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OCTUBRE 18

2° Cor.5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Desde  hace  mucho  tiempo  ha  habido  una  guerra  entre  el  hombre  y  su  Hacedor.  Nuestra  cabeza  federal,  Adán,  arrojó  el  guante  en  el  huerto  del  Edén  en  señal  de  desafío.
 
A  lo largo de los claros del bosque del Paraíso se escuchó el sonido de la trompeta, de aquella trompeta  que  rompió  el  silencio  de  paz  e  interrumpió  el  cántico  de  alabanza. A partir de aquel día y hasta ahora, no ha habido ninguna tregua.

Pero,  a  pesar  de  que  el  hombre  no  quiere  llegar  a  un  acuerdo  con  Dios,  ni  pedir  de  Sus  manos  la  paz,  Dios  muestra  Su  renuencia  a  estar  en  guerra  con  el  hombre  por  más  tiempo.  Él  demuestra  que  desea  ansiosamente  que  el  hombre  se  reconcilie  con  Él,  y  da  el  primer paso. 

Dios mismo envía Sus embajadores. Él envía embajadores, y manda a esos embajadores que sean muy denodados, y  que  argumenten  con  los  hombres,  que  les  rueguen  y  que  les  supliquen  que  se  reconcilien  con  Dios.  
Entendemos  ésto  como  una  muestra segura de que en el corazón de Dios hay muchísimo amor. Ante el simple  anuncio  de  estas  buenas  nuevas,  los  oídos  del  pecador  rebelde  deberían  abrirse!  Debería  bastar  para  hacerle  decir:  “Oiré atentamente;  voy  a  escuchar  lo  que  Dios,  el  Señor,  dirá,  pues  si  es  cierto que Él da el primer paso  hacia  mí,  y  que  está  dispuesto  a  dirimir esta contienda mortal, ¡no lo permita Dios que yo no acepte!; voy  a  oír  y  poner  atención  a  todo  lo  que  Dios  le  diga  ahora  a  mi  alma”

LOS EMBAJADORES.  ¡Mensajeros  bienvenidos  son  ellos!  Todas  las  naciones,  al  unísono,  han  acordado  honrar  a  sus  embajadores. ¡Es extraño, entonces, que todas   las   naciones   y   todos   los   pueblos   hayan   conspirado   para   deshonrar  a  los  embajadores  de  Dios!  ¿Cuál  de  los  embajadores  de  Dios,   en   tiempos   antiguos,   no   fue   perseguido,   rechazado   o  asesinado?  ¿Acaso  muchos no  fueron  lapidados,  decapitados  y  aserrados?  ¡Cuán continuamente fueron maltratados, y obligados a andar de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, aunque el mundo no era digno de ellos!  

Pero  ha  habido  algunos  hombres  para  quienes  los  embajadores  de  Dios han sido siempre bienvenidos. Son los hombres a quienes Dios ha  ordenado  para  vida  eterna.  Aquéllos  a  favor  de  quienes,  desde  antes  de  todos  los  mundos,  Él  hizo  un  eficaz  pacto  de  paz.  Los  embajadores reciben una cordial bienvenida por parte de ellos. 

Para muchos, la proclamación de la misericordia sonará a común y aburrida.  Pero,  veremos que,  el  embajador  de  Dios  será  muy  bienvenido  por  parte   de   algunos que   han   sentido  amargamente   su   alienación,  para  algunos  cuyos  corazones,  por  un  sentido  de  ruina,  están preparados para las buenas nuevas de redención, para algunos en quienes el misterio secreto de la predestinación comienza a obrar, gracias   a   la   ostensible   energía   del   llamamiento   eficaz.  

Éstos   descubrirán  que  sus  almas  son  grande  y  seguramente  conducidas  a  loar  la  proclamación  de  misericordia  que  será  obrada,  y  dirán:  “¡Cuán  hermosos  son  sobre  los  montes  los  pies  del  que  trae  alegres  nuevas, del que anuncia la paz!” Los  embajadores  son  siempre  especialmente  bienvenidos  por  un  pueblo que está involucrado en una guerra que está más allá de su fuerza, cuando  sus  recursos  están  agotados  y  el  peligro  de  una  derrota   es inminente. 

