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“(Jesucristo) nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre”. (Apocalipsis 1:5).-
“TU fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. (Apocalipsis 5:9).-

La sangre de Jesús

 Una mujer condenada a muerte por un infame crimen, hace más de cien años, pasaba su última noche en la capilla de la prisión en compañía del capellán. El pensamiento de la muerte y la perspectiva de ir al encuentro de Dios la torturaban y, en su angustia, clamaba sin cesar: “¿Quién me dirá lo que debo hacer para obtener el perdón de Dios?”.
 El capellán se sentía incapaz de calmar semejante angustia del alma. Finalmente, sin medir bien el alcance de sus palabras, le dijo:  — Pero la sangre de Cristo debe de servir para algo.
Asiendo esas palabras como un hombre que se ahoga aferra la cuerda que le echan, ella repitió: — Por cierto, la sangre de Cristo debe de servir para algo.
 —Sí —dijo el capellán, aliviado por haber hallado algo que la apaciguara ... Sí, la sangre lo hace todo, pues está escrito: “La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado”.
 Tendida en las húmedas baldosas de la oscura capilla, ella repetía sin cansarse: "la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado”.
Al despuntar el alba, ya cercana al patíbulo, la mujer tuvo todavía un momento de terror. El capellán se le acercó y volvió a decirle, “Usted no puede hacer nada, pero la sangre de Jesús lo hizo todo”.
 Esta vez, con confianza, ella murmuró: “Oh Dios, he pecado contra Ti, pero la sangre de Jesús me limpia de todo pecado. En tus manos encomiendo mi espíritu”.
 Los seres brillantes delante del trono adoran al Señor Jesús como DIGNO por el EXCELSO OFICIO MEDIADOR. Le adoran como al único ser digno de ese oficio ¿por que?, porque tú fuiste inmolado “Digno eres porque naciste en la tierra y viviste una vida santa”, y “Fuiste inmolado”; pues Él tenía que presentar una recompensa a la justicia airada y a la santidad lesionada, y eso lo hizo sobre el sangriento madero. Jesús mismo realmente “llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero”. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”; hubo una sustitución literal, positiva, real del “justo por los injustos, para llevarnos a Dios”. Ninguna otra expiación vale el aliento usado en una predicación. No dará ni consuelo a la conciencia ni gloria a Dios. Pero sobre esta roca nuestras almas pueden descansar sin miedo “Con tu sangre nos has redimido para Dios”. Allí esta el precio, los sufrimientos y la muerte de Jesús han liberado a Su pueblo de la esclavitud a la que habíamos sido llevados. Somos redimidos y somos redimidos para Dios. Tú Jesús nos has redimido para Dios. La redención es dulce, pero “Tú nos has redimido” es mas dulce todavía. Si puedo creer que Él me amó, y se entregó por mí, eso sintonizará mi lengua para cantar las alabanzas de Jehová con todos los redimidos.
 “Con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. Bendito sea Dios por ello. Algunos de cada clase son salvados, algunos de cada color, rango, nación y edad son salvados; algunos de todas las condiciones de educación moral, algunos de los más pobres, y algunos de los más ricos son redimidos: de manera que cuando todos nos reunamos en el cielo, aunque constituyamos una abigarrada multitud en la tierra, constituiremos un coro unido, teniendo todas nuestras voces sintonizadas en esta nota única: “El Cordero que fue inmolado es digno”. Por que con tu Sangre de Jesús, nos has redimido... Aleluya.-

POR LA SANGRE

1.- Por el mundo brilla luz - Desde que murió Jesús,
Por nosotros en la cruz - Del Calvario.
Los pecados El llevó - De las culpas nos libró.
Con la sangre que manó - Del Calvario.

CORO: Por la sangre. por la sangre, - Somos redimidos sí, 
Por la sangre carmesí - Por la sangre, por la sangre, 
Por la sangre de Jesús - Del Calvario.

2.- Antes todo fue temor - Mas ahora es amor,
Porque comprendí el valor - Del Calvario.
Yo viví en perdición - Hoy poseo salvación.
Por la grande redención - Del Calvario.

3.- ¿Eres grande pecador? - ¡He aquí tu Salvador! 
Tema del predicador - “El Calvario”. 
Salvación a cada cual - Que padece por su mal, 
Dios ofrece gracia tal - Por la sangre.

Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo






LECTURA BÍBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-


Capítulo 7


El sacerdocio de Melquisedec  


Heb.7:1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo,  
Heb.7:2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz;  
Heb.7:3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.  
Heb.7:4 Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín.  
Heb.7:5 Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham.  
Heb.7:6 Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas.  
Heb.7:7 Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor.  
Heb.7:8 Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive.  
Heb.7:9 Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos;  
Heb.7:10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.  
Heb.7:11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?  
Heb.7:12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley;
Heb.7:13 y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.  
Heb.7:14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.  
Heb.7:15 Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto,  
Heb.7:16 no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.  
Heb.7:17 Pues se da testimonio de él:  
Tú eres sacerdote para siempre,  
Según el orden de Melquisedec.
Heb.7:18 Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia  
Heb.7:19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.  
Heb.7:20 Y esto no fue hecho sin juramento;  
Heb.7:21 porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo:  
Juró el Señor, y no se arrepentirá:  
Tú eres sacerdote para siempre,  
Según el orden de Melquisedec.
Heb.7:22 Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.  
Heb.7:23 Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar;  
Heb.7:24 mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable;  
Heb.7:25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.  
Heb.7:26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos;  
Heb.7:27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.  
Heb.7:28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.  


Capítulo 3


Llamamiento de Moisés


Ex.3:1 Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.  
Ex.3:2 Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza;  y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.  
Ex.3:3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.  
Ex.3:4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.  
Ex.3:5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.  
Ex.3:6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.  
Ex.3:7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,  
Ex.3:8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.  
Ex.3:9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.  
Ex.3:10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.  
Ex.3:11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?  
Ex.3:12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.  
Ex.3:13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres  me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?  
Ex.3:14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY.  Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.  
Ex.3:15 Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.  
Ex.3:16 Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto;  
Ex.3:17 y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel.  
Ex.3:18 Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios.  
Ex.3:19 Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte.  
Ex.3:20 Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir.  
Ex.3:21 Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías;  
Ex.3:22 sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.  


Capítulo 4


Ex.4:1 Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.  
Ex.4:2 Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.  
Ex.4:3 El le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella.  
Ex.4:4 Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano.  
Ex.4:5 Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.  
Ex.4:6 Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.  
Ex.4:7 Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.  
Ex.4:8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.  
Ex.4:9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.  
Ex.4:10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.  
Ex.4:11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?  
Ex.4:12 Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.  
Ex.4:13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.  
Ex.4:14 Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.  
Ex.4:15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.  
Ex.4:16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.  
Ex.4:17 Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.


Moisés vuelve a Egipto  


Ex.4:18 Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz.  
Ex.4:19 Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte.  
Ex.4:20 Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.  
Ex.4:21 Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.  
Ex.4:22 Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.  
Ex.4:23 Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.  
Ex.4:24 Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo.  
Ex.4:25 Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.  
Ex.4:26 Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión.  
Ex.4:27 Y Jehová dijo a Aarón: Ve a recibir a Moisés al desierto. Y él fue, y lo encontró en el monte de Dios, y le besó.  
Ex.4:28 Entonces contó Moisés a Aarón todas las palabras de Jehová que le enviaba, y todas las señales que le había dado.  
Ex.4:29 Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.  
Ex.4:30 Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo.  
Ex.4:31 Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron.


Capítulo 41
Oración pidiendo salud
Al músico principal. Salmo de David.


Sal.41:1 Bienaventurado el que piensa en el pobre;
En el día malo lo librará Jehová.
Sal.41:2 Jehová lo guardará, y le dará vida;
Será bienaventurado en la tierra,
Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.
Sal.41:3 Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor;
Mullirás toda su cama en su enfermedad.
Sal.41:4 Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí;
Sana mi alma, porque contra ti he pecado.
Sal.41:5 Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando:
¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?
Sal.41:6 Y si vienen a verme, hablan mentira;
Su corazón recoge para sí iniquidad,
Y al salir fuera la divulgan.
Sal.41:7 Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
Contra mí piensan mal, diciendo de mí:
Sal.41:8 Cosa pestilencial se ha apoderado de él;
Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.
Sal.41:9 Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,
Alzó contra mí el calcañar.
Sal.41:10 Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar,
Y les daré el pago.
Sal.41:11 En esto conoceré que te he agradado,
Que mi enemigo no se huelgue de mí.
Sal.41:12 En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,
Y me has hecho estar delante de ti para siempre.
Sal.41:13 Bendito sea Jehová, el Dios de Israel,
Por los siglos de los siglos.
Amén y Amén.

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