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“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti. Despertaré al alba. Te alabaré... Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios, y sobre la tierra sea enaltecida tu gloria. Para que sean librados tus amados, salva con tu diestra y respóndeme”. (Salmos 63:1-2 y 108:24)

Leer la Biblia en el Salmo 108.-

 “Despertaré al alba..." Como David, Dios nos de esta gracia de realizar esa búsqueda en esos primeros momentos de la mañana pasados en la comunión con el Señor. La experiencia muestra que si no sabemos aprovecharlos, por lo general la oportunidad no volverá a presentarse durante el resto de la jornada.
 Los versículos 5 y 6 nos recuerdan dos verdades que no debemos perder de vista en nuestras oraciones: primeramente, que la liberación y la bendición del creyente son inseparables de la gloria de Dios. Demasiado a menudo nos olvidamos de ello en el momento de orar; sólo nos preocupamos egoístamente de lo que nos concierne. Mas busquemos “primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). En segundo lugar, ya que conocemos el amor del Señor por los suyos, no dejemos de solicitarlo: “Para que tus amados sean librados”, dice el salmista...
 A partir del versículo 6, el salmo reproduce los versículos 5 a 12 del Salmo 60. Se sitúan en el momento en que Dios habrá vuelto a tomar posesión de los límites de Israel. El ha hablado en su santidad y sus primeras palabras han sido: “Yo me alegraré… El gozo del Señor es el de bendecir a los suyos y hacerlos partícipes de su herencia.

Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo





LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-

Capítulo 27

Pablo es enviado a Roma 

Hec.27:1 Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta. 
Hec.27:2 Y embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica. 
Hec.27:3 Al otro día llegamos a Sidón; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a los amigos, para ser atendido por ellos. 
Hec.27:4 Y haciéndonos a la vela desde allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran contrarios. 
Hec.27:5 Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. 
Hec.27:6 Y hallando allí el centurión una nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella. 
Hec.27:7 Navegando muchos días despacio, y llegando a duras penas frente a Gnido, porque nos impedía el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmón. 
Hec.27:8 Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea. 
Hec.27:9 Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, 
Hec.27:10 diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. 
Hec.27:11 Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. 
Hec.27:12 Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si puediesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí. 


El pecado de los hijos de Elí 

1°Sam.2:12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová. 
1°Sam.2:13 Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes, 
1°Sam.2:14 y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. 
1°Sam.2:15 Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda. 
1°Sam.2:16 Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza. 
1°Sam.2:17 Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová. 
1°Sam.2:18 Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino. 
1°Sam.2:19 Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado. 
1°Sam.2:20 Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió a Jehová. Y se volvieron a su casa. 
1°Sam.2:21 Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová. 
1°Sam.2:22 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. 
1°Sam.2:23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. 
1°Sam.2:24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. 
1°Sam.2:25 Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir. 
1°Sam.2:26 Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres. 
1°Sam.2:27 Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón? 
1°Sam.2:28 Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel.
1°Sam.2:29 ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? 
1°Sam.2:30 Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. 
1°Sam.2:31 He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa. 
1°Sam.2:32 Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa. 
1°Sam.2:33 El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril. 
1°Sam.2:34 Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día. 
1°Sam.2:35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días. 
1°Sam.2:36 Y el que hubiere quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me agregues a alguno de los ministerios, para que pueda comer un bocado de pan. 


Capítulo 50

Dios juzgará al mundo
Salmo de Asaf.

Sal.50:1 El Dios de dioses, Jehová, ha hablado, y convocado la tierra,
            Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone.
Sal.50:2 De Sion, perfección de hermosura,
            Dios ha resplandecido.
Sal.50:3 Vendrá nuestro Dios, y no callará;
            Fuego consumirá delante de él,
            Y tempestad poderosa le rodeará.
Sal.50:4 Convocará a los cielos de arriba,
            Y a la tierra, para juzgar a su pueblo.
Sal.50:5 Juntadme mis santos,
            Los que hicieron conmigo pacto con sacrificio.
Sal.50:6 Y los cielos declararán su justicia,
            Porque Dios es el juez. Selah
Sal.50:7 Oye, pueblo mío, y hablaré;
            Escucha, Israel, y testificaré contra ti:
            Yo soy Dios, el Dios tuyo.
Sal.50:8 No te reprenderé por tus sacrificios,
            Ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí.
Sal.50:9 No tomaré de tu casa becerros,
            Ni machos cabríos de tus apriscos.
Sal.50:10 Porque mía es toda bestia del bosque,
            Y los millares de animales en los collados.
Sal.50:11 Conozco a todas las aves de los montes,
            Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece.
Sal.50:12 Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti;
            Porque mío es el mundo y su plenitud.
Sal.50:13 ¿He de comer yo carne de toros,
            O de beber sangre de machos cabríos?
Sal.50:14 Sacrifica a Dios alabanza,
            Y paga tus votos al Altísimo;
Sal.50:15 E invócame en el día de la angustia;
            Te libraré, y tú me honrarás.
Sal.50:16 Pero al malo dijo Dios:
            ¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes,
            Y que tomar mi pacto en tu boca?
Sal.50:17 Pues tú aborreces la corrección,
            Y echas a tu espalda mis palabras.
Sal.50:18 Si veías al ladrón, tú corrías con él,
            Y con los adúlteros era tu parte.
Sal.50:19 Tu boca metías en mal,
            Y tu lengua componía engaño.
Sal.50:20 Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano;
            Contra el hijo de tu madre ponías infamia.
Sal.50:21 Estas cosas hiciste, y yo he callado;
            Pensabas que de cierto sería yo como tú;
            Pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos.
Sal.50:22 Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios,
            No sea que os despedace, y no haya quien os libre.
Sal.50:23 El que sacrifica alabanza me honrará;
            Y al que ordenare su camino,
            Le mostraré la salvación de Dios.

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