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“Grande es el Señor nuestro y de mucho poder y su entendimiento es infinito. El cuenta el número de las estrellas”. 
(Salmo 147:5 y 4).-

Las innumerables estrellas

 Dios había prometido a Abraham una descendencia tan numerosa como las estrellas. ¿Cuántas podía contar el patriarca? Si miramos el cielo en una clara noche, parece imposible poder contarlas. Sin embargo, sabemos que no más de 5.000 a 6.000 se pueden distinguir a simple vista y aun sólo la mitad a la vez para un observador, porque la redondez de la Tierra le oculta la otra mitad.  Los telescopios y otros instrumentos modernos nos han enseñado que la cantidad visible de estrellas es casi incontable. Ya en 1958, más de 2400 grupos de galaxias fueron catalogados. Cada grupo tiene por lo menos 50 galaxias con billones de estrellas cada una. Para emplear una expresión común, pero significativa, es verdaderamente ¡un número de proporciones astronómicas!
 La radioastronomía ha identificado aun otras estrellas que no emiten luz y sólo pueden ser detectadas por radiotelescopios y ahora con tecnologías de avanzada se ha llegado a clasificar unas cuantas.  Algunos astrónomos estiman que nuestra galaxia —la Vía láctea— contiene billones de aquellas estrellas. Si nuestra galaxia abarca tantas, es casi seguro que las demás poseen igual cantidad: ¿no es el número de las estrellas simplemente infinito para cualquier medida humana? Un eminente astrónomo estima que el número de estrellas es tan grande como el número de granos de arena de todas las orillas de los mares del mundo entero. El profeta Jeremías ya había hecho esa comparación: “No puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir”. También el autor de la carta a los Hebreos usa la misma expresión al referirse a la descendencia de Abraham en la lista de los grandes héroes de la fe.
 ¡Cuánto más grande era la promesa de Dios de lo que podía imaginarse Abraham! Este veía 3.000 estrellas, ¡Dios veía billones!
Hoy en día, ¿somos más capaces que Abraham para apropiarnos las riquezas de la gracia divina? Dios proveyó a todas nuestras necesidades, tanto físicas como espirituales, temporales o eternas. El llenó la tierra con cosas buenas y colocó al hombre para dominar sobre ellas. Dotó al ser humano de inteligencia, haciéndolo a Su imagen, de modo que hemos sido capaces de investigar muchas cosas en la naturaleza.
 Entre las múltiples bendiciones que El nos prodigó, se halla la que esté implícita en la pregunta del apóstol Pablo: “¿Menosprecias las riquezas de su benignidad… la que te guía al arrepentimiento?” ¿Arrepentirse de qué? De nuestro descuido y despreocupación por aprovechar las riquezas de la misericordia y paciencia divinas.-
 “Arrepentíos —dice el Señor Jesús— y creed en el evangelio”, o sea, la buena nueva de la salvación mediante la fe en El, lo que da al pecador el derecho de ser constituido “hijo de Dios” y, como Isaac, “hijo de la promesa”. Entonces, “Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”, nos dará el beneficio de promesas que son aun inconmensurablemente mas grandes de lo que podemos concebir, según está escrito: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado pare los que le aman”. “Nuestro Dios y Salvador Jesucristo, nos ha dado preciosas y grandísimas promesas” (2 Pedro 1:1 y 4).- No es de extrañar, pues, que el autor de la carta a los Hebreos exclame: “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?”.

Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo





LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-


Crucifixión y muerte de Jesús  (Mt. 27.32-56; Mr. 15.21-41; Jn. 19.17-30)  


Luc.23:26 Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.  
Luc.23:27 Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.  
Luc.23:28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.  
Luc.23:29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.  
Luc.23:30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos.
Luc.23:31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?  
Luc.23:32 Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos.  
Luc.23:33 Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.  
Luc.23:34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
Luc.23:35 Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios.  
Luc.23:36 Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre,  
Luc.23:37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.  
23:38 Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.  
Luc.23:39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.  
Luc.23:40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?  
Luc.23:41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.  
Luc.23:42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.  
Luc.23:43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.  
Luc.23:44 Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.  
Luc.23:45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.  
Luc.23:46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.  
Luc.23:47 Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.  
Luc.23:48 Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho.  
Luc.23:49 Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.  


Jesús es sepultado   (Mt. 27.57-61; Mr. 15.42-47; Jn. 19.38-42)  


Luc.23:50 Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo.  
Luc.23:51 Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos,  
Luc.23:52 fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
Luc.23:53 Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.  
Luc.23:54 Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo.  
Luc.23:55 Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo.  
Luc.23:56 Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.

