“¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana Iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos: cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida?” (Santiago 4:13-14).-
Buenas intenciones
Deseoso de sorprender agradablemente a su esposa y a sus hijos, un automovilista decidió volver a casa antes de la fecha indicada. Salió a tiempo, pero… no llegó nunca. Tomó mal una curva y su vehículo se estrelló contra un árbol. El hombre tenía cincuenta años.
Ya hemos oído decir a menudo, especialmente a personas de edad que dejan su casa para irse de viaje: “Me voy, pero no sé con seguridad si volveré”. También conocemos a los que, antes de emprender un viaje, ordenan todo para que, si algo les sucediera, los demás encuentren su casa en orden. Por cierto, una loable precaución.
Pero hay algo aun más importante que hacer. Admitiendo que algunos de los que leemos estas lineas no volviera más a su casa y que todo se hallara en desorden, seguramente habría alguien que se ocuparía en ordenar las cosas. Pero si sus relaciones con Dios no están en orden y le sorprendiese la muerte, no habría nadie para hacer algo que remediara ese descuido negligente. Nadie, ni en la tierra, ni en el cielo. Ya sería demasiado tarde. Ni rezos ni oraciones ni bautismo por los que partieron, ni sacrificio alguno de los deudos o amigos podrán rescatar su alma.
Mientras estamos en la tierra, el Hijo del Hombre tiene potestad para perdonar los pecados de todos los que creen en El; mientras estamos con vida importa que pongamos esa cuestión de nuestros pecados en regla; después de la muerte, es demasiado tarde, definitivamente demasiado tarde.
Buenas intenciones
Deseoso de sorprender agradablemente a su esposa y a sus hijos, un automovilista decidió volver a casa antes de la fecha indicada. Salió a tiempo, pero… no llegó nunca. Tomó mal una curva y su vehículo se estrelló contra un árbol. El hombre tenía cincuenta años.
Ya hemos oído decir a menudo, especialmente a personas de edad que dejan su casa para irse de viaje: “Me voy, pero no sé con seguridad si volveré”. También conocemos a los que, antes de emprender un viaje, ordenan todo para que, si algo les sucediera, los demás encuentren su casa en orden. Por cierto, una loable precaución.
Pero hay algo aun más importante que hacer. Admitiendo que algunos de los que leemos estas lineas no volviera más a su casa y que todo se hallara en desorden, seguramente habría alguien que se ocuparía en ordenar las cosas. Pero si sus relaciones con Dios no están en orden y le sorprendiese la muerte, no habría nadie para hacer algo que remediara ese descuido negligente. Nadie, ni en la tierra, ni en el cielo. Ya sería demasiado tarde. Ni rezos ni oraciones ni bautismo por los que partieron, ni sacrificio alguno de los deudos o amigos podrán rescatar su alma.
Mientras estamos en la tierra, el Hijo del Hombre tiene potestad para perdonar los pecados de todos los que creen en El; mientras estamos con vida importa que pongamos esa cuestión de nuestros pecados en regla; después de la muerte, es demasiado tarde, definitivamente demasiado tarde.
Saludo con la Paz de nuestro Señor Jesucristo
LECTURA BIBLICA DE HOY
La Biblia en un Año.-
Hec.16:16 Aconteció que mientras íbamos
a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de
adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando.
Hec.16:17 Esta, siguiendo a Pablo y a
nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo,
quienes os anuncian el camino de salvación.
Hec.16:18 Y esto lo hacía por muchos
días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en
el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma
hora.
Hec.16:19 Pero viendo sus amos que había
salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los
trajeron al foro, ante las autoridades;
Hec.16:20 y presentándolos a los
magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra
ciudad,
Hec.16:21 y enseñan costumbres que no
nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.
Hec.16:22 Y se agolpó el pueblo contra
ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con
varas.
Hec.16:23 Después de haberles azotado
mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con
seguridad.
Hec.16:24 El cual, recibido este
mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el
cepo.
Hec.16:25 Pero a medianoche, orando
Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.
Hec.16:26 Entonces sobrevino de repente
un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y
al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se
soltaron.
