“Cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó y fue grande su ruina”. (Mateo 7:26-27).-
Un imprudente
No hay persona que sea más imprudente que ella misma. ¿Quién será? ¿Es un automovilista que desafía todas las reglas de la seguridad? No. No, siempre habrá alguien que le iguale o le supere ¿Un obrero que menosprecia los peligros con temeridad mientras está trabajando en una obra? No. No, puede aun así salvar su vida y aun quizá seguir trabajando. ¿Es una persona de negocios que se aventura más allá de sus posibilidades financieras? Tampoco, puede aun desde su bancarrota tener la esperanza de recuperarse.
Es la persona, hombre o mujer que sabe que Dios existe y vive como si no existiera; que va al encuentro de la muerte y no obstante procede como si tuviera que vivir para siempre aquí abajo; que sabe que es pecador y que Dios es santo y no se preocupa por ninguno de los dos hechos. Es una persona a quien Dios le otorga la vida terrenal a fin de que se prepare para la eternidad y no lo hace. Se interesa sólo por las cosas que pasan, persigue quimeras y se forja ilusiones. Hoy amontona ávidamente los bienes que deberá abandonar mañana. Se cansa para adquirir conocimientos que sólo le servirán para su estancia en este mundo y sin valor alguno cuando deba morir. Se nutre de vanidades.
Hermano, Amigo tu que has llegado hasta aquí en la lectura: ¿serás imprudente? ¿Puedes de noche cerrar los ojos tranquilamente con tanta ligereza de espíritu? ¿Se te ocurrió pensar que un día podrías abrirlos en la presencia de Dios? ¿Y qué de los pecados que te acusan? ¿Y del sacrificio de Jesús que menosprecias? ¿Y de los llamados de Dios a los que no respondes? ¡No! tu no debes seguir en semejante camino de indiferencia. Escucha la voz divina que te dice: “Mirad a mí y sed salvos” (Isaías 45:22).-
Un imprudente
No hay persona que sea más imprudente que ella misma. ¿Quién será? ¿Es un automovilista que desafía todas las reglas de la seguridad? No. No, siempre habrá alguien que le iguale o le supere ¿Un obrero que menosprecia los peligros con temeridad mientras está trabajando en una obra? No. No, puede aun así salvar su vida y aun quizá seguir trabajando. ¿Es una persona de negocios que se aventura más allá de sus posibilidades financieras? Tampoco, puede aun desde su bancarrota tener la esperanza de recuperarse.
Es la persona, hombre o mujer que sabe que Dios existe y vive como si no existiera; que va al encuentro de la muerte y no obstante procede como si tuviera que vivir para siempre aquí abajo; que sabe que es pecador y que Dios es santo y no se preocupa por ninguno de los dos hechos. Es una persona a quien Dios le otorga la vida terrenal a fin de que se prepare para la eternidad y no lo hace. Se interesa sólo por las cosas que pasan, persigue quimeras y se forja ilusiones. Hoy amontona ávidamente los bienes que deberá abandonar mañana. Se cansa para adquirir conocimientos que sólo le servirán para su estancia en este mundo y sin valor alguno cuando deba morir. Se nutre de vanidades.
Hermano, Amigo tu que has llegado hasta aquí en la lectura: ¿serás imprudente? ¿Puedes de noche cerrar los ojos tranquilamente con tanta ligereza de espíritu? ¿Se te ocurrió pensar que un día podrías abrirlos en la presencia de Dios? ¿Y qué de los pecados que te acusan? ¿Y del sacrificio de Jesús que menosprecias? ¿Y de los llamados de Dios a los que no respondes? ¡No! tu no debes seguir en semejante camino de indiferencia. Escucha la voz divina que te dice: “Mirad a mí y sed salvos” (Isaías 45:22).-
Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo
LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-
Capítulo 12
Deberes cristianos
Rom.12:1 Así que, hermanos, os
ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
Rom.12:2 No os conforméis a
este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.