LA COMISION de los embajadores de Dios,  Está  contenida  en  pocas  palabras.  “Porque no quiero la muerte del que muere,  dice  Jehová  el  Señor;  convertíos,  pues,  y  viviréis”.  “Venid  luego,  dice  Jehová,  y  estemos  a  cuenta;  si  vuestros  pecados  fueren  como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”.  Nuestra comisión comienza con el anuncio de que Dios es amor, que Él está lleno de piedad y compasión, que está deseoso de recibir otra vez  a  Su  criatura,  que  quiere  perdonar,  y  que  Él  decide,  ya  que  es  consistente  con  el  excelso  atributo  de  Su  justicia,  aceptar  incluso  a  los  más  rebeldes,  y  a  contarlos  entre  Sus  hijos.  Nuestra  comisión  prosigue  a  revelar  la  manera  y  el  motivo  de  la  misericordia.  En  la  medida en que Dios es amor y para suprimir todas las dificultades en el  proceso  de  perdonar  a  los  rebeldes,  a  Él  le  agradó  entregar  a  Su  unigénito   Hijo   para   que   esté   en   el   lugar,   en   la   posición   y   en   sustitución de aquéllos a quienes Dios ha elegido. Él se comprometió a  tomar  los  pecados  de  ellos,  a  llevar  sus  aflicciones,  y  a  hacer  una  expiación a nombre de ellos. De esta manera la justicia de Dios queda satisfecha, y Su amor se desborda hacia la raza humana.
(Seleccionado y adaptado del Sermon 3497 de C.H. Spurgeon presentado en la noche del domingo 26 de febrero de 1871 en Londres).-



PLAN DE LECTURA BÍBLICA ANUAL


El Santo Evangelio Según 

SAN LUCAS
                     
Capítulo 1

Dedicatoria a Teófilo  

Luc.1:1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,  
Luc.1:2 tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra,  
Luc.1:3 me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo,  
Luc.1:4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.  


Anuncio del nacimiento de Juan  

Luc.1:5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.  
Luc.1:6 Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.  
Luc.1:7 Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.  
Luc.1:8 Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,  
Luc.1:9 conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.  
Luc.1:10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.  
Luc.1:11 Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.  
Luc.1:12 Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.  
Luc.1:13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.  
Luc.1:14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;  
Luc.1:15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.  
Luc.1:16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.  
Luc.1:17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.  
Luc.1:18 Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.  
Luc.1:19 Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.  
Luc.1:20 Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.  
Luc.1:21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario.  
Luc.1:22 Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. El les hablaba por señas, y permaneció mudo.  
Luc.1:23 Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.  
Luc.1:24 Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo:  
Luc.1:25 Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.  


Anuncio del nacimiento de Jesús  

Luc.1:26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,  
Luc.1:27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 
Luc.1:28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.  
Luc.1:29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.  
Luc.1:30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.  
Luc.1:31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 
Luc.1:32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;  
Luc.1:33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 
Luc.1:34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.  
Luc.1:35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.  
Luc.1:36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;  
Luc.1:37 porque nada hay imposible para Dios. 
Luc.1:38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.  


María visita a Elizabeth  

Luc.1:39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;  
Luc.1:40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet.  
Luc.1:41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,  
Luc.1:42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.  
Luc.1:43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?  
Luc.1:44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.  
Luc.1:45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.  
Luc.1:46 Entonces María dijo: 
Engrandece mi alma al Señor; 
Luc.1:47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. 
Luc.1:48   Porque ha mirado la bajeza de su sierva;  
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.  
Luc.1:49   Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso;  
Santo es su nombre,  
Luc.1:50   Y su misericordia es de generación en generación  
A los que le temen.  
Luc.1:51   Hizo proezas con su brazo;  
Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. 
Luc.1:52   Quitó de los tronos a los poderosos,  
Y exaltó a los humildes.  
Luc.1:53   A los hambrientos colmó de bienes,  
Y a los ricos envió vacíos. 
Luc.1:54   Socorrió a Israel su siervo,  
Acordándose de la misericordia  
Luc.1:55   De la cual habló a nuestros padres,  
Para con Abraham y su descendencia para siempre. 
Luc.1:56 Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.  


Nacimiento de Juan el Bautista  

Luc.1:57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo.  
Luc.1:58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella.  
Luc.1:59 Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías;  
Luc.1:60 pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan.  
Luc.1:61 Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre.  
Luc.1:62 Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar.  
Luc.1:63 Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.  
Luc.1:64 Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios.  
Luc.1:65 Y se llenaron de temor todos sus vecinos; y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas.  
Luc.1:66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.  


Profecía de Zacarías  

Luc.1:67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:  
Luc.1:68   Bendito el Señor Dios de Israel,  
Que ha visitado y redimido a su pueblo,  
Luc.1:69   Y nos levantó un poderoso Salvador  
En la casa de David su siervo,  
Luc.1:70   Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;  
Luc.1:71   Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;  
Luc.1:72   Para hacer misericordia con nuestros padres,  
Y acordarse de su santo pacto;  
Luc.1:73   Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre,  
Que nos había de conceder  
Luc.1:74   Que, librados de nuestros enemigos,  
Sin temor le serviríamos  
Luc.1:75   En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.  
Luc.1:76   Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado;  
Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; 
Luc.1:77   Para dar conocimiento de salvación a su pueblo,  
Para perdón de sus pecados,  
Luc.1:78   Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,  
Con que nos visitó desde lo alto la aurora,  
Luc.1:79   Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte;  
Para encaminar nuestros pies por camino de paz.  
Luc.1:80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.  

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