Hec.16:27 Despertando el carcelero, y
viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar,
pensando que los presos habían huido.
Hec.16:28 Mas Pablo clamó a gran voz,
diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí.
Hec.16:29 El entonces, pidiendo luz, se
precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas;
Hec.16:30 y sacándolos, les dijo:
Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
Hec.16:31 Ellos dijeron: Cree en el
Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
Hec.16:32 Y le hablaron la palabra del
Señor a él y a todos los que estaban en su casa.
Hec.16:33 Y él, tomándolos en aquella
misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con
todos los suyos.
Hec.16:34 Y llevándolos a su casa, les
puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
Hec.16:35 Cuando fue de día, los
magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta a aquellos hombres.
Hec.16:36 Y el carcelero hizo saber
estas palabras a Pablo: Los magistrados han mandado a decir que se os suelte;
así que ahora salid, y marchaos en paz.
Hec.16:37 Pero Pablo les dijo: Después
de azotarnos públicamente sin sentencia judicial, siendo ciudadanos romanos,
nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos echan encubiertamente? No, por cierto,
sino vengan ellos mismos a sacarnos.
Hec.16:38 Y los alguaciles hicieron
saber estas palabras a los magistrados, los cuales tuvieron miedo al oír que
eran romanos.
Hec.16:39 Y viniendo, les rogaron; y
sacándolos, les pidieron que salieran de la ciudad.
Hec.16:40 Entonces, saliendo de la
cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los hermanos, los
consolaron, y se fueron.
Capítulo 4
Débora y Barac derrotan a Sísara
Jue.4:1 Después de la muerte de Aod, los
hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová.
Jue.4:2 Y Jehová los vendió en mano de
Jabín rey de Canaán, el cual reinó en Hazor; y el capitán de su ejército se
llamaba Sísara, el cual habitaba en Haroset-goim.
Jue.4:3 Entonces los hijos de Israel
clamaron a Jehová, porque aquél tenía novecientos carros herrados, y había
oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años.
Jue.4:4 Gobernaba en aquel tiempo a
Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot;
Jue.4:5 y acostumbraba sentarse bajo la
palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de
Israel subían a ella a juicio.
Jue.4:6 Y ella envió a llamar a Barac
hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Jehová Dios
de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo
diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón;
Jue.4:7 y yo atraeré hacia ti al arroyo
de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército,
y lo entregaré en tus manos?
Jue.4:8 Barac le respondió: Si tú fueres
conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré.
Jue.4:9 Ella dijo: Iré contigo; mas no
será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer
venderá Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes.
Jue.4:10 Y juntó Barac a Zabulón y a
Neftalí en Cedes, y subió con diez mil hombres a su mando; y Débora subió con
él.
Jue.4:11 Y Heber ceneo, de los hijos de
Hobab suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos, y había plantado sus
tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.
Jue.4:12 Vinieron, pues, a Sísara las
nuevas de que Barac hijo de Abinoam había subido al monte de Tabor.
Jue.4:13 Y reunió Sísara todos sus
carros, novecientos carros herrados, con todo el pueblo que con él estaba,
desde Haroset- goim hasta el arroyo de Cisón.
Jue.4:14 Entonces Débora dijo a Barac:
Levántate, porque este es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus
manos. ¿No ha salido Jehová delante de ti? Y Barac descendió del monte de
Tabor, y diez mil hombres en pos de él.
Jue.4:15 Y Jehová quebrantó a Sísara, a
todos sus carros y a todo su ejército, a filo de espada delante de Barac; y
Sísara descendió del carro, y huyó a pie.
Jue.4:16 Mas Barac siguió los carros y
el ejército hasta Haroset- goim, y todo el ejército de Sísara cayó a filo de
espada, hasta no quedar ni uno.
Jue.4:17 Y Sísara huyó a pie a la tienda
de Jael mujer de Heber ceneo; porque había paz entre Jabín rey de Hazor y la
casa de Heber ceneo.
Jue.4:18 Y saliendo Jael a recibir a
Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor. Y él vino a ella a
la tienda, y ella le cubrió con una manta.
