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“Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas y dijo: ¿Dónde está El Señor Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado”. (2 Reyes 2:14).-

¿Dónde está el Dios de Elías?

 A una isla cercana a la costa de China había arribado un grupo de creyentes para predicar el Evangelio. Era el 9 de enero. Al final de una reunión, el predicador preguntó: “¿Por qué nadie quiere creer?” Alguien le replicó: “¡Tenernos un dios, un dios único,! Ta Wang, y nunca nos abandonó”. “¿Cómo saben ustedes que pueden confiar en él?”. “Cada año, desde hace 286 años, hacemos una procesión para él en el mes de enero. El día es revelado por medio de una predicción y cada año, sin falta, no hay lluvia ni nubes ese día”, “¿Cuándo tendrá lugar la procesión este año?”. “El 11 de enero a las 8 de la mañana”. “Entonces —repuso el predicador—, les aseguro que lloverá el 11. Gritos hostiles e incrédulos estallaron de todas partes: “Si llueve el 11, entonces es el Dios de ustedes el verdadero Dios”.
 La situación era muy seria. Como un fuego de leña seca, la noticia se difundió por toda la aldea. Los creyentes se reunieron, preocupados. ¿No se acababa de cometer una falta grave con mucha temeridad? ¿Debían abandonar la isla? ¿Tenían el derecho de imponer a Dios una voluntad personal? ¿O debía aceptarse el desafío del Enemigo?
 Era necesario orar, orar con urgencia, orar con fervor e insistencia. Y la contestación llegó. Uno de los evangelizadores escuchó una voz interior que le decía: “¿Dónde esté el Dios de Elías?” El se incorporó y dijo a los demás aún arrodillados: “Tengo la respuesta. El Señor enviará lluvia el 11”. Con acciones de gracias bendijeron a Dios. Nos recuerda cuando el Apóstol Pablo dijo en una ocasión difícil “Tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho”.- (Hechos 27:25).-
 Se hizo notar a los cristianos que, efectivamente, desde tiempo inmemorial nunca había llovido el día de la procesión. Tal vez los habitantes de la isla, pescadores perspicaces, fueran capaces de prever el tiempo con algunos días de anticipación.- El hecho era innegable y turbador. Pero la voz seguía haciéndose oír: “Dónde está el Dios de Elías? ¿No sería más el mismo?”.
 Los creyentes confesaron al Señor su falta de fe y le dijeron: “Señor, no necesitamos lluvia antes del 11 a la mañana”. Y salieron a predicar la buena nueva de la salvación por Jesucristo.
 El 11 a la mañana, el sol despertó a nuestros amigos. Eran las siete. Ni una nube en el cielo. Se pusieron a comer su arroz después de haber dado gracias. Uno de ellos propuso: “Pienso que ha llegado el momento. La lluvia debe venir ahora. Recordémoselo al Señor. Antes que se hiciera oír el “Amén”, algunas gotas de lluvia golpearon las tejas secas. Pronto cayó un chaparrón. Alentados, los creyentes pidieron una fuerte lluvia, la que se produjo en abundancia.
 La procesión estaba a punto de salir cuando cayeron las primeras gotas. La estatua del dios se hallaba colocada en una silla de manos. ¿Qué hacer? ¿Reconocerse vencidos? No. Se iba a sacar el dios, el que detendría la lluvia y obtendría la victoria. La procesión salió, siguió en las calles inundadas hasta que los silleteros, no pudiendo avanzar más, dieron un tropezón.
 La silla de manos osciló en el camino y Ta-Wang, el dios de los pescadores, cayó. Se rompió su quijada y uno de sus brazos. La procesión prosiguió, no obstante; los pescadores iban con la cabeza descubierta bajo la violenta lluvia. Finalmente tuvieron que detenerse y la procesión se disolvió.
 ¿Cómo se iba a explicar semejante desastre?. Se habían equivocado de fecha… la fiesta debía tener lugar el 14 de enero.  Los hombres no son rectos ante Dios; no quieren creer. Cuando los judíos pedían milagros y Jesús los hacía, ellos se apartaban de El. Decían que se arrepentirían si oyesen el testimonio de un hombre que resucitara de “entre los muertos”, pero cuando Lázaro salió de la tumba, “los principales sacerdotes acordaron darle muerte”.
 El 14 de enero, mientras los aldeanos preparaban la procesión, el grupo de creyentes presentaba su petición con fe y confianza ante Dios. Y el Dios de Elías respondió de nuevo con una lluvia torrencial como la primera vez.
 No nos toca desafiar. Pero si un “filisteo” como Goliat se nos acerca y ofende a nuestro Dios, cualesquiera sean su aparente fuerza y nuestra real flaqueza, avancemos hacia el enemigo con la fuerza que Dios confiará a las piedras del torrente puestas entre nuestras manos por su gracia, como lo hizo por David (Véase 1 Samuel 17). Elías, solo ante 450 falsos profetas, no tenía temor alguno: hizo derramar agua a cántaros llenos sobre la leña del altar, sabiendo que el fuego caería del cielo y consumiría el sacrificio (Véase 1 Reyes 18). “Pida con fe no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”. (Santiago 1:6).-

Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo





LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año

Hec.7:23 Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. 
Hec.7:24 Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido. 
Hec.7:25 Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así. 
Hec.7:26 Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro? 
Hec.7:27 Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? 
Hec.7:28 ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio? 
Hec.7:29 Al oír esta palabra, Moisés huyó, y vivió como extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos hijos.
Hec.7:30 Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. 
Hec.7:31 Entonces Moisés, mirando, se maravilló de la visión; y acercándose para observar, vino a él la voz del Señor: 
Hec.7:32 Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés, temblando, no se atrevía a mirar. 
Hec.7:33 Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa. 
Hec.7:34 Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.
Hec.7:35 A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza. 
Hec.7:36 Este los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto por cuarenta años.
Hec.7:37 Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis. 
Hec.7:38 Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos; 
Hec.7:39 al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto, 
Hec.7:40 cuando dijeron a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.
Hec.7:41 Entonces hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus manos se regocijaron.
Hec.7:42 Y Dios se apartó, y los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: 
¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios 
En el desierto por cuarenta años, casa de Israel? 
Hec.7:43   Antes bien llevasteis el tabernáculo de Moloc, 
Y la estrella de vuestro dios Renfán, 
Figuras que os hicisteis para adorarlas. 
Os transportaré, pues, más allá de Babilonia.
Hec.7:44 Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto.
Hec.7:45 El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David. 
Hec.7:46 Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob.
Hec.7:47 Mas Salomón le edificó casa;
Hec.7:48 si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: 
Hec.7:49   El cielo es mi trono,
Y la tierra el estrado de mis pies. 
¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; 
¿O cuál es el lugar de mi reposo? 
Hec.7:50   ¿No hizo mi mano todas estas cosas?
Hec.7:51 ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
Hec.7:52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; 
Hec.7:53 vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis. 
Hec.7:54 Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él. 
Hec.7:55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 
Hec.7:56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. 
Hec.7:57 Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. 
Hec.7:58 Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 
Hec.7:59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 
Hec.7:60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió. 


