“No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte”. (Proverbios 11:4).-
“Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”.- (Lucas 12:20).-
Riquezas o justicia
Un viejo avaro yacía moribundo sobre su lecho. Le llamó la atención al médico el hecho de que el hombre pasaba con desesperación las manos sobre la frazada como si estuviera buscando algo.
—¿Busca él algo? —preguntó el médico al hijo que estaba de pie cerca de la cama.
—Tiene la costumbre —contestó éste— de tomar un puñado de billetes de banco en las manos, de palparlos y contarlos antes de dormirse. Entonces sacó su billetera del bolsillo, escogió un billete y lo puso en las manos que buscaban algo a tientas.
Los arrugados dedos se deslizaron entonces, acariciantes y temblorosos, sobre el papel... y así murió el pobre viejo.
Ya no necesitaba ese dinero. No podía comprarse un lugar en el cielo. Ya no era “el joven rico” que no quiso seguir a Jesús porque el Señor le pedía que vendiera todo lo que tenía y lo diera a los pobres; era un anciano humanamente rico que, a pesar de tener a la muerte delante de sí, tenía el corazón prendado por el dinero. Poseía riquezas ficticias, pero se había privado de “la justicia” que podía darle la vida eterna. Tenía dinero, pero no tenía la seguridad del perdón de sus pecados, aquel que sólo puede ser obtenido cuando uno deja que la sangre de Jesucristo limpie nuestro corazón y conciencia. Nunca será demasiado insistir en que “la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” y que urge hacerse “tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye” (Lucas 12:15 y 33). "...porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores". (1ºTim.6:10).-
“Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”.- (Lucas 12:20).-
Riquezas o justicia
Un viejo avaro yacía moribundo sobre su lecho. Le llamó la atención al médico el hecho de que el hombre pasaba con desesperación las manos sobre la frazada como si estuviera buscando algo.
—¿Busca él algo? —preguntó el médico al hijo que estaba de pie cerca de la cama.
—Tiene la costumbre —contestó éste— de tomar un puñado de billetes de banco en las manos, de palparlos y contarlos antes de dormirse. Entonces sacó su billetera del bolsillo, escogió un billete y lo puso en las manos que buscaban algo a tientas.
Los arrugados dedos se deslizaron entonces, acariciantes y temblorosos, sobre el papel... y así murió el pobre viejo.
Ya no necesitaba ese dinero. No podía comprarse un lugar en el cielo. Ya no era “el joven rico” que no quiso seguir a Jesús porque el Señor le pedía que vendiera todo lo que tenía y lo diera a los pobres; era un anciano humanamente rico que, a pesar de tener a la muerte delante de sí, tenía el corazón prendado por el dinero. Poseía riquezas ficticias, pero se había privado de “la justicia” que podía darle la vida eterna. Tenía dinero, pero no tenía la seguridad del perdón de sus pecados, aquel que sólo puede ser obtenido cuando uno deja que la sangre de Jesucristo limpie nuestro corazón y conciencia. Nunca será demasiado insistir en que “la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” y que urge hacerse “tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye” (Lucas 12:15 y 33). "...porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores". (1ºTim.6:10).-
Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo
LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-
Pablo ante el
concilio
Hec.22:30 Al día
siguiente, queriendo saber de cierto la causa por la cual le acusaban los
judíos, le soltó de las cadenas, y mandó venir a los principales sacerdotes y a
todo el concilio, y sacando a Pablo, le presentó ante ellos.
Capítulo 23
Hec.23:1 Entonces
Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena
conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy.
Hec.23:2 El sumo
sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le
golpeasen en la boca.
Hec.23:3 Entonces Pablo
le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para
juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear?
Hec.23:4 Los que
estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias?
Hec.23:5 Pablo dijo: No
sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a
un príncipe de tu pueblo.
Hec.23:6 Entonces
Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en
el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la
esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga.
Hec.23:7 Cuando dijo
esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se
dividió.
Hec.23:8 Porque los
saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los
fariseos afirman estas cosas.
Hec.23:9 Y hubo un gran
vocerío; y levantándose los escribas de la parte de los fariseos, contendían,
diciendo: Ningún mal hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha hablado,
o un ángel, no resistamos a Dios.
Hec.23:10 Y habiendo
grande disensión, el tribuno, teniendo temor de que Pablo fuese despedazado por
ellos, mandó que bajasen soldados y le arrebatasen de en medio de ellos, y le
llevasen a la fortaleza.
Hec.23:11 A la noche
siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has
testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en
Roma.
Complot contra
Pablo
Hec.23:12 Venido el día,
algunos de los judíos tramaron un complot y se juramentaron bajo maldición,
diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubiesen dado muerte a
Pablo.
Hec.23:13 Eran más de
cuarenta los que habían hecho esta conjuración,
Hec.23:14 los cuales
fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nosotros nos
hemos juramentado bajo maldición, a no gustar nada hasta que hayamos dado
muerte a Pablo.