Jue.4:19 Y él le dijo: Te ruego me des
de beber un poco de agua, pues tengo sed. Y ella abrió un odre de leche y le
dio de beber, y le volvió a cubrir.
Jue.4:20 Y él le dijo: Estate a la
puerta de la tienda; y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: ¿Hay aquí
alguno? tú responderás que no.
Jue.4:21 Pero Jael mujer de Heber tomó
una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, se le acercó
calladamente y le metió la estaca por las sienes, y la enclavó en la tierra,
pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió.
Jue.4:22 Y siguiendo Barac a Sísara,
Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y
él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la
sien.
Jue.4:23 Así abatió Dios aquel día a
Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel.
Jue.4:24 Y la mano de los hijos de
Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín rey de Canaán, hasta que lo
destruyeron.
Capítulo 5
Cántico de Débora y de Barac
Jue.5:1 Aquel día cantó Débora con Barac
hijo de Abinoam, diciendo:
Jue.5:2 Por haberse puesto al frente los
caudillos en Israel,
Por haberse ofrecido voluntariamente el
pueblo,
Load a Jehová.
Jue.5:3 Oíd, reyes; escuchad, oh
príncipes;
Yo cantaré a Jehová,
Cantaré salmos a Jehová, el Dios de
Israel.
Jue.5:4 Cuando saliste de Seir, oh
Jehová,
Cuando te marchaste de los campos de
Edom,
La
tierra tembló, y los cielos destilaron,
Y
las nubes gotearon aguas.
Jue.5:5 Los montes temblaron delante de
Jehová,
Aquel
Sinaí, delante de Jehová Dios de Israel.
Jue.5:6 En los días de Samgar hijo de
Anat,
En
los días de Jael, quedaron abandonados los caminos,
Y
los que andaban por las sendas se apartaban por senderos torcidos.
Jue.5:7 Las aldeas quedaron abandonadas
en Israel, habían decaído,
Hasta
que yo Débora me levanté,
Me
levanté como madre en Israel.
Jue.5:8 Cuando escogían nuevos
dioses,
La
guerra estaba a las puertas;
¿Se
veía escudo o lanza
Entre
cuarenta mil en Israel?
Jue.5:9 Mi corazón es para vosotros,
jefes de Israel,
Para
los que voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo.
Load
a Jehová.
Jue.5:10 Vosotros los que cabalgáis en
asnas blancas,
Los
que presidís en juicio,
Y
vosotros los que viajáis, hablad.
Jue.5:11 Lejos del ruido de los
arqueros, en los abrevaderos,
Allí
repetirán los triunfos de Jehová,
Los
triunfos de sus aldeas en Israel;
Entonces
marchará hacia las puertas el pueblo de Jehová.
Jue.5:12 Despierta, despierta,
Débora;
Despierta,
despierta, entona cántico.
Levántate,
Barac, y lleva tus cautivos, hijo de Abinoam.
Jue.5:13 Entonces marchó el resto de los
nobles;
El
pueblo de Jehová marchó por él en contra de los poderosos.
Jue.5:14 De Efraín vinieron los
radicados en Amalec,
En
pos de ti, Benjamín, entre tus pueblos;
De
Maquir descendieron príncipes,
Y
de Zabulón los que tenían vara de mando.
Jue.5:15 Caudillos también de Isacar
fueron con Débora;
Y
como Barac, también Isacar
Se
precipitó a pie en el valle.
Entre
las familias de Rubén
Hubo
grandes resoluciones del corazón.
Jue.5:16 ¿Por qué te quedaste entre los
rediles,
Para
oír los balidos de los rebaños?
Entre
las familias de Rubén
Hubo
grandes propósitos del corazón.
Jue.5:17 Galaad se quedó al otro lado del
Jordán;
Y
Dan, ¿por qué se estuvo junto a las naves?
Se
mantuvo Aser a la ribera del mar,
Y
se quedó en sus puertos.
Jue.5:18 El pueblo de Zabulón expuso su
vida a la muerte,
Y
Neftalí en las alturas del campo.