Capítulo 31

Josué es instalado como sucesor de Moisés 

Deut.31:1 Fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel, 
Deut.31:2 y les dijo: Este día soy de edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar; además de esto Jehová me ha dicho: No pasarás este Jordán.  
Deut.31:3 Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho. 
Deut.31:4 Y hará Jehová con ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los amorreos, y con su tierra, a quienes destruyó.
Deut.31:5 Y los entregará Jehová delante de vosotros, y haréis con ellos conforme a todo lo que os he mandado. 
Deut.31:6 Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará. 
Deut.31:7 Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. 
Deut.31:8 Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides. 
Deut.31:9 Y escribió Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes hijos de Leví, que llevaban el arca del pacto de Jehová, y a todos los ancianos de Israel.
Deut.31:10 Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años, en el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos,
Deut.31:11 cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos. 
Deut.31:12 Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley; 
Deut.31:13 y los hijos de ellos que no supieron, oigan, y aprendan a temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella. 
Deut.31:14 Y Jehová dijo a Moisés: He aquí se ha acercado el día de tu muerte; llama a Josué, y esperad en el tabernáculo de reunión para que yo le dé el cargo. Fueron, pues, Moisés y Josué, y esperaron en el tabernáculo de reunión. 
Deut.31:15 Y se apareció Jehová en el tabernáculo, en la columna de nube; y la columna de nube se puso sobre la puerta del tabernáculo. 
Deut.31:16 Y Jehová dijo a Moisés: He aquí, tú vas a dormir con tus padres, y este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses ajenos de la tierra adonde va para estar en medio de ella; y me dejará, e invalidará mi pacto que he concertado con él; 
Deut.31:17 y se encenderá mi furor contra él en aquel día; y los abandonaré, y esconderé de ellos mi rostro, y serán consumidos; y vendrán sobre ellos muchos males y angustias, y dirán en aquel día: ¿No me han venido estos males porque no está mi Dios en medio de mí? 
Deut.31:18 Pero ciertamente yo esconderé mi rostro en aquel día, por todo el mal que ellos habrán hecho, por haberse vuelto a dioses ajenos. 
Deut.31:19 Ahora pues, escribíos este cántico, y enséñalo a los hijos de Israel; ponlo en boca de ellos, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Israel. 
Deut.31:20 Porque yo les introduciré en la tierra que juré a sus padres, la cual fluye leche y miel; y comerán y se saciarán, y engordarán; y se volverán a dioses ajenos y les servirán, y me enojarán, e invalidarán mi pacto. 
Deut.31:21 Y cuando les vinieren muchos males y angustias, entonces este cántico responderá en su cara como testigo, pues será recordado por la boca de sus descendientes; porque yo conozco lo que se proponen de antemano, antes que los introduzca en la tierra que juré darles. 
Deut.31:22 Y Moisés escribió este cántico aquel día, y lo enseñó a los hijos de Israel. 
Deut.31:23 Y dio orden a Josué hijo de Nun, y dijo: Esfuérzate y anímate, pues tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré, y yo estaré contigo. 

Orden de guardar la ley junto al arca 

Deut.31:24 Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse, 
Deut.31:25 dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: 
Deut.31:26 Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti. 
Deut.31:27 Porque yo conozco tu rebelión, y tu dura cerviz; he aquí que aun viviendo yo con vosotros hoy, sois rebeldes a Jehová; ¿cuánto más después que yo haya muerto? 
Deut.31:28 Congregad a mí todos los ancianos de vuestras tribus, y a vuestros oficiales, y hablaré en sus oídos estas palabras, y llamaré por testigos contra ellos a los cielos y a la tierra. 
Deut.31:29 Porque yo sé que después de mi muerte, ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino que os he mandado; y que os ha de venir mal en los postreros días, por haber hecho mal ante los ojos de Jehová, enojándole con la obra de vuestras manos.  

Cántico de Moisés 

Deut.31:30 Entonces habló Moisés a oídos de toda la congregación de Israel las palabras de este cántico hasta acabarlo. 

