación de Israel las palabras de este cántico
hasta acabarlo.
Capítulo 32
Deut.32:1 Escuchad, cielos, y
hablaré;
Y oiga la tierra los dichos de
mi boca.
Deut.32:2 Goteará como la lluvia mi enseñanza;
Destilará como el rocío mi
razonamiento;
Como la llovizna sobre la
grama,
Y como las gotas sobre la
hierba;
Deut.32:3 Porque el nombre de Jehová proclamaré.
Engrandeced a nuestro
Dios.
Deut.32:4 El es la Roca , cuya obra es perfecta,
Porque todos sus caminos son
rectitud;
Dios de verdad, y sin ninguna
iniquidad en él;
Es justo y recto.
Deut.32:5 La corrupción no es suya; de sus hijos es
la mancha,
Generación torcida y
perversa.
Deut.32:6 ¿Así pagáis a
Jehová,
Pueblo loco e ignorante?
¿No es él tu padre que te creó?
El te hizo y te estableció.
Deut.32:7 Acuérdate de los tiempos antiguos,
Considera los años de muchas
generaciones;
Pregunta a tu padre, y él te
declarará;
A tus ancianos, y ellos te
dirán.
Deut.32:8 Cuando el Altísimo hizo heredar a las
naciones,
Cuando hizo dividir a los hijos
de los hombres,
Estableció los límites de los
pueblos
Según el número de los hijos de
Israel.
Deut.32:9 Porque la porción de Jehová es su
pueblo;
Jacob la heredad que le
tocó.
Deut.32:10 Le halló en tierra
de desierto,
Y en yermo de horrible
soledad;
Lo trajo alrededor, lo
instruyó,
Lo guardó como a la niña de su
ojo.
Deut.32:11 Como el águila que
excita su nidada,
Revolotea sobre sus
pollos,
Extiende sus alas, los
toma,
Los lleva sobre sus plumas,
Deut.32:12 Jehová solo le
guió,
Y con él no hubo dios
extraño.
Deut.32:13 Lo hizo subir sobre
las alturas de la tierra,
Y comió los frutos del
campo,
E hizo que chupase miel de la
peña,
Y aceite del duro
pedernal;
Deut.32:14 Mantequilla de vacas
y leche de ovejas,
Con grosura de corderos,
Y carneros de Basán; también
machos cabríos,
Con lo mejor del trigo;
Y de la sangre de la uva
bebiste vino.
Deut.32:15 Pero engordó
Jesurún, y tiró coces
(Engordaste, te cubriste de
grasa);
Entonces abandonó al Dios que
lo hizo,
Y menospreció la Roca de su salvación.
Deut.32:16 Le despertaron a
celos con los dioses ajenos;
Lo provocaron a ira con
abominaciones.
Deut.32:17 Sacrificaron a los
demonios, y no a Dios;
A dioses que no habían
conocido,
A nuevos dioses venidos de
cerca,
Que no habían temido vuestros
padres.
Deut.32:18 De la Roca que te creó te
olvidaste;
Te has olvidado de Dios tu
creador.
Deut.32:19 Y lo vio Jehová, y
se encendió en ira
Por el menosprecio de sus hijos
y de sus hijas.
Deut.32:20 Y dijo: Esconderé de
ellos mi rostro,
Veré cuál será su fin;
Porque son una generación
perversa,
Hijos infieles.
Deut.32:21 Ellos me movieron a
celos con lo que no es Dios;
Me provocaron a ira con sus
ídolos;
Yo también los moveré a celos
con un pueblo que no es pueblo,
Los provocaré a ira con una
nación insensata.
Deut.32:22 Porque fuego se ha
encendido en mi ira,
Y arderá hasta las
profundidades del Seol;
Devorará la tierra y sus
frutos,
Y abrasará los fundamentos de los
montes.
Deut.32:23 Yo amontonaré males
sobre ellos;
Emplearé en ellos mis
saetas.
Deut.32:24 Consumidos serán de
hambre, y devorados de fiebre ardiente
Y de peste amarga;
Diente de fieras enviaré
también sobre ellos,
Con veneno de serpientes de la
tierra.
Deut.32:25 Por fuera desolará
la espada,
Y dentro de las cámaras el
espanto;
Así al joven como a la
doncella,
Al niño de pecho como al hombre
cano.
Deut.32:26 Yo había dicho que
los esparciría lejos,
Que haría cesar de entre los hombres
la memoria de ellos,
Deut.32:27 De no haber temido
la provocación del enemigo,
No sea que se envanezcan sus
adversarios,
No sea que digan: Nuestra mano
poderosa
Ha hecho todo esto, y no
Jehová.
Deut.32:28 Porque son nación
privada de consejos,
Y no hay en ellos
entendimiento.
Deut.32:29 ¡Ojalá fueran
sabios, que comprendieran esto,
Y se dieran cuenta del fin que
les espera!
Deut.32:30 ¿Cómo podría
perseguir uno a mil,
Y dos hacer huir a diez
mil,
Si su Roca no los hubiese vendido,
Y Jehová no los hubiera
entregado?
Deut.32:31 Porque la roca de
ellos no es como nuestra Roca,
Y aun nuestros enemigos son de ello jueces.
Deut.32:32 Porque de la vid de
Sodoma es la vid de ellos,
Y de los campos de Gomorra;
Las uvas de ellos son uvas ponzoñosas,
Racimos muy amargos tienen.
Deut.32:33 Veneno de serpientes
es su vino,
Y ponzoña cruel de áspides.
