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“(Dios) resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios... Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. (2 Corintios 4:6-7).-

Vasos de barro

 Debemos aprender a conocer nuestra absoluta flaqueza; es la condición con la que el poder divino podrá obrar en el creyente.
 Pablo poseía una energía que nos deja confundidos. Tan pronto como se convirtió, fue a predicar en las sinagogas. Pero el Señor lo amaba demasiado para permitirle que obrara con la energía de su vieja naturaleza. Tuvo que ser un vaso quebrantado para que la excelencia del poder fuese de Dios y no de Pablo. Tuvo que huir de Damasco: se lo bajó de noche por el muro, descolgándolo... ¡en una canasta!. Pablo tuvo que irse más lejos aun: debió pasar un tiempo en Arabia en el desierto. ¡Qué lección para su ardiente naturaleza! Pablo necesitaba a Dios, pero Dios no necesitaba todavía a Pablo, quien salió de la divina escuela como un vaso de barro lleno del poder de Cristo.
 Moisés tuvo que aprender también que la carne y su energía nos traen siempre dificultades. Tuvo que permanecer cuarenta años en el desierto para llegar a ser un vaso apropiado, útil al servicio de su Señor.
 Pedro, con su corazón ardiente y sus fogosos impulsos, tuvo que experimentar una triste caída a fin de comprender lo que podía esperarse de la carne. Después de esto, estuvo en condiciones de andar con la intrepidez de la gracia y el poder del Espíritu de Dios.
 Todo lo que es de la carne en nosotros debe ser cortado, profundamente y sin misericordia; así lo ha dispuesto Dios en su gracia. Si en lugar de juzgar y ejecutar lo que es de la vieja naturaleza en nosotros, se le permitiera obrar a ella, nos llevaría infaliblemente a la ruina y a la derrota total.
 Pero ¡que gloria!!!, cuando los herederos de los gusanos, cuyo destino es el sepulcro para perder toda gloria y belleza humana frente a la muerte, se acercan al Viviente, al Espíritu Vivificante, para que El obre a través nuestro, en ese reconocimiento de que El pelea las batallas y a El le corresponde toda la alabanza, entonces es cuando el alma es genuina y legítimamente feliz... 

Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo





LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-

Capítulo 16

Saludos personales 

Rom.16:1 Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; 
Rom.16:2 que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo. 
Rom.16:3 Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, 
Rom.16:4 que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. 
Rom.16:5 Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo. 
Rom.16:6 Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros. 
Rom.16:7 Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo. 
Rom.16:8 Saludad a Amplias, amado mío en el Señor. 
Rom.16:9 Saludad a Urbano, nuestro colaborador en Cristo Jesús, y a Estaquis, amado mío. 
Rom.16:10 Saludad a Apeles, aprobado en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo. 
Rom.16:11 Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, los cuales están en el Señor.
Rom.16:12 Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor. 
Rom.16:13 Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre y mía. 
Rom.16:14 Saludad a Asíncrito, a Flegonte, a Hermas, a Patrobas, a Hermes y a los hermanos que están con ellos. 
Rom.16:15 Saludad a Filólogo, a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los santos que están con ellos. 
Rom.16:16 Saludaos los unos a los otros con ósculo santo. Os saludan todas las iglesias de Cristo. 
Rom.16:17 Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. 
Rom.16:18 Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. 
Rom.16:19 Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal. 
Rom.16:20 Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. 
Rom.16:21 Os saludan Timoteo mi colaborador, y Lucio, Jasón y Sosípater, mis parientes. 
Rom.16:22 Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor. 
Rom.16:23 Os saluda Gayo, hospedador mío y de toda la iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto. 
Rom.16:24 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén. 

Doxología final 

Rom.16:25 Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, 
Rom.16:26 pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, 
Rom.16:27 al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.


