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JULIO 22

Prov.16:17 El camino de los rectos se aparta del mal;
             Su vida guarda el que guarda su camino.  








PLAN DE LECTURA BÍBLICA ANUAL


ECLESIASTÉS O EL PREDICADOR

Capítulo 1 

Todo es vanidad  

Ecl.1:1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. 
Ecl.1:2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.  
Ecl.1:3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?  
Ecl.1:4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.  
Ecl.1:5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.  
Ecl.1:6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.  
Ecl.1:7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.  
Ecl.1:8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.  
Ecl.1:9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.  
Ecl.1:10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.  
Ecl.1:11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.  


La experiencia del Predicador  

Ecl.1:12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.  
Ecl.1:13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.  
Ecl.1:14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.  
Ecl.1:15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse. 
Ecl.1:16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.  
Ecl.1:17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.  
Ecl.1:18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.  


Capítulo 2 

Ecl.2:1 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.  
Ecl.2:2 A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?  
Ecl.2:3 Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.  
Ecl.2:4 Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;  
Ecl.2:5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto.  
Ecl.2:6 Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.  
Ecl.2:7 Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.  
Ecl.2:8 Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. 
Ecl.2:9 Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría.  
Ecl.2:10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.  
Ecl.2:11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.  
Ecl.2:12 Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho.  
Ecl.2:13 Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.  
Ecl.2:14 El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.  
Ecl.2:15 Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.  
Ecl.2:16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.  
Ecl.2:17 Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.  
Ecl.2:18 Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.  
Ecl.2:19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.  
Ecl.2:20 Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.  
Ecl.2:21 ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.  
Ecl.2:22 Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?  
Ecl.2:23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.  
Ecl.2:24 No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.  
Ecl.2:25 Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?  
Ecl.2:26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.  


Capítulo 3

Todo tiene su tiempo  

Ecl.3:1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.  
Ecl.3:2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;  
Ecl.3:3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;  
Ecl.3:4 tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;  
Ecl.3:5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;  
Ecl.3:6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;  
Ecl.3:7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;  
Ecl.3:8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.  
Ecl.3:9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?  
Ecl.3:10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.  
Ecl.3:11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.  
Ecl.3:12 Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;  
Ecl.3:13 y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.  
Ecl.3:14 He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.  
Ecl.3:15 Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.  


Injusticias de la vida  

Ecl.3:16 Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.  
Ecl.3:17 Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.  
Ecl.3:18 Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias.  
Ecl.3:19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.  
Ecl.3:20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.  
Ecl.3:21 ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?  
Ecl.3:22 Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?  


Capítulo 4 

Ecl.4:1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.  
Ecl.4:2 Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía.  
Ecl.4:3 Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.  
Ecl.4:4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.  
Ecl.4:5 El necio cruza sus manos y come su misma carne.  
Ecl.4:6 Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.  
Ecl.4:7 Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol.  
Ecl.4:8 Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.  
Ecl.4:9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.  
Ecl.4:10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.  
Ecl.4:11 También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?  
Ecl.4:12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.  
Ecl.4:13 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos;  
Ecl.4:14 porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.  
Ecl.4:15 Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél.  
Ecl.4:16 No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.  

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