Deut.32:34 ¿No tengo yo esto
guardado conmigo,
Sellado en mis tesoros?
Deut.32:35 Mía es la venganza y
la retribución;
A su tiempo su pie resbalará,
Porque el día de su aflicción está cercano,
Y lo que les está preparado se apresura.
Deut.32:36 Porque Jehová
juzgará a su pueblo,
Y por amor de sus siervos se arrepentirá,
Cuando viere que la fuerza pereció,
Y que no queda ni siervo ni libre.
Deut.32:37 Y dirá: ¿Dónde están
sus dioses,
La roca en que se refugiaban;
Deut.32:38 Que comían la
grosura de sus sacrificios,
Y bebían el vino de sus libaciones?
Levántense, que os ayuden
Y os defiendan.
Deut.32:39 Ved ahora que yo, yo
soy,
Y no hay dioses conmigo;
Yo hago morir, y yo hago vivir;
Yo hiero, y yo sano;
Y no hay quien pueda librar de mi mano.
Deut.32:40 Porque yo alzaré a
los cielos mi mano,
Y diré: Vivo yo para siempre,
Deut.32:41 Si afilare mi
reluciente espada,
Y echare mano del juicio,
Yo tomaré venganza de mis enemigos,
Y daré la retribución a los que me aborrecen.
Deut.32:42 Embriagaré de sangre
mis saetas,
Y mi espada devorará carne;
En la sangre de los muertos y de los cautivos,
En las cabezas de larga cabellera del enemigo.
Deut.32:43 Alabad, naciones, a
su pueblo,
Porque él vengará la sangre de sus siervos,
Y tomará venganza de sus enemigos,
Y hará expiación por la tierra de su pueblo.
Deut.32:44 Vino Moisés y recitó
todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué hijo de
Nun.
Deut.32:45 Y acabó Moisés de
recitar todas estas palabras a todo Israel;
Deut.32:46 y les dijo: Aplicad
vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las
mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de
esta ley.
Deut.32:47 Porque no os es cosa
vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días
sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.
Se le permite a Moisés
contemplar la tierra de Canaán
Deut.32:48 Y habló Jehová a
Moisés aquel mismo día, diciendo:
Deut.32:49 Sube a este monte de
Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y
mira la tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel;
Deut.32:50 y muere en el monte
al cual subes, y sé unido a tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el
monte Hor, y fue unido a su pueblo;
Deut.32:51 por cuanto pecasteis
contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en
el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de
Israel.
Deut.32:52 Verás, por tanto,
delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos
de Israel.
Capítulo 19
Job confía en que Dios lo
justificará
Job 19:1 Respondió entonces
Job, y dijo:
Job 19:2 ¿Hasta cuándo
angustiaréis mi alma,
Y me moleréis con palabras?
Job 19:3 Ya me habéis
vituperado diez veces;
¿No os avergonzáis de injuriarme?
Job 19:4 Aun siendo verdad que
yo haya errado,
Sobre mí recaería mi error.
Job 19:5 Pero si vosotros os
engrandecéis contra mí,
Y contra mí alegáis mi oprobio,
Job 19:6 Sabed ahora que Dios
me ha derribado,
Y me ha envuelto en su red.
Job 19:7 He aquí, yo clamaré
agravio, y no seré oído;
Daré voces, y no habrá juicio.
Job 19:8 Cercó de vallado mi
camino, y no pasaré;
Y sobre mis veredas puso tinieblas.
Job 19:9 Me ha despojado de mi
gloria,
Y quitado la corona de mi cabeza.
Job 19:10 Me arruinó por todos
lados, y perezco;
Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.
Job 19:11 Hizo arder contra mí
su furor,
Y me contó para sí entre sus enemigos.
Job 19:12 Vinieron sus
ejércitos a una, y se atrincheraron en mí,
Y acamparon en derredor de mi tienda.
Job 19:13 Hizo alejar de mí a
mis hermanos,
Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí.
Job 19:14 Mis parientes se
detuvieron,
Y mis conocidos se olvidaron de mí.
Job 19:15 Los moradores de mi
casa y mis criadas me tuvieron por extraño;
Forastero fui yo a sus ojos.
Job 19:16 Llamé a mi siervo, y
no respondió;
De mi propia boca le suplicaba.
Job 19:17 Mi aliento vino a ser
extraño a mi mujer,
Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
Job 19:18 Aun los muchachos me
menospreciaron;
Al levantarme, hablaban contra mí.
Job 19:19 Todos mis íntimos
amigos me aborrecieron,
Y los que yo amaba se volvieron contra mí.
Job 19:20 Mi piel y mi carne se
pegaron a mis huesos,
Y he escapado con sólo la piel de mis dientes.
Job 19:21 ¡Oh, vosotros mis
amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí!
Porque la mano de Dios me ha tocado.
Job 19:22 ¿Por qué me perseguís
como Dios,
Y ni aun de mi carne os saciáis?
Job 19:23 ¡Quién diese ahora
que mis palabras fuesen escritas!
¡Quién diese que se escribiesen en un libro;
Job 19:24 Que con cincel de
hierro y con plomo
Fuesen esculpidas en piedra para siempre!
Job 19:25 Yo sé que mi Redentor
vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;
Job 19:26 Y después de deshecha
esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;
Job 19:27 Al cual veré por mí
mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
Job 19:28 Mas debierais decir:
¿Por qué le perseguimos?
Ya que la raíz del asunto se halla en mí.
Job 19:29 Temed vosotros
delante de la espada;
Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las
injusticias,
Para
que sepáis que hay un juicio.
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