Hec.23:15 Ahora pues,
vosotros, con el concilio, requerid al tribuno que le traiga mañana ante
vosotros, como que queréis indagar alguna cosa más cierta acerca de él; y
nosotros estaremos listos para matarle antes que llegue.
Hec.23:16 Mas el hijo
de la hermana de Pablo, oyendo hablar de la celada, fue y entró en la
fortaleza, y dio aviso a Pablo.
Hec.23:17 Pablo,
llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a este joven ante el tribuno,
porque tiene cierto aviso que darle.
Hec.23:18 El entonces
tomándole, le llevó al tribuno, y dijo: El preso Pablo me llamó y me rogó que
trajese ante ti a este joven, que tiene algo que hablarte.
Hec.23:19 El tribuno,
tomándole de la mano y retirándose aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que tienes
que decirme?
Hec.23:20 El le dijo:
Los judíos han convenido en rogarte que mañana lleves a Pablo ante el concilio,
como que van a inquirir alguna cosa más cierta acerca de él.
Hec.23:21 Pero tú no
les creas; porque más de cuarenta hombres de ellos le acechan, los cuales se
han juramentado bajo maldición, a no comer ni beber hasta que le hayan dado
muerte; y ahora están listos esperando tu promesa.
Hec.23:22 Entonces el
tribuno despidió al joven, mandándole que a nadie dijese que le había dado
aviso de esto.
Capítulo 19
El levita y su
concubina
Jue.19:1 En aquellos
días, cuando no había rey en Israel, hubo un levita que moraba como forastero
en la parte más remota del monte de Efraín, el cual había tomado para sí mujer
concubina de Belén de Judá.
Jue.19:2 Y su concubina
le fue infiel, y se fue de él a casa de su padre, a Belén de Judá, y estuvo
allá durante cuatro meses.
Jue.19:3 Y se levantó
su marido y la siguió, para hablarle amorosamente y hacerla volver; y llevaba
consigo un criado, y un par de asnos; y ella le hizo entrar en la casa de su
padre.
Jue.19:4 Y viéndole el
padre de la joven, salió a recibirle gozoso; y le detuvo su suegro, el padre de
la joven, y quedó en su casa tres días, comiendo y bebiendo y alojándose
allí.
Jue.19:5 Al cuarto día,
cuando se levantaron de mañana, se levantó también el levita para irse; y el
padre de la joven dijo a su yerno: Conforta tu corazón con un bocado de pan, y
después os iréis.
Jue.19:6 Y se sentaron
ellos dos juntos, y comieron y bebieron. Y el padre de la joven dijo al varón:
Yo te ruego que quieras pasar aquí la noche, y se alegrará tu corazón.
Jue.19:7 Y se levantó
el varón para irse, pero insistió su suegro, y volvió a pasar allí la
noche.
Jue.19:8 Al quinto día,
levantándose de mañana para irse, le dijo el padre de la joven: Conforta ahora
tu corazón, y aguarda hasta que decline el día. Y comieron ambos juntos.
Jue.19:9 Luego se
levantó el varón para irse, él y su concubina y su criado. Entonces su suegro,
el padre de la joven, le dijo: He aquí ya el día declina para anochecer, te
ruego que paséis aquí la noche; he aquí que el día se acaba, duerme aquí, para
que se alegre tu corazón; y mañana os levantaréis temprano a vuestro camino y
te irás a tu casa.
Jue.19:10 Mas el hombre
no quiso pasar allí la noche, sino que se levantó y se fue, y llegó hasta
enfrente de Jebús, que es Jerusalén, con su par de asnos ensillados, y su
concubina.
Jue.19:11 Y estando ya
junto a Jebús, el día había declinado mucho; y dijo el criado a su señor: Ven
ahora, y vámonos a esta ciudad de los jebuseos, para que pasemos en ella la
noche.
Jue.19:12 Y su señor le
respondió: No iremos a ninguna ciudad de extranjeros, que no sea de los hijos
de Israel, sino que pasaremos hasta Gabaa. Y dijo a su criado:
Jue.19:13 Ven, sigamos
hasta uno de esos lugares, para pasar la noche en Gabaa o en Ramá.
Jue.19:14 Pasando,
pues, caminaron, y se les puso el sol junto a Gabaa que era de Benjamín.
Jue.19:15 Y se
apartaron del camino para entrar a pasar allí la noche en Gabaa; y entrando, se
sentaron en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiese en casa
para pasar la noche.
Jue.19:16 Y he aquí un
hombre viejo que venía de su trabajo del campo al anochecer, el cual era del
monte de Efraín, y moraba como forastero en Gabaa; pero los moradores de aquel
lugar eran hijos de Benjamín.
Jue.19:17 Y alzando el
viejo los ojos, vio a aquel caminante en la plaza de la ciudad, y le dijo: ¿A
dónde vas, y de dónde vienes?
Jue.19:18 Y él
respondió: Pasamos de Belén de Judá a la parte más remota del monte de Efraín,
de donde soy; y había ido a Belén de Judá; mas ahora voy a la casa de Jehová, y
no hay quien me reciba en casa.
