2° Cor.5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Desde hace mucho tiempo ha habido una guerra entre el hombre y su Hacedor. Nuestra cabeza federal, Adán, arrojó el guante en el huerto del Edén en señal de desafío.
A lo largo de los claros del bosque del Paraíso se escuchó el sonido de la trompeta, de aquella trompeta que rompió el silencio de paz e interrumpió el cántico de alabanza. A partir de aquel día y hasta ahora, no ha habido ninguna tregua.
Pero, a pesar de que el hombre no quiere llegar a un acuerdo con Dios, ni pedir de Sus manos la paz, Dios muestra Su renuencia a estar en guerra con el hombre por más tiempo. Él demuestra que desea ansiosamente que el hombre se reconcilie con Él, y da el primer paso.
Dios mismo envía Sus embajadores. Él envía embajadores, y manda a esos embajadores que sean muy denodados, y que argumenten con los hombres, que les rueguen y que les supliquen que se reconcilien con Dios.
Entendemos ésto como una muestra segura de que en el corazón de Dios hay muchísimo amor. Ante el simple anuncio de estas buenas nuevas, los oídos del pecador rebelde deberían abrirse! Debería bastar para hacerle decir: “Oiré atentamente; voy a escuchar lo que Dios, el Señor, dirá, pues si es cierto que Él da el primer paso hacia mí, y que está dispuesto a dirimir esta contienda mortal, ¡no lo permita Dios que yo no acepte!; voy a oír y poner atención a todo lo que Dios le diga ahora a mi alma”
LOS EMBAJADORES. ¡Mensajeros bienvenidos son ellos! Todas las naciones, al unísono, han acordado honrar a sus embajadores. ¡Es extraño, entonces, que todas las naciones y todos los pueblos hayan conspirado para deshonrar a los embajadores de Dios! ¿Cuál de los embajadores de Dios, en tiempos antiguos, no fue perseguido, rechazado o asesinado? ¿Acaso muchos no fueron lapidados, decapitados y aserrados? ¡Cuán continuamente fueron maltratados, y obligados a andar de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, aunque el mundo no era digno de ellos!
Pero ha habido algunos hombres para quienes los embajadores de Dios han sido siempre bienvenidos. Son los hombres a quienes Dios ha ordenado para vida eterna. Aquéllos a favor de quienes, desde antes de todos los mundos, Él hizo un eficaz pacto de paz. Los embajadores reciben una cordial bienvenida por parte de ellos.
Para muchos, la proclamación de la misericordia sonará a común y aburrida. Pero, veremos que, el embajador de Dios será muy bienvenido por parte de algunos que han sentido amargamente su alienación, para algunos cuyos corazones, por un sentido de ruina, están preparados para las buenas nuevas de redención, para algunos en quienes el misterio secreto de la predestinación comienza a obrar, gracias a la ostensible energía del llamamiento eficaz.
Éstos descubrirán que sus almas son grande y seguramente conducidas a loar la proclamación de misericordia que será obrada, y dirán: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz!” Los embajadores son siempre especialmente bienvenidos por un pueblo que está involucrado en una guerra que está más allá de su fuerza, cuando sus recursos están agotados y el peligro de una derrota es inminente.
LA COMISION de los embajadores de Dios, Está contenida en pocas palabras. “Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis”. “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta; si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. Nuestra comisión comienza con el anuncio de que Dios es amor, que Él está lleno de piedad y compasión, que está deseoso de recibir otra vez a Su criatura, que quiere perdonar, y que Él decide, ya que es consistente con el excelso atributo de Su justicia, aceptar incluso a los más rebeldes, y a contarlos entre Sus hijos. Nuestra comisión prosigue a revelar la manera y el motivo de la misericordia. En la medida en que Dios es amor y para suprimir todas las dificultades en el proceso de perdonar a los rebeldes, a Él le agradó entregar a Su unigénito Hijo para que esté en el lugar, en la posición y en sustitución de aquéllos a quienes Dios ha elegido. Él se comprometió a tomar los pecados de ellos, a llevar sus aflicciones, y a hacer una expiación a nombre de ellos. De esta manera la justicia de Dios queda satisfecha, y Su amor se desborda hacia la raza humana.