Capítulo 32

Deut.32:1 Escuchad, cielos, y hablaré; 
Y oiga la tierra los dichos de mi boca.
Deut.32:2   Goteará como la lluvia mi enseñanza;
Destilará como el rocío mi razonamiento; 
Como la llovizna sobre la grama, 
Y como las gotas sobre la hierba; 
Deut.32:3    Porque el nombre de Jehová proclamaré. 
Engrandeced a nuestro Dios. 
Deut.32:4    El es la Roca, cuya obra es perfecta, 
Porque todos sus caminos son rectitud; 
Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; 
Es justo y recto. 
Deut.32:5    La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, 
Generación torcida y perversa. 
Deut.32:6 ¿Así pagáis a Jehová, 
Pueblo loco e ignorante? 
            ¿No es él tu padre que te creó? 
El te hizo y te estableció. 
Deut.32:7    Acuérdate de los tiempos antiguos, 
Considera los años de muchas generaciones; 
Pregunta a tu padre, y él te declarará; 
A tus ancianos, y ellos te dirán.
Deut.32:8   Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, 
Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, 
Estableció los límites de los pueblos 
Según el número de los hijos de Israel. 
Deut.32:9   Porque la porción de Jehová es su pueblo; 
Jacob la heredad que le tocó. 
Deut.32:10 Le halló en tierra de desierto, 
Y en yermo de horrible soledad; 
Lo trajo alrededor, lo instruyó, 
Lo guardó como a la niña de su ojo. 
Deut.32:11 Como el águila que excita su nidada, 
Revolotea sobre sus pollos, 
Extiende sus alas, los toma, 
Los lleva sobre sus plumas,
Deut.32:12 Jehová solo le guió, 
Y con él no hubo dios extraño. 
Deut.32:13 Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, 
Y comió los frutos del campo, 
E hizo que chupase miel de la peña, 
Y aceite del duro pedernal; 
Deut.32:14 Mantequilla de vacas y leche de ovejas, 
Con grosura de corderos,
Y carneros de Basán; también machos cabríos, 
Con lo mejor del trigo; 
Y de la sangre de la uva bebiste vino. 
Deut.32:15 Pero engordó Jesurún, y tiró coces 
(Engordaste, te cubriste de grasa); 
Entonces abandonó al Dios que lo hizo, 
Y menospreció la Roca de su salvación.
Deut.32:16 Le despertaron a celos con los dioses ajenos; 
Lo provocaron a ira con abominaciones.
Deut.32:17 Sacrificaron a los demonios, y no a Dios;
A dioses que no habían conocido, 
A nuevos dioses venidos de cerca, 
Que no habían temido vuestros padres.
Deut.32:18 De la Roca que te creó te olvidaste; 
Te has olvidado de Dios tu creador. 
Deut.32:19 Y lo vio Jehová, y se encendió en ira 
Por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas.
Deut.32:20 Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, 
Veré cuál será su fin; 
Porque son una generación perversa, 
Hijos infieles. 
Deut.32:21 Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; 
Me provocaron a ira con sus ídolos; 
Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, 
Los provocaré a ira con una nación insensata.
Deut.32:22 Porque fuego se ha encendido en mi ira, 
Y arderá hasta las profundidades del Seol; 
Devorará la tierra y sus frutos, 
Y abrasará los fundamentos de los montes. 
Deut.32:23 Yo amontonaré males sobre ellos; 
Emplearé en ellos mis saetas. 
Deut.32:24 Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente 
Y de peste amarga; 
Diente de fieras enviaré también sobre ellos, 
Con veneno de serpientes de la tierra. 
Deut.32:25 Por fuera desolará la espada, 
Y dentro de las cámaras el espanto; 
Así al joven como a la doncella, 
Al niño de pecho como al hombre cano. 
Deut.32:26 Yo había dicho que los esparciría lejos, 
Que haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos, 
Deut.32:27 De no haber temido la provocación del enemigo, 
No sea que se envanezcan sus adversarios, 
No sea que digan: Nuestra mano poderosa 
Ha hecho todo esto, y no Jehová. 
Deut.32:28 Porque son nación privada de consejos, 
Y no hay en ellos entendimiento. 
Deut.32:29 ¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, 
Y se dieran cuenta del fin que les espera! 
Deut.32:30 ¿Cómo podría perseguir uno a mil, 
Y dos hacer huir a diez mil, 
Si su Roca no los hubiese vendido, 
Y Jehová no los hubiera entregado?
Deut.32:31 Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca, 
            Y aun nuestros enemigos son de ello jueces. 
Deut.32:32 Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, 
            Y de los campos de Gomorra; 
            Las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, 
            Racimos muy amargos tienen. 
Deut.32:33 Veneno de serpientes es su vino, 
            Y ponzoña cruel de áspides. 
Deut.32:34 ¿No tengo yo esto guardado conmigo, 
            Sellado en mis tesoros? 
Deut.32:35 Mía es la venganza y la retribución; 
            A su tiempo su pie resbalará, 
            Porque el día de su aflicción está cercano, 
            Y lo que les está preparado se apresura. 
Deut.32:36 Porque Jehová juzgará a su pueblo, 
            Y por amor de sus siervos se arrepentirá,
            Cuando viere que la fuerza pereció, 
            Y que no queda ni siervo ni libre. 
Deut.32:37 Y dirá: ¿Dónde están sus dioses, 
            La roca en que se refugiaban; 
Deut.32:38 Que comían la grosura de sus sacrificios, 
            Y bebían el vino de sus libaciones? 
            Levántense, que os ayuden 
            Y os defiendan. 
Deut.32:39 Ved ahora que yo, yo soy, 
            Y no hay dioses conmigo; 
            Yo hago morir, y yo hago vivir; 
            Yo hiero, y yo sano; 
            Y no hay quien pueda librar de mi mano. 
Deut.32:40 Porque yo alzaré a los cielos mi mano, 
            Y diré: Vivo yo para siempre, 
Deut.32:41 Si afilare mi reluciente espada, 
            Y echare mano del juicio, 
            Yo tomaré venganza de mis enemigos, 
            Y daré la retribución a los que me aborrecen.
Deut.32:42 Embriagaré de sangre mis saetas, 
            Y mi espada devorará carne; 
            En la sangre de los muertos y de los cautivos, 
            En las cabezas de larga cabellera del enemigo. 
Deut.32:43 Alabad, naciones, a su pueblo,
            Porque él vengará la sangre de sus siervos,
            Y tomará venganza de sus enemigos, 
            Y hará expiación por la tierra de su pueblo. 
Deut.32:44 Vino Moisés y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué hijo de Nun. 
Deut.32:45 Y acabó Moisés de recitar todas estas palabras a todo Israel; 
Deut.32:46 y les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. 
Deut.32:47 Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.