Segundo Libro de
SAMUEL
              
Capítulo 1

David oye de la muerte de Saúl 

2°Sam.1:1 Aconteció después de la muerte de Saúl, que vuelto David de la derrota de los amalecitas, estuvo dos días en Siclag. 
2°Sam.1:2 Al tercer día, sucedió que vino uno del campamento de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra e hizo reverencia. 
2°Sam.1:3 Y le preguntó David: ¿De dónde vienes? Y él respondió: Me he escapado del campamento de Israel. 
2°Sam.1:4 David le dijo: ¿Qué ha acontecido? Te ruego que me lo digas. Y él respondió: El pueblo huyó de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y son muertos; también Saúl y Jonatán su hijo murieron. 
2°Sam.1:5 Dijo David a aquel joven que le daba las nuevas: ¿Cómo sabes que han muerto Saúl y Jonatán su hijo? 
2°Sam.1:6 El joven que le daba las nuevas respondió: Casualmente vine al monte de Gilboa, y hallé a Saúl que se apoyaba sobre su lanza, y venían tras él carros y gente de a caballo. 
2°Sam.1:7 Y mirando él hacia atrás, me vio y me llamó; y yo dije: Heme aquí. 
2°Sam.1:8 Y me preguntó: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita. 
2°Sam.1:9 El me volvió a decir: Te ruego que te pongas sobre mí y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia; pues mi vida está aún toda en mí. 
2°Sam.1:10 Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la argolla que traía en su brazo, y las he traído acá a mi señor.
2°Sam.1:11 Entonces David, asiendo de sus vestidos, los rasgó; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. 
2°Sam.1:12 Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por Jonatán su hijo, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, porque habían caído a filo de espada. 
2°Sam.1:13 Y David dijo a aquel joven que le había traído las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él respondió: Yo soy hijo de un extranjero, amalecita. 
2°Sam.1:14 Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová? 
2°Sam.1:15 Entonces llamó David a uno de sus hombres, y le dijo: Ve y mátalo. Y él lo hirió, y murió. 
2°Sam.1:16 Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido de Jehová. 

David endecha a Saúl y a Jonatán 

2°Sam.1:17 Y endechó David a Saúl y a Jonatán su hijo con esta endecha, 
2°Sam.1:18 y dijo que debía enseñarse a los hijos de Judá. He aquí que está escrito en el libro de Jaser. 
2°Sam.1:19 ¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas! 
¡Cómo han caído los valientes! 
2°Sam.1:20 No lo anunciéis en Gat, 
Ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón; 
Para que no se alegren las hijas de los filisteos, 
Para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos. 
2°Sam.1:21 Montes de Gilboa, 
            Ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas; 
            Porque allí fue desechado el escudo de los valientes, 
El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite. 
2°Sam.1:22 Sin sangre de los muertos, sin grosura de los valientes, 
El arco de Jonatán no volvía atrás, 
Ni la espada de Saúl volvió vacía. 
Sam.1:23 Saúl y Jonatán, amados y queridos; 
Inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados; 
Más ligeros eran que águilas, 
Más fuertes que leones. 
2°Sam.1:24 Hijas de Israel, llorad por Saúl, 
Quien os vestía de escarlata con deleites, 
Quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro. 
2°Sam.1:25 ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! 
¡Jonatán, muerto en tus alturas! 
2°Sam.1:26 Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, 
Que me fuiste muy dulce. 
Más maravilloso me fue tu amor 
Que el amor de las mujeres. 
2°Sam.1:27 ¡Cómo han caído los valientes, 
Han perecido las armas de guerra! 


Capítulo 72

El reino de un rey justo
Para Salomón.

Sal.72:1 Oh Dios, da tus juicios al rey,
            Y tu justicia al hijo del rey.
Sal.72:2 El juzgará a tu pueblo con justicia,
            Y a tus afligidos con juicio.
Sal.72:3 Los montes llevarán paz al pueblo,
            Y los collados justicia.
Sal.72:4 Juzgará a los afligidos del pueblo,
            Salvará a los hijos del menesteroso,
            Y aplastará al opresor.
Sal.72:5 Te temerán mientras duren el sol
            Y la luna, de generación en generación.
Sal.72:6 Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada;
            Como el rocío que destila sobre la tierra.
Sal.72:7 Florecerá en sus días justicia,
            Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.
Sal.72:8 Dominará de mar a mar,
            Y desde el río hasta los confines de la tierra.
Sal.72:9 Ante él se postrarán los moradores del desierto,
            Y sus enemigos lamerán el polvo.
Sal.72:10 Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes;
            Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.
Sal.72:11 Todos los reyes se postrarán delante de él;
            Todas las naciones le servirán.
Sal.72:12 Porque él librará al menesteroso que clamare,
            Y al afligido que no tuviere quien le socorra.
Sal.72:13 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso,
            Y salvará la vida de los pobres.
Sal.72:14 De engaño y de violencia redimirá sus almas,
            Y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.
Sal.72:15 Vivirá, y se le dará del oro de Sabá,
            Y se orará por él continuamente;
            Todo el día se le bendecirá.
Sal.72:16 Será echado un puñado de grano en la tierra, en las cumbres de los montes;
            Su fruto hará ruido como el Líbano,
            Y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.
Sal.72:17 Será su nombre para siempre,
            Se perpetuará su nombre mientras dure el sol.
            Benditas serán en él todas las naciones;
            Lo llamarán bienaventurado.
Sal.72:18 Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel,
            El único que hace maravillas.
Sal.72:19 Bendito su nombre glorioso para siempre,
            Y toda la tierra sea llena de su gloria.
            Amén y Amén.
Sal.72:20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

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