(Seleccionado y adaptado del Sermon 3497 de C.H. Spurgeon presentado en la noche del domingo 26 de febrero de 1871 en Londres).-
PLAN DE LECTURA BÍBLICA ANUAL
El Santo Evangelio Según
SAN LUCAS
Capítulo 1
Dedicatoria a Teófilo
Luc.1:1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,
Luc.1:2 tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra,
Luc.1:3 me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo,
Luc.1:4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.
Anuncio del nacimiento de Juan
Luc.1:5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.
Luc.1:6 Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
Luc.1:7 Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
Luc.1:8 Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,
Luc.1:9 conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.
Luc.1:10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.
Luc.1:11 Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.
Luc.1:12 Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.
Luc.1:13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
Luc.1:14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;
Luc.1:15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
Luc.1:16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.
Luc.1:17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
Luc.1:18 Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.
Luc.1:19 Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.
Luc.1:20 Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.
Luc.1:21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario.
Luc.1:22 Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. El les hablaba por señas, y permaneció mudo.
Luc.1:23 Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.
Luc.1:24 Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo:
Luc.1:25 Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.
Anuncio del nacimiento de Jesús
Luc.1:26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
Luc.1:27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Luc.1:28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Luc.1:29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.
Luc.1:30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Luc.1:31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Luc.1:32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
Luc.1:33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Luc.1:34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
Luc.1:35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Luc.1:36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;
Luc.1:37 porque nada hay imposible para Dios.
Luc.1:38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.
María visita a Elizabeth
Luc.1:39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;
Luc.1:40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet.
Luc.1:41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,
Luc.1:42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.
Luc.1:43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?
Luc.1:44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Luc.1:45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.
Luc.1:46 Entonces María dijo:
Engrandece mi alma al Señor;
Luc.1:47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Luc.1:48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Luc.1:49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso;
Santo es su nombre,
Luc.1:50 Y su misericordia es de generación en generación
A los que le temen.
Luc.1:51 Hizo proezas con su brazo;
Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Luc.1:52 Quitó de los tronos a los poderosos,
Y exaltó a los humildes.
Luc.1:53 A los hambrientos colmó de bienes,
Y a los ricos envió vacíos.
Luc.1:54 Socorrió a Israel su siervo,
Acordándose de la misericordia
Luc.1:55 De la cual habló a nuestros padres,
Para con Abraham y su descendencia para siempre.
Luc.1:56 Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.
Nacimiento de Juan el Bautista
Luc.1:57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo.
Luc.1:58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella.
Luc.1:59 Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías;
Luc.1:60 pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan.
Luc.1:61 Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.
Luc.1:62 Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar.
Luc.1:63 Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
Luc.1:64 Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios.
Luc.1:65 Y se llenaron de temor todos sus vecinos; y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas.
Luc.1:66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.
Profecía de Zacarías
Luc.1:67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:
Luc.1:68 Bendito el Señor Dios de Israel,
Que ha visitado y redimido a su pueblo,
Luc.1:69 Y nos levantó un poderoso Salvador
En la casa de David su siervo,
Luc.1:70 Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;
Luc.1:71 Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;
Luc.1:72 Para hacer misericordia con nuestros padres,
Y acordarse de su santo pacto;
Luc.1:73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre,
Que nos había de conceder
Luc.1:74 Que, librados de nuestros enemigos,
Sin temor le serviríamos
Luc.1:75 En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.
Luc.1:76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado;
Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos;
Luc.1:77 Para dar conocimiento de salvación a su pueblo,
Para perdón de sus pecados,
Luc.1:78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
Con que nos visitó desde lo alto la aurora,
Luc.1:79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte;
Para encaminar nuestros pies por camino de paz.
Luc.1:80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.
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