“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4)
Regocijaos!!
El apóstol Pablo, nuestro apóstol, a los gentiles No dice: Regocijaos en vuestras riquezas, en vuestra felicidad familiar, en vuestra buena salud o regocijaos porque vuestros negocios prosperan. Se pueden perder las riquezas, los vínculos familiares pueden quebrantarse o deteriorarse con la edad, cuando ya seamos molestos por la vejez, la salud puede dejar su lugar a la enfermedad y puede haber un vuelco en la situación de los negocios. ¿En qué podemos regocijarnos, entonces, si no se tiene a Cristo? Sólo El es la fuente del verdadero gozo; ya que El es “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”, Si hermano, hermana, el redimido puede poseer una felicidad duradera. El mismo Señor Jesús gustaba de un constante gozo en la comunión con su Padre pese a las penas y las contrariedades. El fue vituperado y rechazado; sin embargo, ¿qué oímos decir de El? El se regocijó en el Espíritu, y dijo: “Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra… Sí, Padre, porque así te agradó”. El descansaba en el amor del Padre y en la perfecta sabiduría de Sus designios, sabiendo que le llevarían hacia la eterna gloria.
Para poder regocijarnos siempre, hemos de descansar también en el amor de Dios y confiemos en su sabia dirección. Como ocurrió en la antigüedad con los hijos de Israel, es necesario que El nos conduzca a través del desierto de este mundo para que aprendamos a conocer nuestras flaquezas y su poder y su misericordia. Tenemos la bienaventurada certidumbre de ir hacia la patria celestial. Pronto Jesús vendrá a buscarnos; se acabarán penas y dolores y gozaremos de una eterna felicidad. Pero, ¡cuán precioso es poder, desde ya, regocijarnos siempre en el Señor, gozando de su comunión y de su amor y experimentando sus cuidados y su protección!!.
Regocijaos!!
El apóstol Pablo, nuestro apóstol, a los gentiles No dice: Regocijaos en vuestras riquezas, en vuestra felicidad familiar, en vuestra buena salud o regocijaos porque vuestros negocios prosperan. Se pueden perder las riquezas, los vínculos familiares pueden quebrantarse o deteriorarse con la edad, cuando ya seamos molestos por la vejez, la salud puede dejar su lugar a la enfermedad y puede haber un vuelco en la situación de los negocios. ¿En qué podemos regocijarnos, entonces, si no se tiene a Cristo? Sólo El es la fuente del verdadero gozo; ya que El es “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”, Si hermano, hermana, el redimido puede poseer una felicidad duradera. El mismo Señor Jesús gustaba de un constante gozo en la comunión con su Padre pese a las penas y las contrariedades. El fue vituperado y rechazado; sin embargo, ¿qué oímos decir de El? El se regocijó en el Espíritu, y dijo: “Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra… Sí, Padre, porque así te agradó”. El descansaba en el amor del Padre y en la perfecta sabiduría de Sus designios, sabiendo que le llevarían hacia la eterna gloria.
Para poder regocijarnos siempre, hemos de descansar también en el amor de Dios y confiemos en su sabia dirección. Como ocurrió en la antigüedad con los hijos de Israel, es necesario que El nos conduzca a través del desierto de este mundo para que aprendamos a conocer nuestras flaquezas y su poder y su misericordia. Tenemos la bienaventurada certidumbre de ir hacia la patria celestial. Pronto Jesús vendrá a buscarnos; se acabarán penas y dolores y gozaremos de una eterna felicidad. Pero, ¡cuán precioso es poder, desde ya, regocijarnos siempre en el Señor, gozando de su comunión y de su amor y experimentando sus cuidados y su protección!!.
Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo
LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-
Capítulo 6
Jesús en Nazaret (Mt. 13. 53-58; Lc. 4. 16-30)
Mar.6:1 Salió Jesús de allí y
vino a su tierra, y le seguían sus discípulos.
Mar.6:2 Y llegado el día de
reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y
decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es
dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?
Mar.6:3 ¿No es éste el
carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No
están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.
Mar.6:4 Mas Jesús les decía: No
hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su
casa.
Mar.6:5 Y no pudo hacer allí
ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las
manos.
Mar.6:6 Y estaba asombrado de
la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
Misión de los doce
discípulos (Mt. 10. 5-15; Lc. 9. 1-6)
Mar.6:7 Después llamó a los
doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los
espíritus inmundos.
Mar.6:8 Y les mandó que no
llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni
dinero en el cinto,
Mar.6:9 sino que calzasen
sandalias, y no vistiesen dos túnicas.
Mar.6:10 Y les dijo:
Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel
lugar.
Mar.6:11 Y si en algún lugar no
os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo
de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del
juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para
aquella ciudad.
Mar.6:12 Y saliendo, predicaban
que los hombres se arrepintiesen.