Rom.12:3 Digo, pues, por la
gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más
alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura,
conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
Rom.12:4 Porque de la manera
que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la
misma función,
Rom.12:5 así nosotros, siendo
muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
Rom.12:6 De manera que,
teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía,
úsese conforme a la medida de la fe;
Rom.12:7 o si de servicio, en
servir; o el que enseña, en la enseñanza;
Rom.12:8 el que exhorta, en la
exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el
que hace misericordia, con alegría.
Rom.12:9 El amor sea sin
fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.
Rom.12:10 Amaos los unos a los
otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los
otros.
Rom.12:11 En lo que requiere
diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;
Rom.12:12 gozosos en la
esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración;
Rom.12:13 compartiendo para las
necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
Rom.12:14 Bendecid a los que os
persiguen; bendecid, y no maldigáis.
Rom.12:15 Gozaos con los que se
gozan; llorad con los que lloran.
Rom.12:16 Unánimes entre
vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en
vuestra propia opinión.
Rom.12:17 No paguéis a nadie
mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.
Rom.12:18 Si es posible, en
cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.
Rom.12:19 No os venguéis
vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito
está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
Rom.12:20 Así que, si tu
enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues
haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
Rom.12:21 No seas vencido de lo
malo, sino vence con el bien el mal.
Capítulo 23
David en el desierto
1°Sam.23:1 Dieron aviso a
David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las
eras.
1°Sam.23:2 Y David consultó a
Jehová, diciendo: ¿Iré a atacar a estos filisteos? Y Jehová respondió a David:
Ve, ataca a los filisteos, y libra a Keila.
1°Sam.23:3 Pero los que estaban
con David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo;
¿cuánto más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos?
1°Sam.23:4 Entonces David
volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió y dijo: Levántate, desciende
a Keila, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos.
1°Sam.23:5 Fue, pues, David con
sus hombres a Keila, y peleó contra los filisteos, se llevó sus ganados, y les
causó una gran derrota; y libró David a los de Keila.
1°Sam.23:6 Y aconteció que
cuando Abiatar hijo de Ahimelec huyó siguiendo a David a Keila, descendió con
el efod en su mano.
1°Sam.23:7 Y fue dado aviso a
Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha entregado
en mi mano, pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas y
cerraduras.
1°Sam.23:8 Y convocó Saúl a
todo el pueblo a la batalla para descender a Keila, y poner sitio a David y a
sus hombres.
1°Sam.23:9 Mas entendiendo
David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: Trae el
efod.
1°Sam.23:10 Y dijo David:
Jehová Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir contra
Keila, a destruir la ciudad por causa mía.
1°Sam.23:11 ¿Me entregarán los
vecinos de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo? Jehová
Dios de Israel, te ruego que lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí,
descenderá.
1°Sam.23:12 Dijo luego David:
¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y
Jehová respondió: Os entregarán.
1°Sam.23:13 David entonces se
levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y salieron de Keila, y
anduvieron de un lugar a otro. Y vino a Saúl la nueva de que David se había
escapado de Keila, y desistió de salir.
1°Sam.23:14 Y David se quedó en
el desierto en lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y
lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
1°Sam.23:15 Viendo, pues, David
que Saúl había salido en busca de su vida, se estuvo en Hores, en el desierto
de Zif.
1°Sam.23:16 Entonces se levantó
Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios.
1°Sam.23:17 Y le dijo: No
temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel,
y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe.
1°Sam.23:18 Y ambos hicieron
pacto delante de Jehová; y David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su
casa.
1°Sam.23:19 Después subieron
los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra
tierra en las peñas de Hores, en el collado de Haquila, que está al sur del
desierto?
1°Sam.23:20 Por tanto, rey,
desciende pronto ahora, conforme a tu deseo, y nosotros lo entregaremos en la
mano del rey.
1°Sam.23:21 Y Saúl dijo:
Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí.
1°Sam.23:22 Id, pues, ahora,
aseguraos más, conoced y ved el lugar de su escondite, y quién lo haya visto
allí; porque se me ha dicho que él es astuto en gran manera.
1°Sam.23:23 Observad, pues, e
informaos de todos los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con
información segura, y yo iré con vosotros; y si él estuviere en la tierra, yo
le buscaré entre todos los millares de Judá.
