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JULIO 26

Prov.21:26 Hay quien todo el día codicia;
             Pero el justo da, y no detiene su mano. 








PLAN DE LECTURA BÍBLICA ANUAL


Capítulo 7 

Cant.7:1 ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias,  
Oh hija de príncipe!  
Los contornos de tus muslos son como joyas,  
Obra de mano de excelente maestro.  
Cant.7:2 Tu ombligo como una taza redonda  
Que no le falta bebida.  
Tu vientre como montón de trigo  
Cercado de lirios.  
Cant.7:3 Tus dos pechos, como gemelos de gacela.  
Cant.7:4 Tu cuello, como torre de marfil;  
Tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim;  
Tu nariz, como la torre del Líbano,  
Que mira hacia Damasco.  
Cant.7:5 Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo;  
Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey  
Suspendida en los corredores. 
Cant.7:6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave,  
Oh amor deleitoso!  
Cant.7:7 Tu estatura es semejante a la palmera,  
Y tus pechos a los racimos.  
Cant.7:8 Yo dije: Subiré a la palmera,  
Asiré sus ramas.  
Deja que tus pechos sean como racimos de vid,  
Y el olor de tu boca como de manzanas,  
Cant.7:9 Y tu paladar como el buen vino,  
Que se entra a mi amado suavemente,  
Y hace hablar los labios de los viejos.  
Cant.7:10 Yo soy de mi amado,  
Y conmigo tiene su contentamiento.  
Cant.7:11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo,  
Moremos en las aldeas.  
Cant.7:12 Levantémonos de mañana a las viñas;  
Veamos si brotan las vides, si están en cierne,  
Si han florecido los granados;  
Allí te daré mis amores.  
Cant.7:13 Las mandrágoras han dado olor,  
Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas,  
Nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado. 


Capítulo 8 

Cant.8:1 ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío  
Que mamó los pechos de mi madre!  
Entonces, hallándote fuera, te besaría,  
Y no me menospreciarían.  
Cant.8:2 Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre;  
Tú me enseñarías,  
Y yo te haría beber vino  
Adobado del mosto de mis granadas.  
Cant.8:3 Su izquierda esté debajo de mi cabeza,  
Y su derecha me abrace.  
Cant.8:4 Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,  
Que no despertéis ni hagáis velar al amor,  
Hasta que quiera.  
El poder del amor  
Cant.8:5 ¿Quién es ésta que sube del desierto,  
Recostada sobre su amado?  
Debajo de un manzano te desperté;  
Allí tuvo tu madre dolores,  
Allí tuvo dolores la que te dio a luz.  
Cant.8:6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;  
Porque fuerte es como la muerte el amor;  
Duros como el Seol los celos;  
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.  
Cant.8:7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor,  
Ni lo ahogarán los ríos.  
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,  
De cierto lo menospreciarían.  
Cant.8:8 Tenemos una pequeña hermana,  
Que no tiene pechos;  
¿Qué haremos a nuestra hermana  
Cuando de ella se hablare?  
Cant.8:9 Si ella es muro,  
Edificaremos sobre él un palacio de plata;  
Si fuere puerta,  
La guarneceremos con tablas de cedro.  
Cant.8:10 Yo soy muro, y mis pechos como torres,  
Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.  
Cant.8:11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,  
La cual entregó a guardas,  
Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.  
Cant.8:12 Mi viña, que es mía, está delante de mí;  
Las mil serán tuyas, oh Salomón,  
Y doscientas para los que guardan su fruto.  
Cant.8:13 Oh, tú que habitas en los huertos,  
Los compañeros escuchan tu voz;  
Házmela oír.  
Cant.8:14 Apresúrate, amado mío,  
Y sé semejante al corzo, o al cervatillo,  
Sobre las montañas de los aromas.


 ISAÍAS

Capítulo 1 

Una nación pecadora  

Is.1:1 Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.  
Is.1:2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.  
Is.1:3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.  
Is.1:4 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.  
Is.1:5 ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.  
Is.1:6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.  
Is.1:7 Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.  
Is.1:8 Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada.  
Is.1:9 Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra. 


Llamamiento al arrepentimiento verdadero  

Is.1:10 Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.  
Is.1:11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.  
Is.1:12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios?  
Is.1:13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes.  
Is.1:14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. 
Is.1:15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.  
Is.1:16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;  
Is.1:17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.  
Is.1:18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.  
Is.1:19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;  
Is.1:20 si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.  


Juicio y redención de Jerusalén  

Is.1:21 ¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas.  
Is.1:22 Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua.  
Is.1:23 Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.  
Is.1:24 Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis adversarios;  
Is.1:25 y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré toda tu impureza.  
Is.1:26 Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.  
Is.1:27 Sion será rescatada con juicio, y los convertidos de ella con justicia.  
Is.1:28 Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y los que dejan a Jehová serán consumidos.  
Is.1:29 Entonces os avergonzarán las encinas que amasteis, y os afrentarán los huertos que escogisteis.  
Is.1:30 Porque seréis como encina a la que se le cae la hoja, y como huerto al que le faltan las aguas.  
Is.1:31 Y el fuerte será como estopa, y lo que hizo como centella; y ambos serán encendidos juntamente, y no habrá quien apague.  


Capítulo 2

Reinado universal de Jehová    (Mi. 4. 1-3)  

Is.2:1 Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén.  
Is.2:2 Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.  
Is.2:3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.  
Is.2:4 Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.  


Juicio de Jehová contra los soberbios  

Is.2:5 Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová.  
Is.2:6 Ciertamente tú has dejado tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de costumbres traídas del oriente, y de agoreros, como los filisteos; y pactan con hijos de extranjeros.  
Is.2:7 Su tierra está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin. También está su tierra llena de caballos, y sus carros son innumerables.  
Is.2:8 Además su tierra está llena de ídolos, y se han arrodillado ante la obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos.  
Is.2:9 Y se ha inclinado el hombre, y el varón se ha humillado; por tanto, no los perdones.  
Is.2:10 Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad.  
Is.2:11 La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día.  
Is.2:12 Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido;  
Is.2:13 sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basán;  
Is.2:14 sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados elevados;  
Is.2:15 sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte;  
Is.2:16 sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas las pinturas preciadas.  
Is.2:17 La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día.  
Is.2:18 Y quitará totalmente los ídolos.  
Is.2:19 Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra.  
Is.2:20 Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase,  
Is.2:21 y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra.  
Is.2:22 Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?  

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