Mar.6:13 Y echaban fuera muchos
demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.
Muerte de Juan el Bautista (Mt. 14. 1-12; Lc. 9. 7-9)
Mar.6:14 Oyó el rey Herodes la
fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el
Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos
poderes.
Mar.6:15 Otros decían: Es
Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.
Mar.6:16 Al oír esto Herodes,
dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos.
Mar.6:17 Porque el mismo
Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por
causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por
mujer.
Mar.6:18 Porque Juan decía a
Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.
Mar.6:19 Pero Herodías le
acechaba, y deseaba matarle, y no podía;
Mar.6:20 porque Herodes temía a
Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole,
se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana.
Mar.6:21 Pero venido un día
oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus
príncipes y tribunos y a los principales de Galilea,
Mar.6:22 entrando la hija de
Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el
rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.
Mar.6:23 Y le juró: Todo lo que
me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino.
Mar.6:24 Saliendo ella, dijo a
su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
Mar.6:25 Entonces ella entró
prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato
la cabeza de Juan el Bautista.
Mar.6:26 Y el rey se
entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la
mesa, no quiso desecharla.
Mar.6:27 Y en seguida el rey,
enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan.
Mar.6:28 El guarda fue, le
decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y
la muchacha la dio a su madre.
Mar.6:29 Cuando oyeron esto sus
discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.
Capítulo 15
Absalón se subleva contra
David
2°Sam.15:1 Aconteció después de
esto, que Absalón se hizo de carros y caballos, y cincuenta hombres que
corriesen delante de él.
2°Sam.15:2 Y se levantaba
Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a
cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le
decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de
Israel.
2°Sam.15:3 Entonces Absalón le
decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de
parte del rey.
2°Sam.15:4 Y decía Absalón:
¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que
tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!
2°Sam.15:5 Y acontecía que
cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo
tomaba, y lo besaba.
2°Sam.15:6 De esta manera hacía
con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el
corazón de los de Israel.
2°Sam.15:7 Al cabo de cuatro
años, aconteció que Absalón dijo al rey: Yo te ruego me permitas que vaya a
Hebrón, a pagar mi voto que he prometido a Jehová.
2°Sam.15:8 Porque tu siervo
hizo voto cuando estaba en Gesur en Siria, diciendo: Si Jehová me hiciere
volver a Jerusalén, yo serviré a Jehová.
2°Sam.15:9 Y el rey le dijo: Ve
en paz. Y él se levantó, y fue a Hebrón.
2°Sam.15:10 Entonces envió
Absalón mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigáis el
sonido de la trompeta diréis: Absalón reina en Hebrón.
2°Sam.15:11 Y fueron con
Absalón doscientos hombres de Jerusalén convidados por él, los cuales iban en
su sencillez, sin saber nada.
2°Sam.15:12 Y mientras Absalón
ofrecía los sacrificios, llamó a Ahitofel gilonita, consejero de David, de su
ciudad de Gilo. Y la conspiración se hizo poderosa, y aumentaba el pueblo que
seguía a Absalón.
2°Sam.15:13 Y un mensajero vino
a David, diciendo: El corazón de todo Israel se va tras Absalón.
2°Sam.15:14 Entonces David dijo
a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos,
porque no podremos escapar delante de Absalón; daos prisa a partir, no sea que
apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad
a filo de espada.
2°Sam.15:15 Y los siervos del
rey dijeron al rey: He aquí, tus siervos están listos a todo lo que nuestro
señor el rey decida.
2°Sam.15:16 El rey entonces
salió, con toda su familia en pos de él. Y dejó el rey diez mujeres concubinas,
para que guardasen la casa.
2°Sam.15:17 Salió, pues, el rey
con todo el pueblo que le seguía, y se detuvieron en un lugar distante.
2°Sam.15:18 Y todos sus siervos
pasaban a su lado, con todos los cereteos y peleteos; y todos los geteos, seiscientos
hombres que habían venido a pie desde Gat, iban delante del rey.
2°Sam.15:19 Y dijo el rey a
Itai geteo: ¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el
rey; porque tú eres extranjero, y desterrado también de tu lugar.
2°Sam.15:20 Ayer viniste, ¿y he
de hacer hoy que te muevas para ir con nosotros? En cuanto a mí, yo iré a donde
pueda ir; tú vuélvete, y haz volver a tus hermanos; y Jehová te muestre amor
permanente y fidelidad.
2°Sam.15:21 Y respondió Itai al
rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi señor el rey, que o para muerte o para
vida, donde mi señor el rey estuviere, allí estará también tu siervo.
2°Sam.15:22 Entonces David dijo
a Itai: Ven, pues, y pasa. Y pasó Itai geteo, y todos sus hombres, y toda su
familia.