Jue.19:19 Nosotros
tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para
mí y para tu sierva, y para el criado que está con tu siervo; no nos hace falta
nada.
Jue.19:20 Y el hombre anciano
dijo: Paz sea contigo; tu necesidad toda quede solamente a mi cargo, con tal
que no pases la noche en la plaza.
Jue.19:21 Y los trajo a
su casa, y dio de comer a sus asnos; y se lavaron los pies, y comieron y
bebieron.
Jue.19:22 Pero cuando
estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos,
rodearon la casa, golpeando a la puerta; y hablaron al anciano, dueño de la
casa, diciendo: Saca al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo
conozcamos.
Jue.19:23 Y salió a ellos
el dueño de la casa y les dijo: No, hermanos míos, os ruego que no cometáis
este mal; ya que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad.
Jue.19:24 He aquí mi
hija virgen, y la concubina de él; yo os las sacaré ahora; humilladlas y haced
con ellas como os parezca, y no hagáis a este hombre cosa tan infame.
Jue.19:25 Mas aquellos
hombres no le quisieron oír; por lo que tomando aquel hombre a su concubina, la
sacó; y entraron a ella, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y la
dejaron cuando apuntaba el alba.
Jue.19:26 Y cuando ya
amanecía, vino la mujer, y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre
donde su señor estaba, hasta que fue de día.
Jue.19:27 Y se levantó
por la mañana su señor, y abrió las puertas de la casa, y salió para seguir su
camino; y he aquí la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de
la casa, con las manos sobre el umbral.
Jue.19:28 El le dijo:
Levántate, y vámonos; pero ella no respondió. Entonces la levantó el varón, y
echándola sobre su asno, se levantó y se fue a su lugar.
Jue.19:29 Y llegando a
su casa, tomó un cuchillo, y echó mano de su concubina, y la partió por sus
huesos en doce partes, y la envió por todo el territorio de Israel.
Jue.19:30 Y todo el que
veía aquello, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo en
que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Considerad
esto, tomad consejo, y hablad.
Capítulo 44
Liberaciones pasadas y
pruebas presentes
Al músico principal.
Masquil de los hijos de Coré.
Sal.44:1 Oh Dios, con
nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,
La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.
Sal.44:2 Tú con tu mano
echaste las naciones, y los plantaste a ellos;
Afligiste a los pueblos, y los arrojaste.
Sal.44:3 Porque no se
apoderaron de la tierra por su espada,
Ni su brazo los libró;
Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro,
Porque te complaciste en ellos.
Sal.44:4 Tú, oh Dios,
eres mi rey;
Manda salvación a Jacob.
Sal.44:5 Por medio de
ti sacudiremos a nuestros enemigos;
En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.
Sal.44:6 Porque no
confiaré en mi arco,
Ni mi espada me salvará;
Sal.44:7 Pues tú nos
has guardado de nuestros enemigos,
Y has avergonzado a los que nos aborrecían.
Sal.44:8 En Dios nos
gloriaremos todo el tiempo,
Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah
Sal.44:9 Pero nos has
desechado, y nos has hecho avergonzar;
Y no sales con nuestros ejércitos.
Sal.44:10 Nos hiciste
retroceder delante del enemigo,
Y nos saquean para sí los que nos aborrecen.
Sal.44:11 Nos entregas
como ovejas al matadero,
Y nos has esparcido entre las naciones.
Sal.44:12 Has vendido a
tu pueblo de balde;
No exigiste ningún precio.
Sal.44:13 Nos pones por
afrenta de nuestros vecinos,
Por escarnio y por burla de los que nos rodean.
Sal.44:14 Nos pusiste
por proverbio entre las naciones;
Todos al vernos menean la cabeza.
Sal.44:15 Cada día mi
vergüenza está delante de mí,
Y la confusión de mi rostro me cubre,
Sal.44:16 Por la voz
del que me vitupera y deshonra,
Por razón del enemigo y del vengativo.
Sal.44:17 Todo esto nos
ha venido, y no nos hemos olvidado de ti,
Y no hemos faltado a tu pacto.
Sal.44:18 No se ha
vuelto atrás nuestro corazón,
Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos,
Sal.44:19 Para que nos
quebrantases en el lugar de chacales,
Y nos cubrieses con sombra de muerte.
Sal.44:20 Si nos
hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios,
O alzado nuestras manos a dios ajeno,
Sal.44:21 ¿No
demandaría Dios esto?
Porque él conoce los secretos del corazón.
Sal.44:22 Pero por
causa de ti nos matan cada día;
Somos contados como ovejas para el matadero.
Sal.44:23 Despierta;
¿por qué duermes, Señor?
Despierta, no te alejes para siempre.
Sal.44:24 ¿Por qué
escondes tu rostro,
Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión
nuestra?
Sal.44:25 Porque
nuestra alma está agobiada hasta el polvo,
Y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra.
Sal.44:26 Levántate
para ayudarnos,
Y redímenos por causa de tu misericordia.
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