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“Mi palabra que sale de mi boca no volverá a mi vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. (Isaías 55:11).-

Un infierno

 Durante la última guerra mundial, al ser castigada la ciudad de Londres por un severo bombardeo, una zona densamente poblada fue alcanzada, lo que provocó una terrible devastación.
 Un predicador visitó el barrio destruido y encontró a uno de sus habitantes, el que exclamó: ¡Esto es un infierno; el verdadero infierno!
 — No es cierto — contestó el predicador — y ello por tres razones. Primeramente yo soy un creyente, y los creyentes no se encuentran en el infierno. En segundo lugar, aquí cerca un restaurante ha quedado en pie y de estos tampoco hay en el infierno. Finalmente, estoy aquí predicando el Evangelio de Jesucristo, a quien Dios envió al mundo para que todo aquel que en él creyere no se pierda, mas tenga vida eterna; esta buena nueva del amor de Dios, por cierto no se predica en el infierno.
 Cuatro semanas después, este mismo predicador presentaba el mensaje de la salvación en un parque de Londres. Con gran sorpresa advirtió entre los oyentes al hombre con quien había hablado en el barrio destruido y luego verlo dar testimonio de fidelidad al Señor.
 Su conciencia había sido tocada por la Palabra de Dios. Había comprendido que las temibles bombas podían destruir su barrio y matar a sus habitantes, pero no podían matar el alma. Más de temer es a “aquél que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno”. Y el Señor Jesús agrega aún: “Sí, a éste temed...” (Lucas 12:5).

Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo





LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-

La tempestad en el mar 

Hec.27:13 Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 
Hec.27:14 Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. 
Hec.27:15 Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. 
Hec.27:16 Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. 
Hec.27:17 Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. 
Hec.27:18 Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, 
Hec.27:19 y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. 
Hec.27:20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos. 
Hec.27:21 Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida. 
Hec.27:22 Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. 
Hec.27:23 Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, 
Hec.27:24 diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. 
Hec.27:25 Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. 
Hec.27:26 Con todo, es necesario que demos en alguna isla. 
Hec.27:27 Venida la decimacuarta noche, y siendo llevados a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra; 
Hec.27:28 y echando la sonda, hallaron veinte brazas; y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas. 
Hec.27:29 Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día. 
Hec.27:30 Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas de proa. 
Hec.27:31 Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. 
Hec.27:32 Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y lo dejaron perderse. 
Hec.27:33 Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. 
Hec.27:34 Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá. 
Hec.27:35 Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. 
Hec.27:36 Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo, comieron también. 
Hec.27:37 Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis. 
Hec.27:38 Y ya satisfechos, aligeraron la nave, echando el trigo al mar. 

El naufragio 

Hec.27:39 Cuando se hizo de día, no reconocían la tierra, pero veían una ensenada que tenía playa, en la cual acordaron varar, si pudiesen, la nave. 
Hec.27:40 Cortando, pues, las anclas, las dejaron en el mar, largando también las amarras del timón; e izada al viento la vela de proa, enfilaron hacia la playa. 
Hec.27:41 Pero dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa se abría con la violencia del mar. 
Hec.27:42 Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se fugase nadando. 
Hec.27:43 Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, les impidió este intento, y mandó que los que pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra; 
Hec.27:44 y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra.


Capítulo 3

Jehová llama a Samuel 

1°Sam.3:1 El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. 
1°Sam.3:2 Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, 
1°Sam.3:3 Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, 
1°Sam.3:4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. 
1°Sam.3:5 Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí, ¿Para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó. 
1°Sam.3:6 Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate. 
1°Sam.3:7 Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. 
1°Sam.3:8 Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. 
1°Sam.3:9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. 
1°Sam.3:10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. 
1°Sam.3:11 Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. 
1°Sam.3:12 Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. 
1°Sam.3:13 Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. 
1°Sam.3:14 Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas. 
1°Sam.3:15 Y Samuel estuvo acostado hasta la mañana, y abrió las puertas de la casa de Jehová. Y Samuel temía descubrir la visión a Elí. 
1°Sam.3:16 Llamando, pues, Elí a Samuel, le dijo: Hijo mío, Samuel. Y él respondió: Heme aquí. 
1°Sam.3:17 Y Elí dijo: ¿Qué es la palabra que te habló? Te ruego que no me la encubras; así te haga Dios y aun te añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo. 
1°Sam.3:18 Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere. 
1°Sam.3:19 Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras. 
1°Sam.3:20 Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová. 
1°Sam.3:21 Y Jehová volvió a aparecer en Silo; porque Jehová se manifestó a Samuel en Silo por la palabra de Jehová.


Capítulo 51

Arrepentimiento, y plegaria pidiendo purificación
Al músico principal. Salmo de David, cuando después que se llegó a Betsabé, vino a él Natán el profeta.

Sal.51:1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
            Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Sal.51:2 Lávame más y más de mi maldad,
            Y límpiame de mi pecado.
Sal.51:3 Porque yo reconozco mis rebeliones,
            Y mi pecado está siempre delante de mí.
Sal.51:4 Contra ti, contra ti solo he pecado,
            Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
            Para que seas reconocido justo en tu palabra,
            Y tenido por puro en tu juicio.
Sal.51:5 He aquí, en maldad he sido formado,
            Y en pecado me concibió mi madre.
Sal.51:6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
            Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Sal.51:7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;
            Lávame, y seré más blanco que la nieve.
Sal.51:8 Hazme oír gozo y alegría,
            Y se recrearán los huesos que has abatido.
Sal.51:9 Esconde tu rostro de mis pecados,
            Y borra todas mis maldades.
Sal.51:10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
            Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
Sal.51:11 No me eches de delante de ti,
            Y no quites de mí tu santo Espíritu.
Sal.51:12 Vuélveme el gozo de tu salvación,
            Y espíritu noble me sustente.
Sal.51:13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
            Y los pecadores se convertirán a ti.
Sal.51:14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
            Cantará mi lengua tu justicia.
Sal.51:15 Señor, abre mis labios,
            Y publicará mi boca tu alabanza.
Sal.51:16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
            No quieres holocausto.
Sal.51:17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
            Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Sal.51:18 Haz bien con tu benevolencia a Sion;
            Edifica los muros de Jerusalén.
Sal.51:19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
            el holocausto u ofrenda del todo quemada;
            Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.

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