2°Sam.15:23 Y todo el país
lloró en alta voz; pasó luego toda la gente el torrente de Cedrón; asimismo
pasó el rey, y todo el pueblo pasó al camino que va al desierto.
2°Sam.15:24 Y he aquí, también
iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios; y
asentaron el arca del pacto de Dios. Y subió Abiatar después que todo el pueblo
hubo acabado de salir de la ciudad.
2°Sam.15:25 Pero dijo el rey a
Sadoc: Vuelve el arca de Dios a la ciudad. Si yo hallare gracia ante los ojos
de Jehová, él hará que vuelva, y me dejará verla y a su tabernáculo.
2°Sam.15:26 Y si dijere: No me
complazco en ti; aquí estoy, haga de mí lo que bien le pareciere.
2°Sam.15:27 Dijo además el rey
al sacerdote Sadoc: ¿No eres tú el vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y con
vosotros vuestros dos hijos; Ahimaas tu hijo, y Jonatán hijo de Abiatar.
2°Sam.15:28 Mirad, yo me
detendré en los vados del desierto, hasta que venga respuesta de vosotros que
me dé aviso.
2°Sam.15:29 Entonces Sadoc y
Abiatar volvieron el arca de Dios a Jerusalén, y se quedaron allá.
2°Sam.15:30 Y David subió la
cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los
pies descalzos. También todo el pueblo que tenía consigo cubrió cada uno su
cabeza, e iban llorando mientras subían.
2°Sam.15:31 Y dieron aviso a
David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Entonces
dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel.
2°Sam.15:32 Cuando David llegó
a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, he aquí Husai arquita que le
salió al encuentro, rasgados sus vestidos, y tierra sobre su cabeza.
2°Sam.15:33 Y le dijo David: Si
pasares conmigo, me serás carga.
2°Sam.15:34 Mas si volvieres a
la ciudad, y dijeres a Absalón: Rey, yo seré tu siervo; como hasta aquí he sido
siervo de tu padre, así seré ahora siervo tuyo; entonces tú harás nulo el
consejo de Ahitofel.
2°Sam.15:35 ¿No estarán allí
contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Por tanto, todo lo que oyeres en la
casa del rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar.
2°Sam.15:36 Y he aquí que están
con ellos sus dos hijos, Ahimaas el de Sadoc y Jonatán el de Abiatar; por medio
de ellos me enviaréis aviso de todo lo que oyereis.
2°Sam.15:37 Así vino Husai
amigo de David a la ciudad; y Absalón entró en Jerusalén.
Capítulo 9
Oración de Daniel por su
pueblo
Dan.9:1 En el año primero de
Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el
reino de los caldeos,
Dan.9:2 en el año primero de su
reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que
habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de
Jerusalén en setenta años.
Dan.9:3 Y volví mi rostro a
Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.
Dan.9:4 Y oré a Jehová mi Dios
e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que
guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus
mandamientos;
Dan.9:5 hemos pecado, hemos
cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos
apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas.
Dan.9:6 No hemos obedecido a
tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a
nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.
Dan.9:7 Tuya es, Señor, la
justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo
hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los
de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con
que se rebelaron contra ti.
Dan.9:8 Oh Jehová, nuestra es
la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros
padres; porque contra ti pecamos.
Dan.9:9 De Jehová nuestro Dios
es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos
rebelado,
Dan.9:10 y no obedecimos a la
voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de
nosotros por medio de sus siervos los profetas.
Dan.9:11 Todo Israel traspasó
tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros
la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de
Dios; porque contra él pecamos.
Dan.9:12 Y él ha cumplido la
palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron,
trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo
nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén.
Dan.9:13 Conforme está escrito
en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el
favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender
tu verdad.
Dan.9:14 Por tanto, Jehová veló
sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en
todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz.
Dan.9:15 Ahora pues, Señor Dios
nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te
hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente.
Dan.9:16 Oh Señor, conforme a
todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu
ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la
maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en
derredor nuestro.
Dan.9:17 Ahora pues, Dios
nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro
resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor.
Dan.9:18 Inclina, oh Dios mío,
tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre
la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti
confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias.
Dan.9:19 Oye, Señor; oh Señor,
perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios
mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.
Profecía de las setenta
semanas
Dan.9:20 Aún estaba hablando y
orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi
ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios;
Dan.9:21 aún estaba hablando en
oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al
principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la
tarde.
Dan.9:22 Y me hizo entender, y
habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y
entendimiento.
Dan.9:23 Al principio de tus
ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy
amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
Dan.9:24 Setenta semanas están
determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la
prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la
justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los
santos.
Dan.9:25 Sabe, pues, y
entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén
hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se
volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Dan.9:26 Y después de las
sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo
de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin
será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
Dan.9:27 Y por otra semana
confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá
el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se
derrame sobre el desolador.
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