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SETIEMBRE 30

1ºTes.4:17 (b) "...para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor..."

“…así estaremos siempre con el Señor” – El final..., la meta..., si, estas palabra están dichas en el contexto del arrebatamiento, por ello entonces lo consideraremos a través de toda la historia narrada en la Biblia, desde aquella tragedia en el Eden, y pasando por todas las tristes historias humanas, que estuvo rodeadas de muchos triunfos de la fe y de innumerables fracasos de la humanidad.

Todo esto estuvo marcado por el dolor inmenso de la separación a causa del pecado y la rebelión, trayendo profundas amarguras no solo a los que estamos de este lado del sol, sino al mismo corazón de la Trinidad, que hace lo imposible para que volvamos a estar junto a El.

Viene el Deseado de todas las naciones para la Iglesia que le espera, será el triunfo final superlativo de la raza humana por medio de los méritos de la gracia y también para Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo que también dejará la tierra para unirse a la fiesta, al regocijo del encuentro, a las bodas del Cordero, al gozo sin fin, la alegría eterna…

Estaremos siempre con el Señor, se terminan los llantos, los clamores, los dolores, se terminan la oración al menos por nosotros, es muy probable que conservemos la intercesión por otros, y si hubiere quedado alguna aflicción, Dios mismo enjugará toda lagrima de los ojos… Oh!!, gloria!!!, Gloria esplendente, estar para siempre con el Señor…!!!




PLAN DE LECTURA BÍBLICA ANUAL


Capítulo 7

El juzgar a los demás - (Lc. 6. 37-38, 41-42) 

Mat.7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 
Mat.7:2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 
Mat.7:3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 
Mat.7:4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 
Mat.7:5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. 
Mat.7:6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. 


La oración, y la regla de oro - (Lc. 11. 9-13; 6. 31) 

Mat.7:7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 
Mat.7:8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 
Mat.7:9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 
Mat.7:10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 
Mat.7:11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 
Mat.7:12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. 


La puerta estrecha - (Lc. 13. 24) 

Mat.7:13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 
Mat.7:14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. 


Por sus frutos los conoceréis - (Lc. 6. 43-44) 

Mat.7:15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 
Mat.7:16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 
Mat.7:17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 
Mat.7:18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 
Mat.7:19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 
Mat.7:20 Así que, por sus frutos los conoceréis. 


Nunca os conocí - (Lc. 13. 25-27) 

Mat.7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 
Mat.7:22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 
Mat.7:23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. 


Los dos cimientos - (Lc. 6. 46-49) 

Mat.7:24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 
Mat.7:25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 
Mat.7:26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 
Mat.7:27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. 
Mat.7:28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; 
Mat.7:29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 


Capítulo 8

Jesús sana a un leproso - (Mr. 1. 40-45; Lc. 5. 12-16) 

Mat.8:1 Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. 
Mat.8:2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. 
Mat.8:3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. 
Mat.8:4 Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos. 


Jesús sana al siervo de un centurión - (Lc. 7. 1-10) 

Mat.8:5 Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, 
Mat.8:6 y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. 
Mat.8:7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 
Mat.8:8 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente dí la palabra, y mi criado sanará. 
Mat.8:9 Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 
Mat.8:10 Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 
Mat.8:11 Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; 
Mat.8:12 mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. 
Mat.8:13 Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora. 


Jesús sana a la suegra de Pedro - (Mr. 1. 29-34; Lc. 4. 38-41) 

Mat.8:14 Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. 
Mat.8:15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía. 
Mat.8:16 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; 
Mat.8:17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias. 


Los que querían seguir a Jesús - (Lc. 9. 57-62) 

Mat.8:18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. 
Mat.8:19 Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 
Mat.8:20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. 
Mat.8:21 Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. 
Mat.8:22 Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos. 


Jesús calma la tempestad - (Mr. 4. 35-41; Lc. 8. 22-25) 

Mat.8:23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. 
Mat.8:24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 
Mat.8:25 Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 
Mat.8:26 El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. 
Mat.8:27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? 


Los endemoniados gadarenos - (Mr. 5. 1-20; Lc. 8. 26-39) 

Mat.8:28 Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. 
Mat.8:29 Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? 
Mat.8:30 Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos. 
Mat.8:31 Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. 
Mat.8:32 El les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas. 
Mat.8:33 Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados. 
Mat.8:34 Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos. 


Capítulo 9

Jesús sana a un paralítico - (Mr. 2. 1-12; Lc. 5. 17-26) 

Mat.9:1 Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. 
Mat.9:2 Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. 
Mat.9:3 Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. 
Mat.9:4 Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 
Mat.9:5 Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? 
Mat.9:6 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. 
Mat.9:7 Entonces él se levantó y se fue a su casa. 
Mat.9:8 Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres. 


Llamamiento de Mateo - ( Mr. 2. 13-17; Lc. 5. 27-32) 

Mat.9:9 Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió. 
Mat.9:10 Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 
Mat.9:11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Porqué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? 
Mat.9:12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 
Mat.9:13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. 


La pregunta sobre el ayuno - (Mr. 2. 18-22; Lc. 5. 33-39) 

Mat.9:14 Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? 
Mat.9:15 Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. 
Mat.9:16 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. 
Mat.9:17 Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente. 


La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús - (Mr. 5. 21-43; Lc. 8. 40-56) 

Mat.9:18 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. 
Mat.9:19 Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos. 
Mat.9:20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 
Mat.9:21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. 
Mat.9:22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. 
Mat.9:23 Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto, 
Mat.9:24 les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. 
Mat.9:25 Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó. 
Mat.9:26 Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra. 


Dos ciegos reciben la vista 

Mat.9:27 Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! 
Mat.9:28 Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. 
Mat.9:29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 
Mat.9:30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa. 
Mat.9:31 Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra. 


Un mudo habla 

Mat.9:32 Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado. 
Mat.9:33 Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel. 
Mat.9:34 Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios. 


La mies es mucha 

Mat.9:35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 
Mat.9:36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. 
Mat.9:37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 
Mat.9:38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies. 

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