Se le permite a Moisés contemplar la tierra de Canaán 

Deut.32:48 Y habló Jehová a Moisés aquel mismo día, diciendo: 
Deut.32:49 Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel; 
Deut.32:50 y muere en el monte al cual subes, y sé unido a tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo; 
Deut.32:51 por cuanto pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. 
Deut.32:52 Verás, por tanto, delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel.


Capítulo 19

Job confía en que Dios lo justificará 

Job 19:1 Respondió entonces Job, y dijo: 
Job 19:2 ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, 
            Y me moleréis con palabras? 
Job 19:3 Ya me habéis vituperado diez veces; 
            ¿No os avergonzáis de injuriarme? 
Job 19:4 Aun siendo verdad que yo haya errado, 
            Sobre mí recaería mi error. 
Job 19:5 Pero si vosotros os engrandecéis contra mí, 
            Y contra mí alegáis mi oprobio, 
Job 19:6 Sabed ahora que Dios me ha derribado, 
            Y me ha envuelto en su red. 
Job 19:7 He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído; 
            Daré voces, y no habrá juicio. 
Job 19:8 Cercó de vallado mi camino, y no pasaré; 
            Y sobre mis veredas puso tinieblas. 
Job 19:9 Me ha despojado de mi gloria, 
            Y quitado la corona de mi cabeza. 
Job 19:10 Me arruinó por todos lados, y perezco; 
            Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado. 
Job 19:11 Hizo arder contra mí su furor, 
            Y me contó para sí entre sus enemigos. 
Job 19:12 Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí, 
            Y acamparon en derredor de mi tienda. 
Job 19:13 Hizo alejar de mí a mis hermanos, 
            Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí. 
Job 19:14 Mis parientes se detuvieron, 
            Y mis conocidos se olvidaron de mí. 
Job 19:15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; 
            Forastero fui yo a sus ojos. 
Job 19:16 Llamé a mi siervo, y no respondió; 
            De mi propia boca le suplicaba. 
Job 19:17 Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer, 
            Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba. 
Job 19:18 Aun los muchachos me menospreciaron; 
            Al levantarme, hablaban contra mí. 
Job 19:19 Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, 
            Y los que yo amaba se volvieron contra mí. 
Job 19:20 Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos, 
            Y he escapado con sólo la piel de mis dientes. 
Job 19:21 ¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí! 
            Porque la mano de Dios me ha tocado. 
Job 19:22 ¿Por qué me perseguís como Dios, 
            Y ni aun de mi carne os saciáis? 
Job 19:23 ¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! 
            ¡Quién diese que se escribiesen en un libro; 
Job 19:24 Que con cincel de hierro y con plomo 
            Fuesen esculpidas en piedra para siempre! 
Job 19:25 Yo sé que mi Redentor vive, 
            Y al fin se levantará sobre el polvo; 
Job 19:26 Y después de deshecha esta mi piel, 
            En mi carne he de ver a Dios; 
Job 19:27 Al cual veré por mí mismo, 
            Y mis ojos lo verán, y no otro, 
            Aunque mi corazón desfallece dentro de mí. 
Job 19:28 Mas debierais decir: ¿Por qué le perseguimos? 
            Ya que la raíz del asunto se halla en mí. 
Job 19:29 Temed vosotros delante de la espada; 
            Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias, 
Para que sepáis que hay un juicio.

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