Capítulo 42


Los hermanos de José vienen por alimentos  


Gen.42:1 Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando?  
Gen.42:2 Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos.  
Gen.42:3 Y descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto.  
Gen.42:4 Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre.  
Gen.42:5 Vinieron los hijos de Israel a comprar entre los que venían; porque había hambre en la tierra de Canaán.  
Gen.42:6 Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra.  
Gen.42:7 Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos.  
Gen.42:8 José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron.  
Gen.42:9 Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos,  y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido.  
Gen.42:10 Ellos le respondieron: No, señor nuestro, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos.  
Gen.42:11 Todos nosotros somos hijos de un varón; somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías.  
Gen.42:12 Pero José les dijo: No; para ver lo descubierto del país habéis venido.
Gen.42:13 Y ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no parece.  
Gen.42:14 Y José les dijo: Eso es lo que os he dicho, afirmando que sois espías.  
Gen.42:15 En esto seréis probados: Vive Faraón, que no saldréis de aquí, sino cuando vuestro hermano menor viniere aquí.  
Gen.42:16 Enviad a uno de vosotros y traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, vive Faraón, que sois espías.  
Gen.42:17 Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días.  
Gen.42:18 Y al tercer día les dijo José: Haced esto, y vivid: Yo temo a Dios.  
Gen.42:19 Si sois hombres honrados, quede preso en la casa de vuestra cárcel uno de vuestros hermanos, y vosotros id y llevad el alimento para el hambre de vuestra casa.  
Gen.42:20 Pero traeréis a vuestro hermano menor, y serán verificadas vuestras palabras, y no moriréis. Y ellos lo hicieron así.  
Gen.42:21 Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.
Gen.42:22 Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven, y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre.  
Gen.42:23 Pero ellos no sabían que los entendía José, porque había intérprete entre ellos.  
Gen.42:24 Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos.  
Gen.42:25 Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino; y así se hizo con ellos.  
Gen.42:26 Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí.  
Gen.42:27 Pero abriendo uno de ellos su saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal.  
Gen.42:28 Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?  
Gen.42:29 Y venidos a Jacob su padre en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acontecido, diciendo:  
Gen.42:30 Aquel varón, el señor de la tierra, nos habló ásperamente, y nos trató como a espías de la tierra.  
Gen.42:31 Y nosotros le dijimos: Somos hombres honrados, nunca fuimos espías.  
Gen.42:32 Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno no parece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán.  
Gen.42:33 Entonces aquel varón, el señor de la tierra, nos dijo: En esto conoceré que sois hombres honrados: dejad conmigo uno de vuestros hermanos, y tomad para el hambre de vuestras casas, y andad,  
Gen.42:34 y traedme a vuestro hermano el menor, para que yo sepa que no sois espías, sino hombres honrados; así os daré a vuestro hermano, y negociaréis en la tierra.  
Gen.42:35 Y aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero; y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor.  
Gen.42:36 Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas.  
Gen.42:37 Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti.  
Gen.42:38 Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto, y él solo ha quedado; y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol.

Capítulo 33


Alabanzas al Creador y Preservador


Sal.33:1 Alegraos, oh justos, en Jehová;
En los íntegros es hermosa la alabanza.
Sal.33:2 Aclamad a Jehová con arpa;
Cantadle con salterio y decacordio.
Sal.33:3 Cantadle cántico nuevo;
Hacedlo bien, tañendo con júbilo.
Sal.33:4 Porque recta es la palabra de Jehová,
Y toda su obra es hecha con fidelidad.
Sal.33:5 El ama justicia y juicio;
De la misericordia de Jehová está llena la tierra.
Sal.33:6 Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,
Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.
Sal.33:7 El junta como montón las aguas del mar;
El pone en depósitos los abismos.
Sal.33:8 Tema a Jehová toda la tierra;
Teman delante de él todos los habitantes del mundo.
Sal.33:9 Porque él dijo, y fue hecho;
El mandó, y existió.
Sal.33:10 Jehová hace nulo el consejo de las naciones,
Y frustra las maquinaciones de los pueblos.
Sal.33:11 El consejo de Jehová permanecerá para siempre;
Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.
Sal.33:12 Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová,
El pueblo que él escogió como heredad para sí.
Sal.33:13 Desde los cielos miró Jehová;
Vio a todos los hijos de los hombres;
Sal.33:14 Desde el lugar de su morada miró
Sobre todos los moradores de la tierra.
Sal.33:15 El formó el corazón de todos ellos;
Atento está a todas sus obras.
Sal.33:16 El rey no se salva por la multitud del ejército,
Ni escapa el valiente por la mucha fuerza.
Sal.33:17 Vano para salvarse es el caballo;
La grandeza de su fuerza a nadie podrá librar.
Sal.33:18 He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen,
Sobre los que esperan en su misericordia,
Sal.33:19 Para librar sus almas de la muerte,
Y para darles vida en tiempo de hambre.
Sal.33:20 Nuestra alma espera a Jehová;
Nuestra ayuda y nuestro escudo es él.
Sal.33:21 Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón,
Porque en su santo nombre hemos confiado.
Sal.33:22 Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros,

Según esperamos en ti.

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