Jue.5:19 Vinieron reyes y pelearon;
Entonces
pelearon los reyes de Canaán,
En
Taanac, junto a las aguas de Meguido,
Mas
no llevaron ganancia alguna de dinero.
Jue.5:20 Desde los cielos pelearon las
estrellas;
Desde
sus órbitas pelearon contra Sísara.
Jue.5:21 Los barrió el torrente de
Cisón,
El
antiguo torrente, el torrente de Cisón.
Marcha,
oh alma mía, con poder.
Jue.5:22 Entonces resonaron los cascos
de los caballos
Por
el galopar, por el galopar de sus valientes.
Jue.5:23 Maldecid a Meroz, dijo el ángel
de Jehová;
Maldecid
severamente a sus moradores,
Porque
no vinieron al socorro de Jehová,
Al
socorro de Jehová contra los fuertes.
Jue.5:24 Bendita sea entre las mujeres
Jael,
Mujer
de Heber ceneo;
Sobre
las mujeres bendita sea en la tienda.
Jue.5:25 El pidió agua, y ella le dio
leche;
En
tazón de nobles le presentó crema.
Jue.5:26 Tendió su mano a la
estaca,
Y
su diestra al mazo de trabajadores,
Y
golpeó a Sísara; hirió su cabeza,
Y
le horadó, y atravesó sus sienes.
Jue.5:27 Cayó encorvado entre sus pies,
quedó tendido;
Entre
sus pies cayó encorvado;
Donde
se encorvó, allí cayó muerto.
Jue.5:28 La madre de Sísara se asoma a
la ventana,
Y
por entre las celosías a voces dice:
¿Por
qué tarda su carro en venir?
¿Por
qué las ruedas de sus carros se detienen?
Jue.5:29 Las más avisadas de sus damas
le respondían,
Y
aun ella se respondía a sí misma:
Jue.5:30 ¿No han hallado botín, y lo
están repartiendo?
A
cada uno una doncella, o dos;
Las
vestiduras de colores para Sísara,
Las
vestiduras bordadas de colores;
La
ropa de color bordada de ambos lados, para los jefes de los que tomaron el
botín.
Jue.5:31 Así perezcan todos tus
enemigos, oh Jehová;
Mas
los que te aman, sean como el sol cuando sale en su fuerza.
Y
la tierra reposó cuarenta años.
Capítulo 35
Job 35:1 Prosiguió Eliú en su
razonamiento, y dijo:
Job 35:2 ¿Piensas que es cosa recta lo
que has dicho:
Más
justo soy yo que Dios?
Job 35:3 Porque dijiste: ¿Qué ventaja
sacaré de ello?
¿O
qué provecho tendré de no haber pecado?
Job 35:4 Yo te responderé razones,
Y
a tus compañeros contigo.
Job 35:5 Mira a los cielos, y ve,
Y
considera que las nubes son más altas que tú.
Job 35:6 Si pecares, ¿qué habrás logrado
contra él?
Y
si tus rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?
Job 35:7 Si fueres justo, ¿qué le darás
a él?
¿O
qué recibirá de tu mano?
Job 35:8 Al hombre como tú dañará tu
impiedad,
Y
al hijo de hombre aprovechará tu justicia.
Job 35:9 A causa de la multitud de las
violencias claman,
Y
se lamentan por el poderío de los grandes.
Job 35:10 Y ninguno dice: ¿Dónde está
Dios mi Hacedor,
Que
da cánticos en la noche,
Job 35:11 Que nos enseña más que a las
bestias de la tierra,
Y
nos hace sabios más que a las aves del cielo?
Job 35:12 Allí clamarán, y él no
oirá,
Por
la soberbia de los malos.
Job 35:13 Ciertamente Dios no oirá la
vanidad,
Ni
la mirará el Omnipotente.
Job 35:14 ¿Cuánto menos cuando dices que
no haces caso de él?
La
causa está delante de él; por tanto, aguárdale.
Job 35:15 Mas ahora, porque en su ira no
castiga,
Ni
inquiere con rigor,
Job 35:16 Por eso Job abre su boca
vanamente,
Y
multiplica palabras sin sabiduría.
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