1°Sam.23:24 Y ellos se
levantaron, y se fueron a Zif delante de Saúl. Pero David y su gente estaban en
el desierto de Maón, en el Arabá al sur del desierto.
1°Sam.23:25 Y se fue Saúl con
su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó
en el desierto de Maón. Cuando Saúl oyó esto, siguió a David al desierto de
Maón.
1°Sam.23:26 Y Saúl iba por un
lado del monte, y David con sus hombres por el otro lado del monte, y se daba
prisa David para escapar de Saúl; mas Saúl y sus hombres habían encerrado a
David y a su gente para capturarlos.
1°Sam.23:27 Entonces vino un
mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han hecho una
irrupción en el país.
1°Sam.23:28 Volvió, por tanto,
Saúl de perseguir a David, y partió contra los filisteos. Por esta causa
pusieron a aquel lugar por nombre Sela-hama-lecot.
1°Sam.23:29 Entonces David
subió de allí y habitó en los lugares fuertes de En-gadi.
Capítulo 24
David perdona la vida a Saúl en
En-gadi
1°Sam.24:1 Cuando Saúl volvió
de perseguir a los filisteos, le dieron aviso, diciendo: He aquí David está en
el desierto de En-gadi.
1°Sam.24:2 Y tomando Saúl tres
mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de sus hombres,
por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.
1°Sam.24:3 Y cuando llegó a un
redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para
cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la
cueva.
1°Sam.24:4 Entonces los hombres
de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego
a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David,
y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.
1°Sam.24:5 Después de esto se
turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de
Saúl.
1°Sam.24:6 Y dijo a sus
hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de
Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.
1°Sam.24:7 Así reprimió David a
sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y
Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.
1°Sam.24:8 También David se
levantó después, y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo: ¡Mi
señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra,
e hizo reverencia.
1°Sam.24:9 Y dijo David a Saúl:
¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu
mal?
1°Sam.24:10 He aquí han visto
hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me
dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano
contra mi señor, porque es el ungido de Jehová.
1°Sam.24:11 Y mira, padre mío,
mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo corté la orilla de tu manto, y
no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he
pecado contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida para quitármela.
1°Sam.24:12 Juzgue Jehová entre
tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti.
1°Sam.24:13 Como dice el
proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad; así que mi mano no
será contra ti.
1°Sam.24:14 ¿Tras quién ha
salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una
pulga?
1°Sam.24:15 Jehová, pues, será
juez, y él juzgará entre tú y yo. El vea y sustente mi causa, y me defienda de
tu mano.
1°Sam.24:16 Y aconteció que
cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la
voz tuya, hijo mío David? Y alzó Saúl su voz y lloró,
1°Sam.24:17 y dijo a David: Más
justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con
mal.
1°Sam.24:18 Tú has mostrado hoy
que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome entregado
Jehová en tu mano.
1°Sam.24:19 Porque ¿quién
hallará a su enemigo, y lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con bien por
lo que en este día has hecho conmigo.
1°Sam.24:20 Y ahora, como yo
entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano
firme y estable,
1°Sam.24:21 júrame, pues, ahora
por Jehová, que no destruirás mi descendencia después de mí, ni borrarás mi
nombre de la casa de mi padre.
1°Sam.24:22 Entonces David juró
a Saúl. Y se fue Saúl a su casa, y David y sus hombres subieron al lugar
fuerte.
Capítulo 67
Exhortación a las naciones,
para que alaben a Dios
Al músico principal; en
Neginot. Salmo. Cántico.
Sal.67:1 Dios tenga
misericordia de nosotros, y nos bendiga;
Haga resplandecer su rostro sobre nosotros; Selah
Sal.67:2 Para que sea conocido
en la tierra tu camino,
En todas las naciones tu salvación.
Sal.67:3 Te alaben los pueblos,
oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.
Sal.67:4 Alégrense y gócense
las naciones,
Porque juzgarás los pueblos con equidad,
Y pastorearás las naciones en la tierra. Selah
Sal.67:5 Te alaben los pueblos,
oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.
Sal.67:6 La tierra dará su
fruto;
Nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.
Sal.67:7 Bendíganos Dios,
Y
témanlo todos los términos de la tierra.
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